El PNV refuerza su hegemonía
Los jeltzales cumplenel objetivo que se habían marcado de ganarun parlamentario por territorio aunque la abstención les penaliza
El PNV ha reforzado su hegemonía en Euskadi al sumar un parlamentario más en cada territorio histórico, el objetivo que se había marcado desde el ... inicio de la campaña, y alcanzar los 31, frente a los 28 que obtuvo en 2016. La victoria de los jeltzales era un hecho y todas las encuestas les pronosticaban un aumento en el número de escaños, pero las urnas debían clarificar su rotundidad; es decir, si se movía en números más o menos similares a los de hace cuatro años o se disparaba. Iñigo Urkullu encadenará su tercer mandato consecutivo y lo hará con la tranquilidad de saber que la alianza de su formación con el PSE tendrá su primera mayoría absoluta en un momento de especial sensibilidad y dificultad en la búsqueda de una salida a la crisis.
El partido de Andoni Ortuzar ha ganado las elecciones de manera incontestable -ha sido el más respaldado en las tres provincias y se ha quedado a un solo parlamentario de igualar su mejor registro en solitario, que data de 1984-, aunque una lectura pormenorizada del escrutinio permite comprobar que la elevada abstención le ha penalizado. No en el porcentaje de papeletas -ha aglutinado más del 39%, casi dos puntos más que en las últimas autonómicas-, pero sí en el resultado global de votos -en torno a 50.000 menos que entonces y 30.000 respecto a las generales de noviembre de 2019-. De los casi 349.000 sufragios que fueron a parar ayer al PNV, más de 200.000 salieron de Bizkaia (12 representantes en la Cámara de Vitoria), más de 108.000 de Gipuzkoa (diez) y 40.000 de Álava (nueve).
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Los dirigentes peneuvistas habían advertido en los últimos días contra el eventual efecto narcotizante que podría tener entre su potencial electorado el hecho de que todos los sondeos les favorecieran. Incluso agitaron el fantasma del riesgo de la llegada de la extrema derecha al Parlamento -como así ha sucedido finalmente- para movilizar a los suyos en Álava. A diferencia de lo que ha ocurrido con otras formaciones, sobre todo entre Elkarrekin Podemos y EH Bildu, no se ha producido un trasvase de voto jeltzale a siglas 'rivales', lo que confirma que muchos de sus simpatizantes se han quedado esta vez en casa. Lo que es imposible determinar es si lo han hecho porque veían el triunfo asegurado, por temor al contagio de la Covid-19 o porque estaban de vacaciones. «A todos y todas nos hubiera gustado una participación mayor», reconoció Ortuzar en Sabin Etxea en la celebración de la victoria.
Espacio nacionalista
Los miembros del Euzkadi buru batzar (EBB) siguieron con máxima atención el desarrollo del escrutinio desde la sede central de Bilbao. Para valorar sus resultados pero, también, para mirar con detenimiento el comportamiento de la izquierda abertzale, la segunda fuerza de la Cámara, en su particular pugna por el espacio nacionalista. Y es que en algunos momentos de la noche la diferencia virtual entre jeltzales y soberanistas era de siete representantes frente a los diez que arrojaron las urnas en 2016. Al final se quedaron en nueve.
También ha salido reforzada la figura de Urkullu, una apuesta que se ha demostrado segura en una cita con las urnas con importantes condicionantes previos y en las que la gestión tenía a priori un peso considerable. La política del PNV en Madrid no parece haber tenido efecto negativo alguno en las elecciones vascas a pesar de ser el aliado más fiel del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Los socialistas, sin embargo, no han rentabilizado como esperaban el efecto Sánchez y el descalabro de los morados ha sido evidente.
En una reciente entrevista con este periódico, Urkullu aseguraba que ante el complicado proceso de reconstrucción que se avecina era el momento de posicionarse en favor de la estabilidad frente a las incertidumbres de otras fórmulas, en alusión al tripartito de izquierdas. Y la estabilidad, aunque no lo decía expresamente, es un nuevo pacto de coalición con el PSE.
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