Estamos en temporada de trufa y es un bótox natural
La melanosporum, de temporada, además de potenciar el sabor de los platos y darles un toque de distinción, es buena para la salud
Jesús Lens
Viernes, 24 de febrero 2023, 11:23
Es gorda, deforme y negra. Muy negra. Bonica, bonica, lo que se dice bonica; la trufa no es. Pero en cuanto el camarero la coge en sus manos y la pasa por el rallador para sacarle unas lascas, el comensal se embriaga con el aroma. ¡Qué olor! Estamos en plena temporada de la trufa negra, la melanosporum.
Aunque los faraones de Egipto ya la conocían, fue en la hedonista Grecia clásica donde empezó a consumirse como producto de lujo. Durante el Medievo estuvo prohibida: no era nutricionalmente necesaria y resultaba pecaminosa.
La buena trufa, no esa sintética que huele a 'petróleo', es un potenciador del sabor de otros productos. No los enmascara. Por eso no hay que obsesionarse con la cantidad de lascas o ralladuras que caen en el plato. Pero es que, además, este hongo es bueno para la salud y aporta propiedades al cuerpo, con lo que el placer es menos culpable. Dado que las cantidades que se emplean en cada plato no son muy grandes, no debemos preocuparnos por la parte calórica, apenas 82 kcal por cada 100 gramos. Además, entre el 75 y el 90% es agua. La excusa de que engorda, por tanto, no se aplica. El que no quiera pagar lo que vale tendrá que buscar otra excusa.
Reduce el colesterol
La trufa es rica en antioxidantes, lo que la convierte en gran aliada para la piel, hasta el punto de que se la conoce como el bótox natural, contribuyendo a diluir las manchas provocadas por el sol y otras impurezas, que ayuda a producir colágeno. Es fuente de juventud, por tanto. Y eso hay que pagarlo. Además, reduce el colesterol malo y los niveles de glucosa en sangre, por lo que es buena para el sistema circulatorio.
Recordemos que mientras la trufa negra se puede cultivar en zonas muy concretas, la blanca ha de ser necesariamente salvaje, por lo que su precio sube más aún.
Ahora mismo, la trufa negra está en el entorno de los 1000 euros el kilo. La extra, más bonita y sin picar, a 1150. Luego hay otra más fea, algo deteriorada pero igualmente exquisita, que se deja para las salsas y elaboraciones, no sacándose a la mesa para el showcooking. Una vez que termine el invierno los restaurantes especializados tratarán de acceder a la más selecta aún trufa blanca. También se importará la melanosporum de Australia, que en nuestros meses cálidos, ellos la tienen de temporada.
Salir a buscar trufas
Buscar trufas es una afición que permite disfrutar de la naturaleza, además de deparar un auténtico tesoro culinario. En zonas truferas de España está muy extendida. Crecen a la vera de árboles como los robles, encinas, pinos o abetos y se encuentran a unos 20 cm de profundidad. De ahí que para encontrarlas sea necesario contar con perros truferos especializados que, por el olor, sean capaces de hallarlas en el momento justo de maduración. La trufa negra se puede cultivar y diferentes zonas del norte de España acogen tierras especialmente fértiles para este tipo de hongo.