Urgente Normalidad en el metro tras los retrasos provocados por el desmayo de una mujer que ha caído a las vías en Algorta
Severo-Kurlisk, la ciudad rusa más próxima al terremoto, ha sufrido graves inundaciones. Servicio Geológico Ruso

Un tsunami generado por un megaterremoto en Rusia siembra el miedo en todo el Pacífico

Millones de personas fueron evacuadas a zonas seguras a los dos lados del océano, aunque el impacto quedó muy atenuado

Miércoles, 30 de julio 2025, 07:09

Un megaterremoto de 8,8 grados de intensidad en el extremo sur de Rusia dejó sobrecogido este miércoles durante unas horas al oceáno Pacífico. El ... seísmo de Kamchatka, uno de los ocho más poderosos registrados jamás, generó un tsunami cuya alerta se extendió a más de una docena de países. Desde Estados Unidos a Japón, Filipinas, China o Chile, todas las autoridades ordenaron la evacuación de millones de habitantes de zonas ribereñas y el amarre de las flotas. Se cerraron las playas, cancelaron vuelos y clausuraron carreteras y líneas ferroviarias próximas a la costa.

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A los dos lados del Pacífico se vivió una vigilia inédita, sorprendente y, sobre todo, inútil. Pero eso no lo sabía nadie cuando las autoridades de todo el Pacífico se pusieron en lo peor y desalojaron miles y miles de kilómetros de costas temerosos de un nuevo desastre. «Fue súperestresante esperar y esperar; se podía oír caer un alfiler», relatataba un turista en O'ahu (Hawai), mientras aguardaba con su grupo a que pasara la alerta o sobreviniera la gran ola encerrados en su hotel.

En realidad, gran parte del planeta estuvo unido por la ansiedad. Servicios de emergencia, bomberos, rescatistas y médicos se prepararon para una catástrofe que, por fortuna, no llegó a producirse. Había dos posibilidades. Una sucesión de colosos marinos chocando contra todo. O las previsiones más benignas barajadas desde las primeras horas, que se resolvieron con olas de entre seis metros en Rusia y tres de cota máxima en el resto de países.

La cifra

1,9 millones

de personas fueron evacuadas de las zonas costeras en Japón.

El tsunami bañó miles de kilómetros de litoral convertido en trenes de olas para goce visual de los hawaianos que viven en pisos altos junto a la playa de Waikiki y, si acaso, con algo más de profundidad en puntos como Hokkaido (Japón) o San Luis (California). En Perú fueron cerrados 65 puertos. Chile mantenía anoche un cordón de seguridad en los arenales.

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Una mujer de 58 años murió en la ciudad nipona de Kumano al despeñarse su coche por un barranco. Circulaba por una carretera de montaña en plena evacuación. Se trataría de la única víctima mortal de un movimiento telúrico extraordinario que dejó pocos heridos, y la mayoría leves, especialmente en Rusia.

Para ser un terremoto de una fuerza desconocida desde 1952, Kamchatka sufrió lo justo, aunque pasó mucho miedo. «Las campanas empezaron a sonar, las paredes temblaban y todo lo que había en los armarios se salió, Pasé puro terror», relataba a un medio moscovita Irina, vecina de Petropavlosk Kamchatsky. Aleros y chimeneas caidas, mobiliario derribado en las casas, coches que se desplazaron por sí solos un par de metros sobre el asfalto y el muro exterior de una guardería en obras desplomado fueron los principales daños en esta ciudad que ejerce de centro gravitatorio en un vasto territorio natural de apenas 300.000 habitantes habituados al turismo de naturaleza.

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Algunos intentaron resistir al máximo: a 60 surfistas los agentes tuvieron que ordenarles salir del agua. En las islas Kuriles los destrozos fueron mayores y, sobre todo, en la ciudad de Sévero-Kurilsk. Cuatro olas formaron grandes lenguas que inundaron el puerto, una nave industrial y varias casas. Una cabaña fue levantada y arrastrada por la corriente.

Los sismógrafos de todo el mundo saltaron con el seísmo. El epicentro fue localizado a casi 19 kilómetros de profundidad y a unos 130 kilómetros de la costa oriental rusa sobre las once de la mañana (hora local). En ese momento -la 1.20 de la madrugada en España-, los aparatos del Instituto Geográfico también saltaron. Las ondas tardaron 15 minutos en llegar desde Kamchatka a Madrid. El seísmo pudo detectarse a 10.000 kilómetros. Las redes submarinas de vigilancia de tsunamis en el Pacífico se activaron al instante. Y horas más tarde, para completar un paisaje de naturaleza desatada, el mayor volcán en activo de la península rusa, el Kliuchevskoi, entró en erupción a 4.500 metros de altitud.

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La onda

Japón y Hawái recibieron el oleaje en primer lugar, apenas rozó Alaska y luego tocó California, Chile y Perú, entre otros países

Teoría

Las olas colosales no llegaron a producirse, posiblemente porque el seísmo no alcanzó la intensidad suficiente

La amenaza puso a prueba la coordinación de doce países como pocas veces ha sido necesario. También sometió a absoluto estrés a los sistemas de monitorización sísmicos y oceánicos, mejorados radicalmente desde que en 2004 un terremoto de 9,1 grados frente a Sumatra desencadenó un tsunami con olas de 50 metros de altura que arrasó Indonesia y mató a más de 225.000 personas. El peor desastre de la historia reciente. En esta ocasión «estábamos prevenidos. Se emitieron advertencias. Ha sido un gran éxito», señaló Diego Melgar, geofísico de la Universidad de Oregón, en 'The New York Times'

La Policía desaloja una playa en Hawai. AFP

Japón y Hawai fueron los primeros territorios donde golpeó la onda. En Hokkaido, Miyagi y Aomori, la población se retiró al interior o se encaramó a los tejados de empresas y edificios altos. Había miedo y un recuerdo trágico. En 2011, un seísmo de 8,8 grados en Tohoku arrasó la costa de Japón, provocó más de 15.000 muertes y el desastre de Fukushima. «Fue sonar las alarmas y revivir de nuevo aquel tsunami. Si eso es malo para cualquiera, imágine para aquellos que no lograron encontrar a sus familiares», contaba una mujer asustada en un canal de internet.

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Los japoneses volvieron dramáticamente a revivir también el accidente de la planta nuclear -el único de nivel 7 de riesgo junto con el de Chernóbil-, cuando las autoridades ordenaron evacuar este miércoles a todo el personal de Fukushima. Sin embago, en esta ocasión las olas murieron en las orillas.

El oleaje llega a Hokaiddo, en Japón.. Reuters

«Están evacuando todas las zonas costeras y la gente entra en pánico. Da bastante miedo», confesaba Jennifer Potter a 'The Washington Post' desde su casa en Maui (Hawai). «Hay sirenas y alertas de emergencia sonando en todas las redes móviles». Los hawaianos y decenas de miles de turistas realmente vivieron una jornada para el recuerdo. Todas las playas fueron desalojadas.

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Veinte centímetros

El tsunami pasó casi de largo sobre Alaska, tocó la costa de California, Taiwán, la Polinesia Francesa, Filipinas.... y anoche arribó a Chile, Perú y Colombia con olas de 2,5 metros. Cada franja costera lo sufrió con diferentes grados de tensión. En Hokkaido el mar saltó ligeramente los muros portuarios. En México solo hubo ligeras oscilaciones de nivel durante la marea alta, de apenas veinte centímetros, por lo que nadie se percató de que estaba frente a un tsunami.

La incertidumbre ahora está en las réplicas del terremoto. Los expertos predicen que habrá más de mil en la península rusa durante las próximas semanas. Los sismógrafos ya registraron este miércoles varias decenas, la mayoría débiles pero al menos tres explosivas, de 6,3 a 7,1 grados. Kamchatka se encuentra en el límite entre las placas de Okhotsk y el Pacífico. Las dos se encuentran en perpetuo rozamiento y este miércoles entraron en proceso de subducción.

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La fachada de una guardería se desplomó en Petropavlovsk-Kamchatsk. Reuters

La lámina deslizada podría medir 60.000 kilómetros cuadrados, algo más de una décima parte de España. Mientras una placa descendió, la otra se elevó, consiguiendo un efecto parecido al de una inmensa paleta empujando súbitamente enormes masas de agua. La cuestión es: si tan formidables fueron las fuerzas tectónicas y tan creíble la alarma de una ola inmensa, ¿por qué no llegó a aparecer? Quizá la respuesta sea la más sencilla. Es probable que el seísmo no fuera tan potente como para desencadenar un desastre así. «Sigue siendo enorme. pero los terremotos de 2004 y 2011 fueron gigantescos», subrayaba Melgar.

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