Miércoles, 7 de marzo 2018, 09:49
En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
REUTERS
En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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En la ciudad de Matmata, en los áridos valles del sur de Túnez, la gente ha vivido durante siglos en casas excavadas en la montaña cuya cubierta de tierra les proporciona protección contra el sofocante calor del verano y los vientos del invierno. En las últimas décadas, la despoblación rural ha provocado que muchas familias abandonen estas casas, conocidas como trogloditas. Las pocas personas que aún se mantienen en ellas lo hacen por necesidad o un sentimiento de pertenencia que los mantiene unidos a sus hogares y a la tierra. "Nuestra casa estaba abierta para los turistas, pero ahora, sin ellos, no ganamos nada. No quiero salir de la casa donde crecí," dice Tayeb, de 76 años, unos de sus moradores.
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