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Nutrición refrescante en tiempos de Covid-19

Una dieta saludable fortalece el sistema inmune y mejora el tránsito intestinal, que han podido verse afectados por el confinamiento

Patricia Yárnoz/Laura Olazarán

Nutricionistas de la Universidad de Navarra

Jueves, 20 de agosto 2020

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La tendencia a mantener llenas las despensas y los largos periodos de inactividad física debida al confinamiento provocado por la pandemia han originado alteraciones en la alimentación que, a la larga, pueden perjudicar el organismo. La reducción de la actividad física ha podido favorecer un incremento de peso. A pesar de los rebrotes, la superación de las fases del estado de alarma y la llegada del buen tiempo hacen posible y necesario un cambio en esos hábitos alimenticios adquiridos en estos últimos meses.

El sistema inmune es clave para hacer frente al virus, por ello es importante buscar alimentos que fomenten un buen funcionamiento del mismo. Nutrientes como las vitaminas A, C y E o los micronutrientes zinc, hierro y cobre son especialmente beneficiosos.

Las altas temperaturas suelen implicar la preferencia de alimentos más fríos o templados. Uno de los platos del verano deberían ser las ensaladas, que se pueden elaborar como plato único añadiendo legumbre, frutas, pescado en conserva o huevo cocido.

Asimismo, es buen momento para incluir platos típicos como gazpacho o jamón con melón. Además, es bueno priorizar alimentos ricos en fibra, como verdura, fruta, legumbres y cereales integrales, para favorecer la saciedad y mejorar el tránsito intestinal. Es probable que el tránsito esté ralentizado debido al descenso de actividad física diaria, pese a que es recomendable realizar ejercicio en casa.

Es importante continuar bebiendo diariamente entre 1,5 y 2 litros de líquidos, adaptando esta cantidad en función de la actividad física que se realiza y las temperaturas externas, principalmente a expensas de agua e infusiones no azucaradas. En cuanto a zumos, licuados caseros o refrescos sin azúcar añadidos es preferible dejarlos para un consumo más ocasional.

Agua y fibra

La bebida de elección principal a la hora de hidratarnos debería ser el agua. Se puede añadir el zumo natural de un limón o una naranja para crear aguas saborizantes que hacen más agradable la ingesta de agua con un aporte extra de vitamina C, así como la elaboración de granizados caseros de frutas como sandía o piña.

Una de las opciones más adecuadas para completar la cantidad más alta de hidratación necesaria de los días de calor sería incluir infusiones sin azúcar o cafés con leche y hielos. El agua y el incremento de ingesta de alimentos ricos en fibra mejorará también el tránsito intestinal.

El picoteo constante a la despensa, en muchas ocasiones en busca de productos no tan saludables, ha sido uno de los 'peligros' durante estos meses pasados. Por ello, es recomendable controlar el número de ingestas. Si tenemos tendencia al picoteo, es aconsejable mantener cinco comidas al día, asegurando la ingesta de dos raciones de verdura (una de ellas en forma cruda) y tres de fruta (una de ellas un cítrico) de forma diaria. Si, por el contrario, podemos evitar el picoteo, se recomendarían tres ingestas para favorecer una cierta restricción calórica que permita compensar el descenso de actividad física.

Alimentos frescos

Es importante planificar bien qué se va a necesitar y hacer una lista ajustada a las necesidades. En ella, debemos priorizar alimentos frescos y evitar adquirir alimentos ricos en azúcares y grasas, como son las patatas fritas, crema de cacao o bollería industrial. De este modo disminuimos su posterior consumo. Estos productos se podrían sustituir por opciones más sanas como brochetas de frutas o verduras, frutos secos naturales o encurtidos. Asimismo, es necesario un compromiso para realizar una compra sostenible en la que primen alimentos perecederos realmente necesarios frente a conservas o productos procesados con caducidad más larga.

Las vacaciones son un momento para compartir tiempo con la familia, por lo que es una magnífica ocasión para incluir a los niños en la planificación y elaboración de los diferentes menús. También podemos aprovechar para preparar esas recetas que no realizamos en otros momentos del año por falta de tiempo, como caldos caseros, legumbres, guisos de carne o de pescado y repostería casera, controlando la cantidad de azúcar y grasa que se añade.

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