El niño que ha cautivado al mundo con su baile bajo la lluvia
Un vídeo viral puede cambiar la vida de Anthony Mmesoma Madu, un estudiante de ballet de 11 años residente en Lagos, la mayor ciudad de África
El vídeo que grabó el profesor de Anthony Mmesoma Madu antes del verano no tenía mayores pretensiones. Ni siquiera llegaba al minuto de duración y su propósito consistía simplemente en documentar la técnica de baile del niño para, después, corregir junto a él algunos errores. Todo en el breve clip es modesto, sobre todo su escenario, un patio de hormigón con unas cajas de botellas apiladas y una fuente al fondo, donde se puede ver a una mujer de espaldas. Y, sin embargo, algo en esas imágenes ha atrapado a millones de espectadores hasta convertir el vídeo en uno de los éxitos virales de los últimos meses: la clave de tanta fascinación está, cómo no, en el propio Anthony, que danza descalzo bajo la lluvia con un gesto de absoluta entrega y determinación, como si nada en el mundo importase más que esos pasos y esas piruetas que describe su cuerpo de 11 años. La sensación de solemnidad se ve incrementada por el silencio, ya que no suena ninguna música y, por encima del rumor de la lluvia, se escucha perfectamente el chapoteo de los pies del niño sobre los charcos y el suelo mojado.
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Anthony vive en Ojo, un suburbio periférico de la ciudad nigeriana de Lagos, la mayor metrópoli del continente africano. Su vocación de bailarín clásico, tan ajena a la cultura dominante en el país, surgió mucho antes de que existiese la más remota posibilidad de transformarla en realidad: fue por culpa de la película 'Barbie y las 12 princesas bailarinas', que descubrió al pequeño la existencia del ballet y lo deslumbró con la belleza del cuerpo en movimiento, aunque se tratase de cuerpos de dibujos animados. Anthony le dijo a su madre, muy convencido, que quería bailar, pero poco podía hacer ella para ayudarle a cumplir ese sueño. La sorpresa llegó cuando la familia se mudó a Ojo: allí funciona desde 2017 la academia Leap Of Dance, que ofrece clases gratuitas a los niños que se interesan por la disciplina, en su inmensa mayoría chicas. No se trata de un negocio convencional, o más bien no se trata de un negocio en absoluto: su fundador y profesor, el bailarín autodidacta Daniel Ajala, recibe a los doce alumnos en su propio piso y, después de apartar los muebles a un lado del salón, les enseña todo lo que sabe, aunque Facebook le ha permitido reclutar a tres profesores voluntarios que les imparten clases a través de la red desde Estados Unidos. Eso, cuando se puede, porque el domicilio de Ajala solo recibe suministro eléctrico cada dos días, que es por lo que los niños se han acostumbrado a bailar sin música.
Ni malo, ni indecente
El propio Ajala se enamoró también del ballet gracias a una película (en su caso, fue 'Espera al último baile') y se formó a través de YouTube, ante la imposibilidad de encontrar un maestro. Fue a la universidad y estudió administración de empresas, pero no estaba dispuesto a dejar que se escapase su sueño de bailar, aunque fuese enseñando a otros. Al poner en marcha Leap Of Dance, tuvo que afrontar dificultades materiales como la carencia de equipo, ya que ni siquiera con fondos resulta fácil encontrar en Lagos mallas de ballet. Solventó ese problema gracias a Traveling Tutus, una ONG de Florida que envía vestimenta de segunda mano a estudiantes desfavorecidos. Sin embargo, lo más duro fue combatir los prejuicios de sus compatriotas: «La gente preguntaba qué hacíamos. Tuve que convencerles de que el ballet no era una danza mala ni indecente, sino algo que requiere un montón de disciplina y que iba a tener efectos positivos en las vidas de sus hijos. Yo siempre digo que no se trata del baile en sí mismo, sino del valor de la educación que implica», ha explicado en una entrevista con 'The New York Times'. Además de enseñar a sus alumnos pasos y técnicas, Ajala dedica una jornada semanal a repasar sus estudios del colegio y trata de mejorar su oratoria y su redacción. También les prepara la comida, porque algunos de ellos tienen que caminar una hora para llegar al apartamento-academia.
El pequeño Anthony sabe bien lo que es luchar contra todas esas ideas preconcebidas, que ven el ballet como una práctica extranjerizante y reservada solo a las niñas. «Yo quiero ser diferente», responde a quienes le critican. Su vídeo recibió el empujón de la actriz estadounidense Viola Davis, que lo compartió con sus seguidores en las redes: «Me recuerda la belleza de mi gente: creamos, nos elevamos, podemos imaginar, sentir una pasión desatada y amar a pesar de los obstáculos brutales que nos han puesto delante. ¡Nuestra gente puede volar!», comentó. También la actriz y cantante británica Cynthia Erivo, de padres nigerianos, se sintió cautivada por la danza de Anthony y puso al niño y a su profesor en contacto con el American Ballet Theatre, una de las compañías más importantes de Estados Unidos. Sus responsables han decidido conceder al niño de Lagos una beca para estudiar en Nueva York, aunque, como es demasiado joven, de momento recibirá formación 'online'. «Cuando mis amigos me ven bailar, preguntan qué estoy haciendo, si es algún baile extranjero -ha comentado Anthony a 'The Times'-. Ahora he ganado la gran recompensa de montarme en el avión e ir a Estados Unidos: el ballet ha hecho eso por mí».
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