El sistema de pensiones premia más las carreras laborales cortas que las largas: ¿por qué? ¿es esto sostenible?
El centro de estudios Fedea propone retrasar la edad de jubilación y revalorizar las prestaciones por debajo del IPC para equilibrar las cuentas de la Seguridad Social
Jorge Murcia
Lunes, 6 de octubre 2025, 12:58
Los jubilados con carreras de cotización más cortas resultan más beneficiados por el sistema de pensiones que aquellos con más años trabajados. Es una de las conclusiones a las que llega el centro de estudios Fedea, autor de un informe que analiza cómo afrontar «el desafío» de mantener unas finanzas públicas saneadas «en un entorno de envejecimiento demográfico».
El estudio se titula 'Una visión actuarial del sistema de pensiones de jubilación español', y para su elaboración utiliza una técnica basada en el Tanto Interno de Rendimiento (TIR) del sistema de pensiones. Se trata de un indicador que mide la relación entre las cotizaciones pagadas por los trabajadores a lo largo de su vida y las pensiones vitalicias que estos perciben tras la jubilación. En definitiva, una especie de índice de rentabilidad financiera que el sistema ofrece a sus participantes.
Ese TIR es más elevado (del 5,89%) en las pensiones de trabajadores con menos de 25 años cotizados, y disminuye progresivamente cuanto más extensa es la carrera laboral: es del 4,38% para las de duración de entre 25 y 35 años; del 3,55% en el caso de trabajadores con entre 35 y 45 años cotizados; y del 3,07% a partir de los 45 años.
En este resultado, advierten los autores del estudio, también influye el hecho de que los jubilados con carreras de cotización más cortas «perciben más complementos a mínimo». Es decir, el diferencial que se añade a una pensión contributiva para que alcance el importe mínimo establecido en cada momento. Si se eliminan esos complementos -y también los de la brecha de género- se obtiene el TIR contributivo, que sigue siendo decreciente con los años cotizados, «pero las diferencias se suavizan», con una horquilla de 0,9 puntos entre el intervalo de menos años cotizados y el de más.
El informe también detecta «un mejor trato del sistema» hacia la modalidad ordinaria y demorada de jubilación frente a la anticipada. Y también hacia las bases reguladoras altas respecto a las bajas.
Insostenibilidad «estructural»
A la hora de medir la sostenibilidad del sistema de pensiones de jubilación Fedea toma el TIR contributivo y lo compara con el crecimiento económico a largo plazo. De este análisis se desprenden dos resultados destacables. Por un lado, ese TIR está por encima del avance de la economía en los últimos 40 años. Un diferencial que el centro de estudios cuantifica en aproximadamente 0,4 puntos, y que indicaría «insostenibilidad de fondo o estructural» del sistema. Un desequilibrio «aún más evidente» si la comparación se realiza con el crecimiento económico que estima el Ageing Report (Informe de Envejecimiento de la Comisión Europea) para el futuro. En este caso, el exceso de TIR contributivo se sitúa en 1,4 puntos.
Fedea incluye en su informe una serie de reflexiones y propuestas sobre la sostenibilidad del sistema. Una primera línea de actuación «es confiar en que el crecimiento económico a largo plazo sea superior al observado históricamente y se sitúe en torno al 2,6%», lo que permitiría cubrir la brecha de insostenibilidad. Y mientras tanto utilizar las transferencias del Estado para compensar el desequilibrio entre cotizaciones y pensiones contributivas.
No obstante, el centro de estudios sospecha que esta herramienta -las transferencias del Estado hacia la 'hucha' de la Seguridad Social- se puede convertir, más allá de un recurso puntual, «en una política permanente que implicará un aumento de la deuda del Estado o un aumento de impuestos».
Las transferencias para pagar gastos contributivos «suponen un traslado del déficit de una parte de las administraciones públicas, la Seguridad Social, a otra, la Administración General del Estado».
Una segunda vía para afrontar la insostenibilidad estructural sel sistema contributivo de pensiones es actuar sobre la normativa de cotizaciones y cálculo de la pensión. Aquí entran las reformas paramétricas y estructurales. Estas últimas, como el paso de un sistema de capitalización o mixto, «son muy difíciles de implementar».
No tendría ese problema la adopción de cuentas nocionales. Se trata de una ya vieja receta que consiste en crear una cuenta virtual individual para cada trabajador donde se acumulan sus cotizaciones a lo largo de la vida laboral, y los rendimientos teóricos generados por esas aportaciones, calculados a un tipo de interés escogido. En el momento en el que se jubila, el trabajador recibe una pensión derivada del fondo nocional acumulado y de la esperanza de vida media a esa edad.
En cuanto a los cambios paramétricos, pueden estar vinculados «a la evolución de algún indicador importante que influye en la sostenibilidad, como el crecimiento económico o la esperanza de vida», o cambios puntuales, «la elección política preferida» por los últimos gobiernos.
Jubilarse a los 68 años
Teniendo en cuenta estos antecedentes Fedea realiza una serie de propuestas para reequilibrar el sistema. En primer lugar, aumentar la edad de jubilación. Si ese incremento representa las dos terceras partes del aumento en la esperanza de vida supondría -según las proyecciones del INE, y tomando 2027 como año base con una edad de jubilación de 67 años- que el momento del retiro se situaría en 68 años en 2047 y de 68,5 años en 2061.
Otra solución pasaría por aumentar el periodo de cálculo de la base reguladora a toda la vida laboral, y no cogiendo 25 años, como sucede ahora. «Con salarios reales crecientes a lo largo de la vida laboral, ampliar el periodo de cálculo supone una menor base reguladora y pensión. La elección de los mejores años, sin embargo, reduciría la eficacia de esta medida», dicen los autores del estudio.
La medida «más eficaz» sería revalorizar las pensiones por debajo del IPC, porque afecta a todas las pensiones. Pero probablemente también sea la menos popular y políticamente viable».