Steve Earle, como un bardo contemporáneo
Steve Earle ·
El cantautor virginiano se mostró panorámico al repasar su larga carrera y fue revindicativo en tres canciones sobre las armas, el fentanilo y el duro trabajo mineroEstuvo contento y satisfecho en el Azkena el cantautor auténtico y persona de trato problemático Steve Earle (Stephen Fain Earle, Hampton. Virginia, 17 de enero ... de 1955), divorciado tantas veces que debe abonar un dineral mensual a sus ex (unas ocho), exdrogadicto, expresidiario, un tipo barbado, calvo y con melena, malencarado, con sobrepeso y descuidado al vestir (con lo guapo que era en sus pinitos), además de padre del difunto cantautor Justin Townes Earle (Nashville, 1982 - 2020). Ya actuó hace un par de décadas en el Azkena, con banda al completo, pero esta vez regresó en solitario y así dio un recital de 16 canciones en 64 minutos abierto con la versión de los Pogues 'If I Should Fall From Grace With God'. Al acabarla manifestó: «Uno de los más grandes compositores de la historia, aunque no se le entendiera cuando cantaba». En 1988 Earle grabó su canción 'Johnny Come Lately' acompañado por unos Pogues que se hallaban en la cima de su popularidad.
Los últimos lanzamientos del virginiano son un recopilatorio editado este año con las grabaciones completas en Warner, ¡127 canciones en seis horas y media!, y el anterior, de 2022, el álbum oficial 'Jerry Jeff' (Walker), de 10 cortes en 37 minutos, del cual solo recuperó ayer en el ARF su afamado 'Mr, Bojangles', un vals donde intentó que el público coreara. Sí, Steve Earle estaba contento y se le vio sonriendo entre bambalinas antes de salir. Entonces la gente le reconoció, le jaleó y el virginiano salió a escena seis minutos antes de lo previsto, deseoso de aprovechar el tiempo y hablando lo justo a la concurrencia.
Sobre un escenario desnudo, sin tarima ni telón de fondo (lo habían despejado tras la contundente actuación de los euskaldunes Liher), Steve Earle, de cara al sol, aparentemente cansado pero atalonado con seguridad sobre el inmenso escenario, mirando a los fans apoyados en la valla, cantó muy bien y se acompañó de dos guitarras y una mandolina (más una armónica apoyada en un soporte sobre el pecho). Así, concentrado, repasó de modo panorámico canciones con pulsación rock en los que uno se imaginaba una guitarra twang sonando de fondo y subrayando la melodía ('Guitar Town', 'Taneytown', 'I feel alright'), piezas de folk a la manera de un bardo contemporáneo ('My Old Friend The Blues', 'Goodbye'. Esta última la presentó así: «Algunas chicas van mejor para las canciones que otras, y esta era particularmente buena», y al acabarla mereció una emotiva ovación. Las dos últimas, con mandolina: 'Galway girl', céltica y coreada, más la despedida con 'Copperhead Road'), y algún blues ('You're the Best Lover That I Ever Had', ¿lo compondría cuando era guapo?).
Y hubo tres canciones especialmente concienzadas: la metafórica 'The Devil's Right Hand', que canta sobre el Colt 45 para oponerse a la proliferación de armas; 'It's About Blood', para los mineros, recordando un accidente en que murieron 29 hombres, cuyos nombres citó uno a uno al final de la canción; más el recuerdo a su hijo difunto, «un gran cantautor», como le definió, y de quien dijo que había muerto por fentanilo que había en una bolsa de cocaína. El fentanilo, un opiáceo que está provocando demasiadas muertes en USA.
Bien Steve Earle, que se dejó en el tintero canciones como 'CCKMP' y que salió a escena peor vestido que El Drogas, que actuó después en el escenario grande.
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