«Cuanto antes normalicemos la diversidad cultural, más fácil reduciremos los prejuicios»
Las aulas albergan un 30% más de alumnos extranjeros en los últimos cinco años; con diferentes talentos, capacidades e intereses
Leire Larrazabal
Domingo, 12 de octubre 2025, 21:27
Es un hecho. Nuestra sociedad es de lo más diversa y, lógicamente, las aulas donde estudian nuestros hijos no son una excepción. Según las cifras, el sistema educativo tiene la mayor cifra de alumnos extranjeros de su historia, 1.125.860, es decir, 30% más que hace un lustro. De esta forma, se agolpan estudiantes con diferentes talentos, capacidades e intereses. Diversidad que a la postre es sinónimo de riqueza. Con las aulas ya en plena ebullición, Juliana Azevedo, profesora del Máster en Educación Inclusiva e Intercultural de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ofrece claves para armonizar un aula diversa.
- ¿La diversidad se ha convertido en una de las características más importantes de nuestros centros? Con sus pros y sus contras, pero mayoritariamente más ventajas que desventajas...
Sí, sin duda. Una de las principales ventajas es que los centros educativos diversos se convierten en un reflejo de la sociedad real. Los niños no deberían crecer en entornos aislados o 'burbujas' y si la sociedad es diversa, la escuela debe ser el primer espacio donde esa diversidad se vea. La forma natural en que los niños acogen la diversidad supone una oportunidad para desarrollar competencias clave, como la intercultural, de una forma menos 'aprendida' y más experiencial. Esta convivencia desde edades tempranas favorece el enriquecimiento cultural y lingüístico, así como la reflexión sobre cuestiones globales, por ejemplo.
Por otra parte, los retos que se presentan son importantes. Por un lado, es necesario disponer de recursos materiales y humanos que puedan atender esta diversidad de manera asertiva y personalizada a nivel de centro. Por otro lado, no podemos normalizar que los docentes se formen 'sobre la marcha'. Es crucial anticipar los desafíos y diseñar itinerarios formativos que les ayuden a responder a la creciente complejidad que cada año se presenta en los centros. En este sentido, proyectos colaborativos entre universidad-escuela y comunidades de práctica son estrategias que pueden favorecer este acompañamiento y minimizar la sobrecarga emocional de los docentes y su sensación de aislamiento ante los retos del aula.
- La diversidad hay que entenderla como enriquecimiento tanto para el alumnado de aquí como para el que ha venido.
Totalmente. Es posible fomentar una retroalimentación positiva entre quienes reciben y quienes llegan. El bagaje cultural diverso que muchos estudiantes españoles y extranjeros traen desde sus entornos familiares puede contribuir a ampliar una mirada crítica y reflexiva sobre la realidad social en que viven y sobre ellos mismos. Asimismo, convivir con necesidades educativas específicas y abordarlas de manera natural es un factor clave para la aceptación de las diferencias. Este proceso beneficia la convivencia en el centro e incluso sirve como una herramienta de prevención del acoso, ya que promueve actitudes de respeto y empatía desde edades muy tempranas. No obstante, el profesorado necesita saber cómo ponerlo en práctica en sus aulas y, además, necesita del apoyo de las familias, para que este sea un valor de la comunidad educativa.
- Nosotros, como padres, ¿qué podemos hacer para acoger a esos alumnos y familias con realidades diversas?
Las familias son el primer ejemplo para los niños y un punto de partida es la manera cómo acogen las nuevas familias. En este sentido, pueden apoyarlas ofreciendo información práctica sobre el centro, orientando a sus hijos a formular preguntas respetuosas e integrar los nuevos compañeros en las actividades... Un buen recibimiento por parte de la comunidad educativa es un factor de éxito para esta integración, tanto de los alumnos, como de sus familiares. Cuanto antes normalicemos la diversidad cultural y las necesidades educativas desde los entornos familiares, más fácil reduciremos los prejuicios y favoreceremos la convivencia en el centro.
- ¿La diversidad en el aula no solo es sinónimo de enriquecimiento personal, también académico?
La experiencia actual no nos corrobora esta afirmación, pero podríamos afirmar que hay un gran potencial para ello. Cuando trabajamos con la diversidad, buscamos metodologías más activas e inclusivas, que contemplen diferentes estilos de aprendizaje y niveles de rendimiento académico, como son los proyectos, el aprendizaje basado en problemas, el aula invertida... Esto nos lleva a ofrecer experiencias de aprendizaje más completas, que permitan a los estudiantes demostrar sus conocimientos de diferentes maneras. Además, este enfoque metodológico fomenta el desarrollo de aspectos actitudinales que se desprenden del razonamiento crítico, la resolución de problemas y el trabajo colaborativo propuestos en esas metodologías. En otras palabras, la pluralidad impulsa a los estudiantes a trabajar de diferentes maneras, considerando la diversidad de perfiles de profesorado un esfuerzo a la hora de diseñar y luego, personalizar las experiencias de avance de las herramientas de IA, que nos puede apoyar en el diseño y desarrollo de recursos. No obstante, en función de las necesidades del alumnado, no siempre es posible que el profesor trabaje y ejecute esta propuesta solo. Este proceso, aunque desafiante, terminará beneficiando a toda la comunidad educativa, por lo que, debe ser un objetivo a nivel de sistema educativo y no únicamente del profesorado.
- Los adultos debemos dar ejemplo de ello.
Los niños y niñas aprenden a través del ejemplo. Las familias son las primeras en aceptar y acoger la diversidad, incluso cuando no se tratan de hogares con necesidades específicas o con bagaje cultural y lingüístico distinto. Desde el ámbito familiar, es importante utilizar un lenguaje respetuoso, intervenir ante burlas, animar a los hijos a jugar o mostrar interés por el compañero que llega, entre otras acciones.
- En definitiva, el respeto y la tolerancia se deben imponer.
El respeto debe prevalecer como un principio no negociable, tanto en los centros, como en toda la comunidad educativa. En este sentido, es esencial impulsar acciones transversales, más allá de la tolerancia y que promueva una verdadera inclusión. Para avanzar hacia una naturalización de la diversidad, es necesario comprenderla no como una excepción, sino como un reflejo de un fenómeno social. Esto implica un cambio de cultura, recursos y acciones específicas para que se convierta en un aspecto enriquecedor de la vida de los alumnos de hoy. No es un proceso fácil, pero resulta imparable si queremos avanzar como sociedad.
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