El eterno peaje de la precariedad
¿Poseer un empleo es sinónimo de tener la posibilidad de una vida autónoma? Esta pregunta es la formulada por muchas personas jóvenes cuando se plantean emprender un proyecto emancipatorio. Los datos de descenso del paro se asocian, acríticamente, con una supuesta recuperación. Lo cierto es que la tasa de paro de la población joven del tercer trimestre de 2018 está dos puntos por debajo de la de 2017. Una lógica que busque conclusiones sencillas ante realidades complejas dibujaría un panorama cuanto menos más optimista en Euskadi con respecto a las personas jóvenes y su situación sociolaboral.
El Observatorio Vasco de la Juventud viene a complejizar estas conclusiones cuando a la pregunta de cuáles son los tres problemas más importantes en Euskadi, las personas jóvenes responden, de forma mayoritaria, que son los vinculados al mercado de trabajo. Si seguimos preguntándonos por dichas condiciones iremos retirando velos para intentar acercarnos a la verdadera realidad de las personas jóvenes. ¿Qué tipo de empleo tienen?, ¿por qué la edad de emancipación de las y los jóvenes en Euskadi es de las más altas de Europa?
Se ha institucionalizado que las personas jóvenes trabajadoras tienen que pasar un peaje vital con malas condiciones laborales para llegar a un supuesto 'Dorado Laboral' en el que podrán disfrutar de unas condiciones de trabajo dignas. Pero este supuesto peaje acordado, no sabemos muy bien con quién, cada vez es más largo y se prolonga a través de la vida laboral de jóvenes y personas adultas.
A pesar de esto siguen persistiendo en muchas empresas dualismos en las condiciones laborales entre las personas nuevas y aquellas que llevan años. Este fenómeno está ligado a que muchas personas jóvenes que a lo largo de la crisis entraron en las empresas lo hicieron con peores condiciones laborales que antes de la misma y, con la excusa de la recesión, no las han visto mejoradas a pesar de esa supuesta mejora económica. Las últimas reformas laborales han reforzado esta inercia perversa, otorgando el marco legal perfecto para un aumento de la precarización.
Las mujeres jóvenes son más pesimistas, según el informe del Observatorio de la Juventud de Euskadi (Aurrera Begira, 2018). Están más precarizadas que los hombres, repitiendo los estereotipos sexistas más clásicos del mercado de trabajo, mayor parcialidad, entrada mayoritaria en sectores con peores condiciones y doble brecha salarial (de edad y de género), que perpetúan esquemas de un mercado de trabajo donde la igualdad no es real.
La precariedad afecta a realidades interconectadas, como la mera posibilidad de emanciparse o de ser padres o madres, lo que nos sitúa en un presente y en un futuro donde la precariedad y la polarización nos van a seguir afectando.
Ante esta situación desde CC OO planteamos una negociación colectiva sectorial que proteja a todas las personas trabajadoras y la derogación de las últimas reformas laborales. Rechazamos cualquier peaje para lograr unas condiciones de trabajo dignas y creemos en el poder de organización de las personas jóvenes trabajadoras.