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Bocadillo y cóctel frente a una imagen de las txosnas del Arenal en 1979. (Facebook Bilbao Izan).
Historias de Tripasais

Así se comía y bebía en fiestas de Bilbao

Un recorrido nostálgico por los sabores festivos, desde los melones de las viejas barracas hasta la zarzaparrilla, el misterioso 'cardo americano', el 'guardamocordo' o el 'kalimotxo lacteado' sin alcohol

Viernes, 23 de agosto 2024, 08:12

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Hoy lo tengo crudo. Muchísimos de ustedes recordarán a la perfección los tiempos y hechos de los que voy a hablar, así que espero que sean benévolos en caso de que cometa algún desliz. Cuando en esta página nos remontamos a la época de Matusalén no pasa nada porque se cuele involuntariamente un error o una fecha equivocada, pero el tema de hoy lo tienen todos ustedes fresco en la memoria: viajaremos mentalmente hasta los años 50 y 60, cuando las barracas de la Semana Grande de Bilbao se plantaban cerca de San Mamés, y luego avanzaremos hasta los orígenes de Aste Nagusia entre finales de los 70 y comienzos de los 80...

Las viejas barracas fueron bastante nómadas. De la Gran Vía o el Campo Volantín, allá a principios del siglo XX, pasaron primero a La Casilla y luego a la Avenida José Antonio (ahora Sabino Arana), aunque también dieron tumbos por la Campa de los Ingleses, la calle Briñas, pasaron la ría hasta Blas de Otero (al solar donde desde 1973 está el colegio público Deusto) e incluso se atrevieron a subir hasta Santutxu. Entre el circo, el tiovivo, los puestos de tiro, las tómbolas y algunas carpas de varietés había sitio para cosas que ahora no tendrían cabida en el parque Etxebarria: la barraca benéfica del Club Casino de Artistas, un par de tenderetes de libros de segunda mano... y un puesto de venta de melones y sandías. «¡A chiquita la raja!», decía el pregón. La fruta se vendía en grandes piezas individuales (para llevar o comer allí mismo) y también en rajas, que para poner las cosas difíciles a los amantes de lo ajeno se solían clavar al mostrador de madera, no fuera que en un ataque de sed y hambre las birlaran todas.

Champán de toro

La oferta gastronómico-barraquera también incluía coco fresco partido en trozos, sardinas asadas, caracolillos, mojama, churros y patatas fritas. El cupo dulce lo cubrían los helados, las almendras garrapiñadas y los caramelos de café con leche, aunque poco a poco comenzaron a introducirse nuevos vicios —«avanzadilla de la gastronomía norteamericana», dijo en 1974 'La Gran Enciclopedia vasca'— como el algodón de azúcar, las manzanas acarameladas, las 'crispetas' o palomitas y un invento misteriosísimo llamado 'cardo americano'. Era elaborado por confiteros y gracias a alguna que otra descripción me ha quedado claro que era una masa dulce, de distintos sabores y colores, y que para alegría de los mirones se trabajaba y estiraba in situ hasta transformarse en una especie de bastones solidificados. Para beber había jarabe de zarzaparrilla, limonada y gaseosa Iturrigorri, sidra y otro enigma culinario denominado 'champán de toro', que al parecer no tenía alcohol y según K-Toño Frade (en un artículo publicado aquí en EL CORREO en agosto de 1984) «tenía buen gusto y era refrescante, muy recomendable para los que padecían de estreñimiento [...] lo hacía un alemán alto y rubio que luego se afincó en Bilbao». Con el mismo nombre de champagne de toro existía ya en la Pamplona de 1946 un brebaje compuesto por diversos extractos de frutas y popularizado en Sanfermines en un kiosco llamado 'El Toro'.

Estén atentos a la etiqueta de 'sin alcohol', porque una de las cosas más modernas, disidentes y alternativas que se hicieron nunca en fiestas de Bilbao estuvo relacionada con ella. Vender bocadillos veganos, como hacen ahora muchas txosnas, no tiene nada de rompedor si lo comparamos con la decisión que en los inicios de la Aste Nagusia tomaron un par de comparsas: no consumir ni servir alcohol. Que yo sepa, entre 1978 (primera edición de Aste Nagusia tal y como hoy la conocemos) y 1985, no se vendió una sola gota de embolingue en las barras de la txosna feminista Mamiki ni en las del movimiento antinuclear Bizizaleak.

Cruzada antialcohólica

La comparsa de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, bautizada como Mamiki en 1981, tampoco vendía al principio aquellos míticos bocadillos de lomo, queso y pimientos con los que tan famosa se hizo y que ahora son tan añorados. Para comer vendían crêpes y para beber tenían agua, zumos, refrescos y varias mezclas propias, siempre sin alcohol porque no querían promover el embrutecimiento ni la violencia vinculados a las borracheras. Sus dos combinados más populares fueron el 'emakume xamurrak', descrito por este mismo diario en agosto del 79 como «una deliciosa combinación de zumos de frutas y granadina», y el 'kalimotxo lacteado', que de kalimotxo no tenía más que la inspiración cromática y consistía —y que me perdonen las pioneras de Mamiki si me equivoco— en leche con jarabe de granadina y algo de canela.

La prensa de entonces no daba muchos detalles de la composición, pero estaba verdaderamente fascinada por aquella cruzada antialcohólica. En ella también participaba la comparsa ecologista Bizizaleak, que en fiestas de 1979 se preciaba de servir zumo de limón con miel, leche de almendras y 'txirlo mirlo', una mezcla de zumo de piña, pera, albaricoque y naranja.

El kalimotxo, popularizado en las fiestas del Puerto Viejo de Algorta en 1972, había llegado al Arenal bilbaíno pegando fuerte y ya el primer año de Aste Nagusia se convirtió en la bebida más consumida. Según una crónica de 1979 le seguían de cerca el txurrumuski o pitilingorri (vino tinto con refresco de limón), la cerveza, el champán, los cubatas y otros tragos de dudosa inspiración como el 'guardamocordo' (zumo de piña con ginebra), el 'castañares' (zumo de melocotón con vodka) o el 'sol del Caribe' (vainilla con ron). Claro que cuando eres joven y estás de fiesta, todo sabe estupendamente bien.

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