Las casualidades del Jazz de Medianoche
En las sesiones nocturnas del Hotel Silken, conducidas por el pianista Luca Filastro, participaron el jueves músicos de Alemania, Italia, Estados Unidos y un puñado de jóvenes de Vitoria
Con entrada libre y siempre con buen ambiente, las Sesiones de Medianoche albergadas en el Hotel Silken y este estío conducidas por el trío del ... pianista italiano Luca Filastro, se extienden de martes a sábado durante dos horas, de medianoche hasta las 2, aunque la noche del jueves se prolongaron casi media hora más debido, o más bien gracias, a la onda participativa que se había generado en la segunda parte, en la jam session, que contó con un invitado especial, el clarinetista alemán Engelbert Wrobel, que había acabado ahí por una casualidad espacio-temporal de película de Christopher Nolan.
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Ya se respiraba aire de club activo y genuino durante el primer pase. Nada más entrar se veía a un puñado de músicos muy jóvenes con sus instrumentos preparados como si fueran armas de asalto. Estaba tocando el trío itálico, y el panel de propaganda de El CORREO, patrocinador del festival, se veía semi-tapado por la tapa del piano de cola del capitano italiano, quien mezclaba inglés, italiano y una gota de español en sus nítidas presentaciones del puñado de piezas de la 'tradicioni americani', este jueves siete muy bien interpretadas en trío durante el 'primo set', o sea el primer pase.
Había interés por la música y el respetable variopinti o variopinto, joven y veterano, masculino y femenino, nacional e internacional, se dividía en cuatro tramos a lo largo del salón hotelero: delante estaban los espectadores con sillas, luego los de los taburetes en las mesas altas para apoyar los codos y las consumiciones, más atrás los que seguían la sesión apretados y en pie, y al fondo, muchos hablando, los parroquianos del bar. Cerca de la barra muy bien atendida había abonados del festival, algunos técnicos de sonido fuera de servicio, y parece que pocos músicos reconocibles, entre ellos el flautista cántabro Juan Saiz, ahí pacientemente aguantando la chapa que le daba algún aficionado al jazz. Había más músicos haciendo el check in que en el salón.
Llegaba el run-run del fondo del bar en este 'primo set' o primer pase, pero alguien de delante chistó y se difuminó el rumor al instante. Y el trio, con solvencia y profundidad que llegaba más allá de una mera amenización hotelera, repasó standards como 'Darn that dream', 'Stompin' at the Savoy', 'Tea for two', la balada idónea para la medianoche 'Polka dots & moon beans' («beautiful ballad», dijo el transalpino, que presentó todos los títulos), y para acabar el primer pase un tema cantado, 'Rosetta', muy a lo Louis Prima / Ray Gelato.
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Catorce años después
Y, tras 21 minutos de intermedio, dio comienzo el segundo set, o sea la jam session, que se construyó con ocho standards más, todos con invitados. «La jam is open», animó el pianista Luca Filastro a los posibles músicos infiltrados entre la gran masa de público. La jam comenzó con altura gracias a un invitado especial, un 'special guest' alemán, el clarinetista Engelbert Wrobel, vestido con una camiseta cuyo mensaje preconizaba algo así como 'Puros y jazz alegran la vida'. Y él alegró la velada con su sonido mágico y tradicionalista, de hace un siglo, el adorado por Woody Allen. El teutón protagonizó tres redondas revisiones: la optimista 'Who's sorry now', la balada blusera con escobillas 'Poor butterfly', y una 'Oh, lady be good' con pimienta ragtime.
Engelbert Wrobel estaba hospedado en el Hotel Silken. Iba camino a Tamames, Salamanca, con su esposa Consuelo, una salmantina. Y en el mismo hotel vio esa tarde el cartel del 'Jazz de Medianoche', comprobó que tocaba Luca Filastro, y preparó su clarinete. Ya había tocado una vez con él en Roma, hace catorce años, y cobrando, no en una jam session. Desde entonces no se habían visto, aunque habían mantenido alguna comunicación gracias a Internet. La vez que tocaron juntos en Roma fue de casualidad también: el matrimonio viajó a la Ciudad Eterna una semana como regalo a su hija, que había acabado el bachillerato, y ahí el padre le pidió a un guitarrista amigo que le buscara algún concierto en esos días. Y le consiguió ese bolo con Luca, a quien no volvió a ver hasta este jueves, catorce años después. Una casualidad de película de Nolan, sí.
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Las dos siguientes piezas también las coprotagonizó Engelbert Wrobel acoplando su clarinete al saxo alto del vitoriano de 19 años Hugo Domínguez, que subió deprisa, vestido con chándal y sudadora con capucha. Hugo ha acabado sus estudios en el Conservatorio Guridi de la capital alavesa y continuará su formación superior en el Musikene donostiarra. Con él, en quinteto, los tres italianos, el alemán y el alavés, tocaron 'September in the rain' y 'C jam blues', dejando impresión de tener muchas tablas.
Ya había menos gente en el Silken y entonces vivimos otro gran momento, de sonido más moderno, en cuarteto con el baterista italiano, dos músicos de la vocalista de ese jueves en Mendizorroza, Jazzmeia Horn, que fueron el pianista rastafari Joel Holmes y el contrabajista Ameen Saleem, el de la camisa donde ponía '99 % jazz', más el guitarrista local Jay Obreke (es un nombre artistico). Estos cuatro encadenaron dos standards más, 'Nardis' de Miles Davis y 'Along together'.
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Y después, a modo de coda, los jóvenes músicos locales, que habían logrado sentarse en las primeras filas durante el intermedio, ocuparon el escenario para tocar el 'Strasbourgh / St Denis' de Roy Hargrove. Eran cuatro estudiantes vitorianos: Hugo e Ibai a los saxos, otro Ibai al bajo eléctrico (que se marcó un celebrado solo) y Héctor al piano. ¿Qué más casualidades de producirán en las reuniones de medianoche que quedan?
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