«Hay que intentar fórmulas como bajar los salarios antes de recurrir al despido»
Arantxa Tapia | Consejera de Desarrollo Económico del Gobierno vasco ·
Está convencida de que tenemos por delante una larga travesía en la que habrá que combinar el cuidado de la salud pero también de la economíaEn la tercera semana de marzo, cuando se había extendido la idea de que íbamos a un confinamiento de quince días, ella anticipó que apostaba ... por dos meses y medio y en el mejor de los casos. Acertó. Ahora no pone plazos, pero cree que hemos entrado en una etapa en la que va a ser necesario tratar de preservar la salud pero también la actividad económica porque, anticipa, no nos podemos permitir otro parón como el que hemos vivido en el estado de alarma. Arantxa Tapia, consejera de Desarrollo Económico del Gobierno vasco -recalca varias veces el latiguillo de «en funciones»- no se muestra sorprendida por los anuncios que empresas como Sener, Tubacex o ITP han hecho en torno a ajustes de plantilla. Asegura que no dispone de información confidencial, pero que la marcha de la economía y los mensajes que trasladaban ya desde hace tiempo varios sectores hacían presagiar algo así. Cree, sin embargo, que es el momento de poner la imaginación a funcionar para que empresarios y sindicatos aborden una negociación distinta a la habitual. El objetivo es claro: el despido debe ser el último recurso y hay que hacer esfuerzos para no perder una mano de obra muy cualificada que en el futuro será necesaria. Está convencida de que la mayoría de las empresas apuestan por fórmulas flexibles para ajustar las cuentas de resultados y que el margen de negociación es amplio.
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- En una semana plagada de anuncios de importantes ajustes de plantilla en la industria vasca, usted ha dado la sensación de que lo esperaba.
- En todo este proceso que se inició con la pandemia y durante el confinamiento, desde el Gobierno hemos mantenido un contacto muy estrecho con los clusters sectoriales y con muchas empresas para analizar lo que estaban viviendo. Cuando en marzo decíamos que parar por completo la actividad podía ser letal, ya veíamos que cosas de este tipo podían pasar. Todo lo que está asociado con movilidad y aglomeración de personas está afectado. Eso significa transporte terrestre, aviones, automoción, energía, máquina herramienta que es transversal… Se podía intuir algo así.
- Usted siempre fue una firme partidaria de hacer un esfuerzo para mantener las empresas en funcionamiento, incluso en los momentos más duros.
- Sí, estaba claro que se podía hacer compatible el mantenimiento de la actividad industrial, de la actividad económica en general, manteniendo el máximo cuidado con la salud. Y ha quedado demostrado. Por lo que hemos visto en los últimos meses, la actividad industrial no fue un foco de problemas en las infecciones, pero sí lo están siendo ahora cuestiones más ligadas al ocio. Garantizar la salud y la actividad económica es factible, porque no podemos permitirnos otro confinamiento como el que hemos tenido.
«Por lo visto, la actividad industrial no fue el origen de los problemas»
La pandemia
Amenazas y oportunidades
- ¿Cuál será la siguiente mala noticia?
- No tengo una bola de cristal. Pero lo trascendental no es tanto saber cuántas malas noticias va a haber, porque seguro que algunas nos vamos a encontrar en grandes empresas y también en pymes, sino en la fórmula para ver cómo le damos la vuelta a la situación.
- El automóvil, muy importante en el País Vasco, está en el alero. ¿Le han transmitido las empresas algún signo positivo?
- Hay un poco de todo. Hace unos días Mercedes ha comunicado que tiene pedidos nuevos. También hay signos de grandes inversiones, como la que ha anunciado Gestamp para adaptarse al vehículo eléctrico. Por lo tanto hay alguna noticia positiva. Pero el nivel de pedidos no es alto. Hay ganas en el sector de hacer frente a la situación.
- La transición energética se plantea como una oportunidad para el País Vasco por la potente industria ligada a la electricidad que tenemos. Pero, al mismo tiempo, es una amenaza para el sector del automóvil.
- No creo que haya que verlo así. En 2050 no todos los vehículos que van a circular van a ser eléctricos. Habrá un mix de eléctricos y motores de combustión. Y los propios fabricantes de componentes están ya en la línea de invertir y adaptarse a ese futuro. También en el sector del transporte pesado e incluso en el de los combustibles. Ahí tenemos una empresa como Petronor, que es una refinería, apostando por el hidrógeno o los combustibles limpios. Ese es el camino. Igual que mencionaba lo de Gestamp y otras muchas empresas que ya están pensando en su transformación a muchos años vista.
- El aeronáutico es otro que ya ha anticipado necesidades de ajuste. ¿Espera alguna noticia negativa adicional a la de ITP?
- Si alguien se acerca a un aeropuerto podrá observar la situación: una menor demanda y las empresas multinacionales anticipando ajustes. Podíamos intuir que algo iba a pasar porque Rolls ya había anunciado hace tiempo reducciones de empleo.
- ¿Puede ser un mazazo definitivo para un sector que es de los últimos en incorporarse a la industria en Euskadi?
- No lo creo. A medio y largo plazo el sector aeronáutico saldrá reforzado y con nuevas iniciativas. Pero vamos a necesitar tiempo. En este sector hay que hacer un esfuerzo para pensar en medidas de flexibilización, cosas distintas al despido, que nos permitan garantizar que esas personas preparadas que tenemos no las vamos a perder. Tenemos que preservar el capital humano.
- En el planteamiento que han hecho Tubacex e ITP parece deslizarse una idea de ese tipo: obtener ahorros en costes como alternativa a la destrucción definitiva de empleo. ¿Qué formulas concretas cree que se pueden aplicar?
- Creo que todas las empresas deben analizar qué tiempo puede durar su situación crítica para saber también qué esfuerzos hay que hacer y qué periodo pueden sobrevivir con mínimos beneficios o también con pérdidas mínimas. A continuación deben explorar todos los nichos de ahorro que puedan existir.
- Pero han dejado claro que tienen que tocar el coste laboral.
- Bien, pero hay que intentarlo todo antes de recurrir a los despidos y ésta no debe ser la primera opción. Hay muchas cosas que se pueden hacer, reducciones de jornada, bolsas de horas para recuperarlas más adelante y para formación y por qué no, bajar los salarios. Pero todo esto debe hacerse con acuerdo de las empresas y sus trabajadores. Hay que intentar fórmulas flexibles antes de recurrir a los despidos.
«El foco no debe estar en los ajustes que se anuncian, sino en ver cómo le damos la vuelta»
crisis de empresas
Trabajadores formados
- ¿Quizá una rebaja de salarios que esté acompañada de un compromiso firme de recuperación de ese poder adquisitivo cuando la empresa recupere la rentabilidad?
- Puede ser. Lo que no podemos permitirnos es perder a unos trabajadores especialistas y cuya formación ha costado mucho.
- ¿Empresas y sindicatos están preparados para un escenario de negociación de ese tipo? No es lo habitual en el País Vasco.
- Creo que cada día lo están más y me consta que las empresas, quizá no todas pero sí la mayoría, están por la labor. Y creo que la parte sindical es cada vez más consciente de a qué nos enfrentamos. Pero también tenemos que ser conscientes de que una negociación de ese tipo necesita de un elemento que es la credibilidad. Y la credibilidad no se gana en los momentos de las vacas flacas, sino en el de la vacas gordas cuando efectivamente la parte social recupera los salarios perdidos. Pero en algún momento hay que empezar…
- ¿Las empresas han esperado a que pasasen las elecciones para hablar de despidos?
- No lo creo. Los tiempos de las empresas tienen poco que ver con la política. Más bien creo que las razones para estos anuncios ahora son otras. En estos momentos la mayor parte de las plantillas están en un ERTE que finaliza en los próximos meses, muchos en septiembre. Creo que las empresas han decidido anunciar ahora que necesitan un ajuste para poder abordar con calma esa negociación a partir de septiembre y que no sea una cosa precipitada.
- ¿Se atreve a pronosticar sobre la duración de esta crisis?
- Depende de muchas cosas, por ejemplo de una vacuna, y además no soy experta en futurología. ¿Cuánto puede durar? Creo que durante un año vamos a estar como estamos ahora. Y volver a la situación previa a la pandemia nos puede costar dos o tres años.
«Han sido ocho años intensos, pero estaría encantada de seguir»
- Usted es consejera en funciones. ¿Va a seguir?
- A eso sí que no puedo responder porque no tengo ni idea. Es una cuestión que depende del lehendakari.
- ¿Estaría dispuesta a una tercera legislatura?
- La verdad es que he estado ocho años que han sido… digamos que intensos. Y también es seguro que los próximos cuatro van a ser más intensos todavía. Dicho esto, estaría encantada si el lehendakari quiere contar conmigo.
- Con usted o sin usted, ¿la política industrial sería distinta?
- No, porque el lehendakari ya ha dicho cuáles son sus prioridades y en qué líneas quiere poner el acento. Y hay pocas dudas de que Iñigo Urkullu vaya a ser de nuevo el lehendakari.
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