King Salami y el pulpo de dos brazos
El cuarteto plurinacional de exótica bailonga surfeó en la carpa del Trashville a la misma hora que Iggy Pop
A la misma hora que Iggy Pop estaba dando uno de los tres mejores conciertos, si no el óptimo, del Azkena Rock Festival, actuaban en la carpa Trashville los tales King Salami & The Cumberland Three, una carpa que por fin no parecía un horno (era la 1 de la madrugada, la tormenta vespertina había aclarado el ambiente....) y no estaba atestada de público, o sea que hasta se podía bailar sin tener que rozarte con otro bípedo. Quizá por eso King Salami dijo antes de empezar su bolo de unos 17 temas en 62 minutos: «Dios bendiga a Iggy Pop».
Nos perdimos la segunda mitad del show descomunal de Iggy, pero menos mal que el caribeño Salami y los suyos, un español, un francés y un japonés, se batieron el cobre con un repertorio de exótica, garaje, rock and roll, surf y mucho ímpetu bailón ejecutado con precisión esquelética y toneladas de ganas de juerga. «Cuando venimos a vuestro país sabemos lo que significa 'fiesta'», elogió Salami, quien nos hablaba como un feriante en una noche de verano, se expresaba teatral, intercalaba onomatopeyas, surfeaba en el aire expulsando burbujas durante los temas instrumentales y presumía soltando cosas como que «si no sabéis cuál es 'The pulpo dance', mirad cómo lo bailo yo», y se puso a danzar moviendo solo dos brazos, ¡cuando ese rico animal es un octópodo!
Pero todo lo demás lo hizo bien, ¿eh?, en un Trashville que estaba lleno pero no apretado y que cuando acabó el show de Iggy Pop se llenó de fanáticos que congestionaron otro día más la carpa donde se habían fajado King Salami & The Cumberland 3, que arbitraron rhythm and blues acelerado ora a lo Dr. Feelgood ora vía Crawdaddys, que lo mismo resonaron a Barrence Whitfield que a los Sonics, o a los Dead Kennedys por el tono vocal de Jello Biafra que a los Stooges (¡un riff de una de sus canciones fusiló el 'TV eye' que La Iguana acababa de cantar en el escenario principal!), y cuyo descarado líder se atrevió a recomendar en español. «La cerveza local es un bien a proteger», ordenó a toda la carpa que se acuclillara (¡y le obedecieron!), que bailó con una chica a la que subió al escenario (y ella le aguantó el reto, de hecho se movió mejor, más en éxtasis risueño), y que se acordó de que hace poco estuvieron tocando en un festival alavés más pequeño, en Maeztu. ¡Cómo molan Salami!, y los suyos, porque son divertidos y a la vez saben tocar y están muy ensayados (engrasados).
