Las mexicanas exigen protección al Gobierno al grito de «los feminicidios son crímenes de Estado»
El asesinato de una niña de 7 años y de una joven en una semana colman la paciencia del país, donde 3.800 mujeres han muerto en un año
El asesinato de Fátima, una niña de 7 años cuyo cadáver apareció con signos de tortura en Ciudad de México, ha conmocionado al país y ha acabado con la poca paciencia que les quedaba a las mujeres mexicanas. Al igual que sucediera en días precedentes, una multitudinaria manifestación llegó frente al Palacio Nacional de la capital para exigir justicia por los recientes asesinatos -una semana antes de Fátima, otra joven murió a manos de su novio- y criticar las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, en un país donde más de 3.800 mujeres fueron asesinadas el año pasado según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Un millar de casos ha sido calificado como consecuencia de la violencia machista.
Al grito de «¡los feminicidios son crímenes de Estado!», las manifestantes exigieron al Gobierno mexicano que asuma su responsabilidad y frene la violencia de género. Las protestas feministas, que estallaron a raíz de la propuesta del fiscal general, Alejandro Gertz, de eliminar el delito de feminicidio y rebajarlo a homicidio agravado por razón de género, cobraron aún más fuerza tras los recientes asesinatos de dos mujeres.
El caso de Fátima es especialmente flagrante. La niña desapareció el 11 de febrero al salir de la escuela en la colonia de Xochimilco, en la capital mexicana. La pequeña esperaba a su madre cuando una desconocida se la llevó. Las imágenes de las cámaras de seguridad que muestran a la niña alejándose del centro de la mano de una mujer serían las últimas en las que se la ve con vida.
Su familia quiso denunciar la desaparición, pero el protocolo de búsqueda no se activó hasta pasadas 24 horas. El cuerpo de la niña fue encontrado cinco días después, envuelto en una bolsa de plástico, con signos de tortura y sin órganos. Incapaces de identificar el cadáver, tuvieron que recurrir a pruebas genéticas.
Tan solo una semana antes perdió la vida la joven Ingrid Escamilla, de 25 años, que fue mutilada a manos de su pareja. El asesino, además de matarla, descuartizó a la mujer frente a su hijo, un joven autista de 15 años. Al día siguiente, imágenes del cuerpo de Escamilla aparecieron en varios periódicos.
«Es inaceptable»
Las agrupaciones feministas convocaron entonces una movilización nacional en las principales ciudades del país como Guadalajara, Monterrey, Tijuana y Veracruz para manifestarse contra el Gobierno. «Estoy en contra del feminicidio. Es inaceptable, aborrecible y algo que debemos enfrentar con todos los medios, con toda la fuerza y las formas que tiene el Gobierno», dijo López Obrador en respuesta a las protestas en su contra.
Este martes, el presidente volvió a pronunciarse a raíz del caso de la pequeña Fátima, que de nuevo convocó varias movilizaciones populares. Sin embargo, su discurso fue otro. El mandatario atribuyó estas muertes a la «decadencia» del modelo neoliberal y defendió las políticas llevadas a cabo por su Gobierno: «Es muy lamentable que esto suceda y, desde luego, estamos haciendo todo lo que nos corresponde para evitarlo», aseguró López Obrador. Sin embargo, las cifras dicen lo contrario. Los 1.006 feminicidios -asesinatos por razón de género- ocurridos en 2019 suponen un incremento del 137% respecto a cuatro años antes.
Esta lacra podría ser aún peor si se modifica el tipo penal de feminicidio por el de homicidio agravado, advierte la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. «Significa un retroceso», aseguró la organización, ya que «invisibiliza el componente esencial de odio contra las mujeres». Por ello, instó a la Fiscalía General a que «no persista en la intención de modificar» ese apartado.
