Trabajar lo mismo… o incluso más, pero por menos
Los nuevos contratos conllevan una reducción de los sueldos anuales previstos de entre diez y quince puntos respecto a los firmados al principio de la crisis
Los salarios han sido la llave maestra recurrente utilizada en las empresas para, en muchos casos, salir de la última gran crisis económico-financiera mejor de lo que se llegaron a temer. Lo dicen las propias cifras oficiales, obra del Instituto Nacional de Estadística (INE) y lo ha acaba de refrendar la prestigiosa Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), a través de un estudio que arroja una conclusión tan preocupante como esperada: los nuevos contratos que se firmaban ocho después del inicio de lo que algunos dieron a llamar la última Gran Recesión conllevaban una reducción del sueldo previsto de entre diez y quince puntos respecto al principio de la misma.
Si colocamos todo esto sobre la mesa, y teniendo en cuenta que cualquier análisis exhaustivo de este tipo a largo plazo suele referirse a datos no precisamente muy actuales, tenemos que las contrataciones efectuadas en 2015 -año que se cerró con una reducción del paro en 678.200 personas, la mayor de toda la serie histórica desde que se elabora la Encuesta de Población Activa (EPA) y prácticamente medio millón de empleos nuevos por segundo ejercicio consecutivo- conllevaban una reducción de ingresos, «en términos reales» y como promedio (por sectores y edades, la diferencia variaría algo), del 12% en comparación con las realizadas en 2008.
Así lo ha estimado Daniel Fernández Kranz, doctor en Economía por la Universidad de Chicago, profesor de Entorno Económico en la escuela de negocios IE y colaborador habitual de Funcas, quien sostiene que esa remuneración menor «no tiene que ver con la temporalidad -al fin y al cabo, apunta, ya existía antes de la crisis y también era relativamente elevada-, ni con un supuesto sesgo hacia sectores de baja productividad». Es, resalta, el «reflejo de las nuevas condiciones del mercado de trabajo», que claramente retribuye peor que antes el mismo tipo de trabajo.
Distingue por ello entre dos tipos de trabajadores, que según su denominación en inglés llama 'stayers', que serían los que ha mantenido una relación estable con la misma empresa, y 'movers', quienes han ido cambiando de empleo con relativa frecuencia. Y es precisamente en esos últimos donde, según sus cuentas, ha recaído el peso del ajuste salarial durante esos ocho años. Pero entremos en detalles: mientras los primeros ingresaban anualmente en 2015 un 4,5% más que en 2008, los segundos sufrían una perdida retributiva similar (-4,1%).
Contratos fijos Vs temporales
El diferencial de sueldos entre ambos grupos es bastante alto, aunque ha ido variando durante la crisis. Empezó en el 58%, llegó a alcanzar el 78% en uno de sus peores años (2013) y con la recuperación se ha ido aproximando al 70% (en 2015 era el 73%). Otro elemento donde se ve claramente la diferencia entre ambos es el tipo de contrato. Así, mientras ocho de cada 10 empleados estables o 'stayers' (el 82%) tenía uno de fijo o indefinido en 2008, casi de la mitad (el 46%) de los más dinámicos –forzados en muchos casos por las circunstancias- o 'stayers' solo alcanzaba uno temporal. De nuevo, la dualidad del mercado laboral español puesta en evidencia.
Volvamos a la comparativa salarial. En esos ocho analizados, dese el inicio de la crisis hasta el principio de la salida de la misma, el grupo de los trabajadores 'movers' ha visto descender en un 3,3% su salario por jornada trabajada. Ello teniendo en cuenta su experiencia laboral, un elemento que en términos retributivos parece no valorarse igual que antes, según el estudio del profesor Fernández Kranz. El elevado peso del factor precio ha provocado, apunta, que aquellos que tuvieron que cambiar de empleo «sufrieron una elevada penalización, no tanto por las características del nuevo puesto de trabajo sino por la pérdida de derechos adquiridos».
Y todo eso, asimismo, sin olvidar que luego «han tenido que enfrentarse a una menor retribución que otros asalariados en puestos similares». Por edades, no obstante, los jóvenes también han salido perdiendo con el tiempo. Así, tomando la franja de personas menores de 26 años, quien lograba un contrato de trabajo en 2015 (año en que el Producto Interior Bruto confirmó su recuperación, creciendo a una tasa del 3,4%, más del doble que el ejercicio precedente) sufría, de entrada, una penalización salarial del 14% respecto a la retribución que aspirantes de la misma edad obtenían en 2008.
El peso salarial cae un 8%
Para completar esta perspectiva y ratificar la impresión general de que ahora se trabaja lo mismo… o incluso más, pero por menos, cabe ir a los últimos informes del INE. Según ellos, el volumen de los sueldos percibidos durante el año pasado por los empleados ascendió a 532.852 millones de euros, lo que representa aproximadamente un 48% de toda la riqueza generada en España.
Ese importe implica una caída del 8% con respecto a la relevancia que tenían las rentas del trabajo en el conjunto de la economía hace apenas nueve años (2008-2016). Por entonces, los 559.777 millones de abonos en el mercado laboral contribuían en casi un 52% a toda la actividad del país. La actualización de los datos de contabilidad nacional realizados por Estadística constatan esa pérdida de protagonismo de las remuneraciones, una circunstancia que vivió su peor momento en 2012, cuando llegó a retroceder hasta el 47% del PIB.
En compensación, la aportación de otro tipo de rentas, como las ligadas a los beneficios empresariales o las de inversión en capital, las que han ido cobrando más protagonismo hasta cerrar el año pasado en los 471.020 millones, lo que supone más de cuatro de cada diez euros de la riqueza nacional que se genera cada año (un 42% del PIB). Estas partidas han incrementado su protagonismo en la economía en un 1,2% desde 2008.
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