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Marlene Dietrich en una imagen de la película.
Música económica

Lencería, submarinos, salami y pasión en el mercado negro

En 'Black Market', una de las canciones de la película 'Berlín Occidente', Marlene Dietrich describe la economía informal que se impuso en la capital alemana tras la Segunda Guerra Mundial

Domingo, 25 de abril 2021, 01:25

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Hay canciones que implican un viaje en el espacio y en el tiempo. En realidad, todas lo hacen en cierto sentido, pero existen ejemplos especialmente poderosos, que nos remiten de manera ineludible a un momento y un ambiente. 'Black Market' es una especie de concentrado del Berlín posterior a la Segunda Guerra Mundial: el compositor Friedrich Hollaender (que creció en Berlín y emigró a Estados Unidos tras la ascensión al poder de los nazis) le dio ese tono de cabaret decadente que asociamos de inmediato con la capital alemana, la letra describe con detalle la economía informal que se impuso en la ciudad durante la posguerra... y la voz, en fin, la voz es la de Marlene Dietrich, el gran mito berlinés, que había rechazado las tentadoras ofertas del Tercer Reich y se había afincado también en Norteamérica. La canción pertenece a la banda sonora de 'A Foreign Affair' (o 'Berlín Occidente', si usamos el título que recibió en España), un largometraje de 1948, dirigido por Billy Wilder, en el que Marlene interpreta a Erika von Schlütow, una cantante de cabaret que en el pasado fue amante de dirigentes nazis y en el presente se busca la vida en la almoneda del Berlín ocupado, repartido entre estadounidenses, soviéticos, británicos y franceses.

«Los mercados negros de la posguerra berlinesa son lugares de memoria bien conocidos y frecuentados. Las imágenes de alemanes y soldados aliados intercambiando mercancías delante de la Puerta de Brandeburgo o las ruinas del Reichstag constituyen una parte esencial de la memoria colectiva de los alemanes», escribe Malte Zierenberg, profesor en la universidad berlinesa de Humboldt. «Nadie sabe el tamaño exacto de los mercados ilegales, pero tenían que ser grandes. Estimaciones de la época asumían que a veces un tercio de todos los productos y servicios de Berlín se comerciaban en el mercado negro», añade. La cultura del trueque implicó cambios en la estructura social, porque cualquiera podía convertirse en un contacto de tipo económico, y por supuesto el amor y el sexo formaban parte de los bienes que se intercambiaban.

Arte a cambio de carne enlatada

Eso es lo que nos cuenta 'Black Market', con una letra en inglés salpicada de términos alemanes y franceses, como un reflejo de aquel mundo en miniatura. Según Steven Bach, biógrafo de Marlene Dietrich, se trata de la pieza «más amarga» de una banda sonora que se caracteriza por composiciones «oscuras, corrosivas, burlonamente románticas». La actriz y cantante nos lleva al mercado, a la vuelta de la esquina en Budapester Strasse: «Os mostraré cosas que no podéis conseguir en ningún otro sitio», nos tienta, y arranca la enumeración: «Huevos por estatuillas, / sonrisas por cigarrillos. / ¿Tienes algunos ideales rotos, / como anillos de boda? (...). / ¿Quieres mi figura de porcelana? / ¿Un reloj, un submarino? / ¿Lencería negra de Wien [Viena]? (...). / Lazos para las chicas, / chicle para besar, / relojes de cuco y tesoros, / mil pequeños placeres. / Ven y mira mi caja de música. / ¿El precio? Solo seis cartones». En el mercado negro se puede comprar desde leche hasta microscopios, pasando por leberwurst [salchicha de hígado] o jabón, pero también hay productos valiosísimos y servicios de otra índole. «Tú te llevas arte, yo me llevo carne enlatada. / Para ti, a cambio de tu ración de combate, / mi pasión».

Puede parecer un inventario exagerado, pero, según las crónicas de la época, no lo es en absoluto. El historiador militar Kevin Conley Ruffner se refiere al mercado negro berlinés como «un gran bazar» en el que se mezclaban tropas, civiles, refugiados y soldados alemanes desmovilizados y donde se podía encontrar «cualquier cosa» a la venta o disponible para trueque. «Los soldados estadounidenses compraban diez paquetes de cigarrillos por cincuenta centavos en el PX [el economato de las tropas] y los vendían por cien dólares», detalla, además de «intercambiar mercancías por preciosos artículos alemanes, como antigüedades, arte, reliquias familiares, joyería, alfombras, porcelana...». Según sus datos, en julio de 1945 el ejército estadounidense pagó un millón de dólares a sus tropas en Berlín, pero los soldados enviaron a sus hogares tres millones.

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