Sal Del Coche, tres nuevos gallos de Bilbao
El trío que lleva al extremo las experimentaciones de los disueltos Vulk presentó su debut, 'Ciudad de polvo', mejorando el resultado hasta el infinito
bilbao. Sal del Coche son tres tipos de Bilbao que facturan una onda que podríamos llamar 'no wave neoyorquina', y para subrayarlo se sirven de ... un saxo alto. Un par de ellos estuvieron antes en los siniestros Vulk, más tranquilos y atados al concepto de canción (ochentera), pero se disolvieron en la cima de su mini-fama. Ahora este nuevo trío lleva al extremo los paroxismos de Vulk y mantiene las maneras de gallitos en sus declaraciones, pero su primer disco, 'Ciudad de polvo', no es para tanto, es irregular, no les hace justicia y hasta le faltan canciones.
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Sal del Coche tienen también buena fama e incluso les califican de 'sensación de la escena bilbaína'. El caso es que tales ditirambos que están cosechando, erróneos según su opera prima, sí son justos y merecidos si se los aplican a su directo, y así se comprobó al principio de la tarde del viernes en la calurosa carpa Johnnie Walker, donde se cascaron un bolazo de 9 temas en 38 minutos, uno un lento en plan The Clash con melódica y sin batería, que iba pregrabada ('Herriko plaza').
Cantaron casi todo el rato como guapos enfadados, chillando las letras (casi todas en euskera) y cuando menos espetándolas. En trío con batería, bajo más saxofonista y teclista, Sal Del Coche (chulo nombre) sonaron abigarrados y urbanos, muy ochenteros. Arrancaron cual misa post metal, atracaron el industrialismo alemán de Einstürzende Neubauten, a la tercera sufrieron el pinchazo, y tras ello se relanzaron con free rock o no wawe como el tuétano de sus antecedentes bilbaínos Atom Rhumba (influidos por los 50), gozando de un sonidazo que hace mil pedazos a su disco ('Año 2000' y la siguiente).
Se marcaron una bonita melodía nada comercial (en la de 'Una carretera' o algo así), asimilaron la angustia post-punk en 'Salir de casa', hicieron dub a lo C. Tangana sucio 'En el edificio más alto' (a gritos, claro, y aquí con un solo de saxo sofisticado), y se despidieron con una pieza afterpunk que gustaría a Belako (con dos chicas a los coros). Un bolazo, insistimos.
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