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Jesús Lens
Viernes, 6 de junio 2025, 19:50
¿Y si el famoso 'monstruo' del Lago Ness fuese una anguila gigante? Analizado el ADN de sus aguas, no han aparecido trazas ni de grandes dinosaurios ni de feroces tiburones. En cambio, de anguilas sí que había grandes cantidades.
No suele ser la primera ni la segunda opción a la hora de elegir en un restaurante. La anguila es un pescado azul muy valorado en las cocinas europeas nórdicas y japonesa, pero que por aquí se estila menos. En nuestra tierra éramos más de angulas, la cría de la anguila, pero ahora se ha convertido en un lujo asiático y lo habitual es verla en forma de sucedáneo en platos como los huevos rotos o en las mismas cazuelas de barro, con su ajo picado y su guindilla. Pero obviamente, no es lo mismo.
La anguila es un pescado azul que se encuentra en el océano Atlántico y cuya forma alargada, serpenteante, la hace muy reconocible. Puede llegar a medir más de un metro de longitud. El mayor aporte a nuestro organismo son sus proteínas de alto valor biológico, las mejores de todas. Eso hace a este pescado muy interesante para personas que hacen deporte y tienen un gran gasto energético y calórico.
En este caso, hablamos de un pescado que no suma apenas Omega 3, paradójicamente, aunque sí aporta otras grasas insaturadas que contribuyen a fortalecer nuestro sistema sanguíneo. Además, la vitamina A ayuda a prevenir infecciones y a fortalecer el sistema inmune. Otro 'pero' atribuible a la anguila: las purinas, por lo que se desaconseja a personas con problemas de ácido úrico y gota.
Y por cuanto a los minerales que nos da la anguila, el zinc y el hierro son los más importantes. El primero es un gran antioxidante que cuida de nuestro gusto y nuestro olfato, algo básico y esencial para quienes disfrutamos de la buena mesa. Y el hierro, necesario para combatir las anemias.
Por su forma y por vivir en el barro, la anguila ha sido históricamente susceptible de protagonizar mitos y leyendas. Por ejemplo, sobre su reproducción. Se cuenta que el mismísimo Aristóteles, confundido por la aparente ausencia de genitales en el animal, pensó que nacía por generación espontánea, hija del lodo y el barro. Siglos después se averiguó que no, que las anguilas desarrollan sus ovarios y testículos en una fase avanzada de su vida, pero los desarrollan. Milagros, los justos.
La anguila se caracteriza por la gelatinosidad de su carne. En los cómics gastronómicos japoneses, los famosos manga, es una de las exquisiteces más habituales para los buenos gourmets. En España se suele preparar en forma de guiso, sola, o en compañía de otros pescados. En Valencia hacen paellas con ella y, cocida con patatas, es protagonista la Espardenyá, que incluye carne de conejo y pollo. Ahumada, lo que le confiere un toque muy especial, la anguila funciona muy bien en ensaladillas rusas y combina con los aguacates y los guisantes.
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