Factores del atasco ruso
La rigidez estratégica y la hipercentralización del mando da a los ucranianos una clara superioridad en tácticas de armas combinadas
La ofensiva de Putin en el Donbás ha sido preparada cuidadosamente. Putin no ha dudado en ceder terreno en torno a Kiev para concentrar tropas ... en un frente más reducido. La logística y el apoyo artillero también parecen haberse planeado de forma mucho más concienzuda. Por lo tanto, en teoría los rusos deberían haber reventado el frente, incluso amenazando con un embolsamiento de las fuerzas defensoras.
Sin embargo los rusos se han limitado a lanzar asaltos frontales, apoyándose en una potencia de fuego superior. Sus avances han sido lentos y escasos, hasta el extremo de que algunos opinan que no es más que un ablandamiento antes de la verdadera embestida, que debería ser muy pronto si Putin quiere jactarse de algún éxito el 9 de mayo, cuando se celebre el aniversario de la victoria soviética sobre Hitler.
Los pobres resultados son consecuencia de las robustas defensas ucranianas en este frente, pero también de problemas estructurales graves. El principal es la centralización excesiva, siguiendo la tradición militar soviética que, por desgracia para el soldado ruso, encaja con la naturaleza despótica y algo paranoide del sistema putinista. Los mandos intermedios tienen poca o ninguna autonomía de acción, lo que les estorba mucho para ejecutar tácticas de armas combinadas; es decir: los diferentes cuerpos y armas, infantería, tanques, aviones, etc, han de trabajar en equipo y cubrirse las espaldas mutuamente en todo momento a todos los niveles, desde pelotón o compañía hasta brigada o división. Como las circunstancias bélicas son imprevisibles, incluso oficiales de rango inferior deben tener autoridad efectiva para llamar a los tanques, la infantería o la artillería naval cuando sea necesario.
La tradición militar ruso-soviética va en dirección contraria. Todo debe ajustarse al plan. Por lo tanto, cualquier petición de refuerzos ante circunstancias imprevistas ha de remontarse hasta el cuartel general supremo, lo que significa engorrosos retrasos, incluso aunque la petición sea concedida, lo que no siempre ocurre porque en Rusia existe la malsana tendencia de pensar que las bajas no importan, que las unidades son 'consumibles', y cuando han caído casi todos, la siguiente oleada les pasará por encima hasta Berlín y hasta donde haga falta. El oficial con iniciativa despierta recelos conspiranoicos, de manera que casi siempre acaba muerto, exiliado o en Siberia. En cambio los ucranianos muestran mucha más flexibilidad e iniciativa, reflejando el entrenamiento norteamericano, pero también el carácter más democrático -y más desorganizado- de su sociedad y su sistema político.
Otro problema es la superioridad numérica ucraniana, algo demencial teniendo en cuenta que la población rusa casi triplica la de Ucrania, pero por los motivos que sean -miedo a que los reclutas mueran en el frente, problemas financieros, falta de reservas logísticas, corrupción desmesurada, etc.-. Putin no logra concentrar grandes efectivos. El mito de 'El Rodillo Ruso' ha quedado en evidencia una vez más. Entretanto los ucranianos han movilizado a toda la población, mientras que la ayuda occidental equilibra mucho la balanza a favor de Ucrania.
El problema principal de las fuerzas rusas, la rigidez estratégica y la hipercentralización del mando, es irresoluble porque es estructural y depende de la naturaleza misma del régimen de Putin. Eso les da a los ucranianos una clara superioridad en tácticas de armas combinadas. Por lo tanto, aunque Putin lograse conquistar el Donbás, podría acabar perdiendo la guerra.
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