Guerra en el IMQ con armamento moderno
Econfidencial ·
La batalla desencadenada en el seno del Igualatorio Médico Quirúrgico, una aseguradora de salud que opera en Bizkaia, Álava y Gipuzkoa -una institución de arraigo, ... ahora que el término está de moda-, puede ser objeto de estudio en cualquier escuela de negocios. Para las que, como el IESE, basan buena parte de la formación de sus alumnos en lo que se denomina en «estudio del caso', con el análisis de experiencias reales en el mundo de los negocios, éste es oro molido.
La cuestión de fondo es conocida. Un grupo de accionistas y también médicos, han iniciado un movimiento que trata de sumar adeptos para romper las rigideces en la venta de sus acciones. El 44% de los médicos-accionistas del Igualatorio son ya pensionistas y en este colectivo empieza a pesar más que cualquier otra la idea de vender sus títulos de propiedad al precio más elevado posible. Lógico. El IMQ, con instinto de protección y porque estaba concebido más como un instrumento de colaboración entre médicos que como una empresa -el paso del tiempo, el crecimiento y la competencia le han llevado a ser más lo segundo-, tiene controlado el precio de transmisión de las acciones y la oferta siempre es a un valor muy por debajo del que puede alcanzar en el mercado. Aunque ya se sabe que el valor es un concepto teórico hasta que alguien presenta una oferta. Para el consejo actual, que admite la necesidad de acercar la salida de sus accionistas a un valor de mercado, una operación de este tipo debe hacerse con cuidado para evitar que la compañía caiga en manos de algún «fondo buitre». Tiene su lógica, también. El problema de fondo viene de que la institución tiene alma de cooperativa pero estructura legal de sociedad anónima. Como el agua y el aceite, ambas situaciones tienen a chocar y a impedir una buena mezcla.
Pero esta batalla ha incorporado elementos muy novedosos. El primero de ellos, que un reducido grupo de médicos decida lanzarse al ruedo rodeados de un impresionante aparato de profesionales expertos en estas lides. Una firma de abogados de primer nivel, una agencia de comunicación multinacional y un banco de negocios, forman parte del armamento. Unos actores que, ya lo han reconocido, actúan con el formato de «pago por éxito». Esto es, si como fruto de la iniciativa consiguen vender un paquete importante de acciones del IMQ a algún inversor externo -compañía de seguros, fondo de inversión, etc.- cobrarán una comisión, que han evaluado entre el 4% y el 5% del monto total. Si, por ejemplo, consiguen vender el 50% de las acciones de la entidad, a un precio de mercado como el que han anticipado -ese paquete costaría unos 150 millones de euros, según esa estimación- ingresarían entre 6 y 7,5 millones de euros. Interesante.
Pero hay más. En los últimos días, incluso, un accionista del IMQ ha decidido colgar siete vídeos -¡siete vídeos!- en You Tube, en los que desgrana paso a paso una radiografía del Igualatorio y trata de explicar para principiantes el complejo mundo legal y económico que subyace en esta polémica, en la que todos tienen una buena razón para defender su posición. Teniendo en cuenta que la totalidad de los accionistas de la empresa -1.144, exactamente- son médicos, y se supone que con experiencia limitada en el terreno financiero, es un ejercicio curioso. El enlace ha corrido como la pólvora estos días en los teléfonos móviles de los médicos ligados al Igualatorio. Y tanto el IMQ como el sector crítico aseguran no estar detrás de la iniciativa de los vídeos. Toda una modernidad.
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