Enchufe genealógico
La alcadesa de Móstoles resiste en el cargo tras transformar el Ayuntamiento en una agencia de empleo para familiares y amigos
Noelia Posse pasó de ser concejala de Obras y Festejos a alcaldesa de Móstoles en febrero de 2018, tras la renuncia del anterior alcalde, socialista ... como ella, por motivos personales. En las municipales de mayo revalidó su cargo y se declaró orgullosa de sus orígenes. «El ascensor social funciona», celebró. «Una vez te subes a él los límites solo los ponemos nosotros».
Fue a comienzos de septiembre cuando se supo que los límites de Posse iban a ser problemáticos. Estaba llenando el ascensor social de familiares. Había creado para su hermana un puesto de libre designación en el Ayuntamiento («Coordinadora de Mensajes y Redes Sociales») con un sueldo anual de 52.000 euros. A su tío, auxiliar administrativo del área de Cultura, lo había ascendido a director técnico de Deportes, lo que le suponía un incremento salarial de 1.607 euros al mes.
Parecía la clásica revelación que termina con una carrera política. Cómo pensar que sería aún mejor. Noelia Posse se hizo fuerte en el cargo. Dijo que la oposición no aceptaba la derrota en las urnas. Comenzó a hablar de sí misma en tercera persona («Se ha vendido a la ciudadanía que Noelia Posse ha contratado a sus familiares»). Y el escándalo no dejó de crecer. Un mes más tarde los periódicos recurrían a infografías para intentar explicar todos los cargos y ascensos que se habían distribuido entre amigos y parientes.
El resultado era una mezcla entre el esquema familiar y el cuadro eléctrico: un árbol genealógico de enchufes. La alcaldesa había puesto a una amiga íntima como jefa de su gabinete. Y al amigo íntimo de otra amiga íntima como gerente del Instituto Municipal del Suelo. Y mejoró con un complemento de 800 euros el sueldo mensual de su expareja. También se supo que en 2018 había colocado como gerente de Urbanismo a un militante socialista hijo de un histórico militante socialista que no contaba con la experiencia necesaria para el cargo. A la empresaria que le certificó falsamente esa experiencia, Noelia Posse también la colocó en el Ayuntamiento.
El resultado era una mezcla entre el esquema familiary el cuadro eléctrico
Móstoles es una ciudad de 200.000 habitantes, el segundo municipio más poblado de Madrid. Su Ayuntamiento maneja un presupuesto de 118 millones. Que Noelia Posse siga al frente resulta extraordinario. Tras cesar a todos los cargos colocados a dedo, asegura que ha rectificado «escuchando a la gente». No parece importarle que el PSOE la haya suspendido cautelarmente de militancia, que sus socios de Más Madrid hayan abandonado el gobierno o que todos los grupos a excepción del PSOE hayan votado a favor de su reprobación.
Hay algo de maravilloso déspota babilónico en esta mujer de 41 años que es concejal desde los 23. No piensen que su pronta dedicación a la política la alejó del mundo laboral. Al contrario, el mismo año que entró en el Ayuntamiento obtuvo una plaza de albañil municipal en unas oposiciones asombrosas: ella obtuvo la máxima calificación. El alcalde de entonces asegura que el primer día de trabajo Noelia Posse reconoció que no sabía «coger una paleta» y pidió «un sitio digno» para ella.
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