La ira y el odio marcan la campaña electoral alemana
Lluvias de tomates y huevos o gritos desaprobatorios y amenazantes se repiten en los actos de los grandes partidos
juan carlos barrena
BERLÍN
Jueves, 21 de septiembre 2017, 01:42
La ira y el odio marcan la campaña electoral para las legislativas de este domingo en Alemania. Ira y odio que se manifiestan en ... lluvias de tomates y huevos o gritos desaprobatorios y amenazantes contra los candidatos de los grandes partidos establecidos. Ya es habitual que los escoltas de la canciller federal y líder de los cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU), Angela Merkel, reclamen refuerzos cuando la acompañan en su mítines, en los que la política conservadora aguanta estoicamente los berridos de una minoría, a la vez que intenta comunicarse con quienes han acudido interesados a su acto electoral.
Merkel ha sido recibida con lluvia de hortalizas y gritos de «márchate» en Heidelberg, Torgau y Wolgast, entre otras muchas localidades. Y siempre por grupos reducidos de personas, coordinadas y organizadas que buscan reventar su intervención. Lo mismo sucede con su rival Martin Schulz, presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), o con otros altos políticos gubernamentales, cuyos mítines se ven sistemáticamente saboteados por grupos de extrema derecha. La situación se agrava según se acerca la cita en las urnas y ha alcanzado tal nivel que la máxima autoridad alemana, el presidente federal, Frank Walter Steinmeier, ha intervenido para denunciar el clima de intimidación y agresión que reina en muchos actos electorales. «Quien solo acude a los mítines para impedir que otros hablen no hace sino ir en contra del debate abierto que en realidad está exigiendo», dijo Steinmeier esta semana en un foro sobre el futuro de la democracia, en el que calificó también de inaceptables los intentos de intimidar a la prensa a base de amenazas.
El presidente de Alemania no mencionó en ningún momento a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), cuyos seguidores protagonizan generalmente el sabotaje de los actos electorales del resto de las formaciones políticas. «Quien esté enfadado y piense de otra manera, debería tomar la palabra en vez de tratar de callar a los demás», señaló Steinmeier desde su obligada neutralidad como jefe del Estado. En ese sentido llamó a las fuerzas políticas establecidas a buscar las causas de esa ira y decepción de las que tratan de aprovecharse los populistas de derechas y atender a quienes «no se sienten representados» o dudan de que el Estado «sea capaz de resolver los problemas más acuciantes».
Inmigrantes y refugiados
Problemas como la llegada incontrolada de inmigrantes o la integración de los refugiados que han sido acogidos centran la campaña electoral de AfD, la pequeña formación fundada hace solo cuatro años y que amenaza con convertirse en tercera fuerza política alemana en el Parlamento, por detrás de conservadores y socialdemócratas, pero por delante de partidos establecidos como La Izquierda, Los Verdes o el Partido Liberal (FDP). Alice Weidel, la candidata de AfD para arrebatar el poder a Merkel, es una experta en instrumentalizar los temores y angustias de un sector de la sociedad alemana. Economista con experiencia laboral en China y en banca internacional como Goldman Sachs, es una virtuosa al frente del teclado del miedo, domina todos los matices de la indignación y sabe pintar como nadie una Alemania siniestra marcada por el crimen y al borde del colapso por la masiva inmigración ilegal. Un discurso que cala entre quienes temen perder su empleo o ayudas sociales en beneficio de los refugiados, entre ellos muchos ciudadanos germanos orientales decepcionados con los resultados de la reunificación alemana.
La Alternativa para Alemania moviliza a sus seguidores a través de las redes sociales y hace campaña en ellas con la ayuda de la polémica agencia publicitaria estadounidense Harris Media, que ha contado entre sus clientes al actual presidente de EE UU, Donald Trump, el Frente Nacional francés o el populista partido británico antieuropeo Ukip.
Su primera creación para los ultranacionalistas alemanes ha sido una web de oscuro, lúgubre y siniestro diseño que acusa a Angela Merkel de romper su juramento como jefa de gobierno y de fracasar con su política de refugiados. Según AfD y Harris Media, Merkel es culpable de que 98 personas hayan sido «víctimas del terrorismo» en Alemania y de que cada inmigrante cueste la friolera de 15.000 euros al mes, dos afirmaciones carentes de todo fundamento. Además invitan a difundir esas supuestas verdades a través de Facebook o Twitter con un simple click para alimentar de esa manera con más recelos y temores los portales sociales de internet y desvirtuar aun más la campaña electoral alemana.
Se trata, sin embargo, de una táctica que tendrá su éxito. Nadie duda de que AfD accederá tras estos comicios por primera vez al Bundestag. Con un 8% de votos, el mínimo que le adjudican todos los sondeos demoscópicos, la Alternativa para Alemania contará con unos 60 escaños en la Cámara Baja alemana, cifra que aumentará a 80 o más si logran superar el 10% de sufragios.
Nazis en el Reichstag
Un grupo parlamentario que contará con no menos de 400 colaboradores con contrato parlamentario y que llamará con seguridad la atención de los medios, más aun si consigue ser el mayor de los partidos pequeños. Esta posibilidad ha alarmado al resto de las formaciones. «En el caso de que AfD logre realmente acceder al Bundestag, por primera vez en más de 70 años habrá nazis interviniendo en el Reichstag», dijo recientemente el titular alemán de Exteriores, el socialdemócrata Sigmar Gabriel.
Y no le falta razón. La lista de diputados potenciales y con un escaño casi seguro de la Alternativa para Alemania está llena de personajes altamente sospechosos. Como el juez de la Audiencia de Dresde Jens Meier. Un hombre que dice entender al terrorista noruego Anders Breivik, autor de la masacre de Utoya y Oslo con 77 muertos, y exige acabar con el complejo de culpa de los alemanes por los crímenes nazis, así como la expulsión de todos los musulmanes del país. O el abogado de Turingia Jürgen Pohl, que considera un «reto bíblico» deportar a todos los «extranjeros ilegales» y advierte a los demás partidos del «castigo popular» por respaldar «la destrucción del orgullo nacional germano». También tendrá un lugar seguro en la cámara baja Thomas Seitz, fiscal de Friburgo para delitos de tráfico. En su cuenta de Facebook ha calificado al SPD, La Izquierda y Los Verdes de «banda de traidores rojos», a los refugiados de «invasores» y la política de Angela Merkel de «comienzo de la destrucción del pueblo alemán».
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