Un ejército para frenar las ejecuciones sumarias de Hamás en las calles de Gaza
EE UU y Egipto proponen desplegar refugios y una fuerza de seguridad contra los asesinatos y la asunción de parcelas de poder por parte de los islamistas en la Franja
M. Pérez
Jueves, 16 de octubre 2025, 11:34
Donald Trump dijo el martes que no le «preocupaban en exceso» los enfrentamientos registrados entre Hamás con «dos pandillas muy malas». Al día siguiente, el ... Comando Central del ejército estadounidense advirtió a los líderes islamistas de que debían cesar las ejecuciones de «civiles palestinos inocentes». Tanto Washington como los mediadores que han participado en el alto el fuego recién instaurado en la Franja trabajan ahora en algo más consistente para prevenir un baño de sangre que trastoque el incipiente proceso de paz. Ahora sí. Ahora Trump está realmente preocupado.
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De hecho, la Casa Blanca prepara con Israel la creación urgente de una zona segura detrás de la línea donde está desplegado el ejército hebreo como refugio para los gazatíes que temen una venganza de Hamás. El miedo se extiende a la vista de los vídeos que muestran ejecuciones sumarias y los comentarios sobre detenciones y visitas de los milicianos a casas donde sospecha que viven colaboradores de Israel o residen familias que supuestamente han participado en estos dos últimos años de guerra en protestas contra la organización.
El refugio se situaría en una parcela posterior a la denominada 'línea amarilla', que delimita la frontera interna de Gaza hasta donde llega el ejército tras su retirada inicial. «Sería la respuesta a los informes que hemos estado viendo de Hamás ejecutando a rivales», han declarado fuentes cercanas al presidente de EE UU.
También Egipto propone crear una fuerza de seguridad compuesta por 10.000 efectivos para mantener el control y pacificar Gaza ante los asesinatos y los crecientes enfrentamientos con clanes rivales. La propuesta aconseja desplegar un primer contingente de mil agentes, la mayoría o todos de origen palestino, entrenados en Jordania y Egipto. Ellos se ocuparían de llenar el vacío de poder dejado por la retirada del ejército y que Hamás ha aprovechado para hacerse de nuevo con las calles.
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A los países implicados en el proceso de paz, y muy especialmente a Estados Unidos, les preocupa que la milicia islamista vuelva a hacerse fuerte. Según distintas fuentes, existe una notable sorpresa por la forma en que está extendiendo su poder, con una disciplina, organización y arsenales impropios de un grupo desgastado por dos años de guerra y al que se creía en el umbral del desmantelamiento.
¿Es posible que Hamás guardase un as en la manga ante un previsible acuerdo de paz? La hipótesis obtiene un alto refrendo entre algunos de los asesores de seguridad implicados en el proceso, que opinan que el grupo se habría preparado en estos últimos meses para un escenario de postguerra, reclutando a jóvenes combatientes y reservando fusiles y cohetes para reimponer su fuerza tras la retirada del ejército.
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Pese a los combates con las Fuerzas de Defensa hebreas, Hamás habría mantenido sus unidades de élite y una estricta disciplina de guerra. El pasado domingo, la milicia atacó junto al hospital jordano de Gaza City a una familia rival, a la que acusaba de haber atacado a sus células en colaboración con Israel durante la guerra. El propio Gobierno de Benjamín Netanyahu ha reconocido haber pagado a estos clanes para atacar a los islamistas y debilitar su estructura.
Los milicianos rodearon a sus oponentes penetrando por cuatro calles diferentes en columnas de combate. Al frente de ellas las agencias de seguridad israelíes afirman que se encontraban miembros de la Unidad Sahem, creada por Hamás en estos dos últimos años para reprimir a tiros a las bandas rivales y a los saqueadores de ayuda humanitaria. Se trata de una fuerza de élite compuesta por comandantes veteranos y antiguos agentes de la Inteligencia palestina que se inflitran como civiles en los campamentos y los hospitales.
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En el enfrentamiento murieron una treintena de personas. Los milicianos reclamaron la entrega de diez miembros a su oponente, el clan Doghmush, una de las principales dinastías de Gaza. Ante su negativa, alguien disparó y se desencadenó el infierno. Hamás mató a 24 individuos de la familia y capturó a 45. También sufrió diez bajas, entre ellas el hijo de un líder militar islamista, Basem Naim. Horas más tarde, los milicianos colocaron a ocho de los detenidos en una calle concurrida de Sabra, los hicieron arrodillarse en el suelo y los ejecutaron, tal y como recoge un vídeo que se ha hecho viral y ha desatado las alarmas en Oriente Medio y la Casa Blanca.
Un despliegue complejo
El despliegue que propone Egipto parece una de las pocas medidas efectivas de amortiguación en Gaza mientras se discute la segunda fase del plan de paz y a la espera de la construcción de esa fuerza multilateral diseñada por Donald Trump para hacerse cargo de la seguridad del territorio. Los mediadores han trasladado ya su iniciativa a los negociadores israelíes e islamistas.
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La principal dificultad radica en cómo formar ese contingente. Los mediadores consideran que debe nutrirse de profesionales palestinos convenientemente seleccionados por observadores externos. Así se trata de evitar infiltraciones de Hamás o de las familias rivales y regresar a un punto de partida violento. Los líderes árabes consideran que sus ciudadanos no deben formar parte de esta fuerza para conjurar el riesgo de desestabilización regional. Tampoco EE UU permite a sus 200 soldados enviados a Israel que operen dentro de Gaza. La posibilidad de montar una fuerza multilateral depende de que, previamente, Hamás se desarme para evitar conflictos internacionales y de que exista una autoridad de transición.
La organización ha lanzado una potente campaña para recuperar el poder mediante el terror. Ha provocado enfrentamientos armados en Deir al-Balah, donde además controla las calles y su 'policía' dirige el tráfico. Patrullas armadas vigilan el campamento de Nuseirat a todas horas. Ha ordenado ejecuciones sumarias en Gaza City que la Autoridad Palestina califica de «crímenes atroces». También ha nombrado cinco gobernadores en un claro desafío a la orden de cesión de todo poder político y en un previsible intento de demostrar que vuelve a tener la autoridad sobre Gaza.
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Y, además de las represalias contra quienes considera clanes enemigos y colaboradores de Israel en estos dos últimos años, crece el temor a que esté extendiendo su 'vendetta' a antiguos disidentes. Medios gazatíes informan este jueves de que los milicianos han asesinado a la mujer y los dos hijos pequeños de un antiguo oficial de Inteligencia de la Autoridad Palestina opositor a Hamás. Los milicianos se aseguraron de que los tres estaban dentro de su vivienda en un suburbio de Gaza City y dispararon un misil contra la casa.
A Donald Trump toda esta oleada de violencia le crea un problema grave. Sobre todo, porque él mismo ha admitido que ha dejado cierto margen de actuación a la milicia en estos primeros días de tregua. Algunos analistas han advertido de que los enfrentamientos pueden derivar en una guerra civil o en una crisis de clanes parecida a la que ha convertido Haití en un baño de sangre. Otros asesores afirman que, cuanto más se agraven estos episodios, peor resultará desarmar a Hamás, uno de los grandes objetivos de esta segunda fase del plan de paz.
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De hecho, los líderes islamistas han trasladado a Israel y a los mediadores en El Cairo que están dispuestos a entregar ametralladoras pesadas y cohetes, pero no sus armas ligeras porque consideran que los fusiles y las pistolas les serán necesarios para su seguridad personal en este clima de violencia y facciones enfrentadas. Nadie perdona a nadie. Hamás cuenta con 7.000 combatientes en activo y hasta 24.000 seguidores declarados. Por su parte, los clanes y dinastías familiares enemigos, ideológicamente opuestos o que pugnan por una parcela de poder y una cuota en el contrabando, suman alrededor del 30% de la población de la Franja. Para los artífices del plan de paz, una de las grandes coyunturas consiste en cómo evitar que se maten a tiros todas estas organizaciones en una superficie de apenas 365 kilómetros cuadrados.
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