La industria vasca de automoción aplaude el acuerdo de EE UU con México pero sigue alerta
Aunque se desconfía de Trump y no hay pacto con Canadá, el sector considera que se ha eliminado un foco de incertidumbre
«El acuerdo comercial alcanzado entre Estados Unidos y México es positivo para la industria vasca porque supone estabilidad, pero con Trump nunca se sabe. ... Siempre hay que mantener todas las precauciones». La valoración que hacía el director de la Spri, Alex Arriola, tras conocerse el lunes la buena noticia, no podía ser más acertada a la luz de lo que ocurrió al final de la semana. El optimismo generado por el pacto se ha visto ensombrecido después de que el viernes no se lograra cerrar un pacto con Canadá –la tercera pata del tratado de libre comercio NAFTAque se quiere renovar– y de que Trump volviese a su tono amenazador frente a la UE.
Aun así, y dadas las intenciones del presidente de EE UU de mantener lo pactado con México, las empresas vascas del sector de automoción han respirado con cierto alivio. No es para menos. Al igual que los grandes fabricantes de coches, empresas como CIE Automotive, Gestamp o Mondragón Automoción han apostado fuerte por el país azteca como base de operaciones para luego vender en el mercado NAFTA y los ataques constantes de Trump al tratado eran un motivo de preocupación. «Ante el alto grado de incertidumbre que la mayoría de economías del mundo sufre en sus relaciones con EE UU, este acuerdo es positivo, sobre todo teniendo en cuenta la alternativa; un arancel del 25% o la cancelación del tratado», resumía BBVA Research. Para lograrlo, México ha tenido que realizar grandes concesiones, aunque no se espera que se vaya a alterar de forma drástica el esquema de funcionamiento actual.
El área NAFTA concentra cerca del 22% de las ventas mundiales. El año pasado llegaron a sus carreteras un total de 21,2 millones de coches, la mayor parte de los cuales fueron a parar a Estados Unidos, donde se compraron 17,5 millones. México, con unos costes laborales bajos, juega un papel estratégico para surtir a este mercado, lo que ha atraído al país grandes inversiones de todas las marcas. Los fabricantes vascos han seguido esta tendencia: según datos de la asociación sectorial Acicae, el sector cuenta con 41 plantas en el país azteca, aunque también hay una presencia importante en EE UU, con 21 centros productivos.
Ya desde la campaña, Trump atacó con fiereza a las compañías automovilísticas que se llevaban la producción a México, dejando sin trabajo a los operarios del Cinturón de Óxido, uno de sus caladeros de votantes. Después, como presidente, amedrentó con sus tuits a las marcas y también amenazó con un arancel del 25% a las importaciones mexicanas si no se renegociaba el NAFTA. Sus presiones han rendido frutos porque el país vecino ha cedido en materias importantes para llegar a un acuerdo. Así al menos lo interpretó la representante canadiense: «México ha hecho significativas concesiones», aseveró.
Cláusula salarial
El pacto eleva del 62,5% al 75% el contenido regional que debe tener el automóvil para quedar libre de los aranceles. Pero quizás lo más llamativo es que introduce una nueva cláusula salarial que requiere que del 40% al 45% de las piezas del coche sean manufacturadas en fábricas donde se paguen más de 16 dólares la hora. Es una regla que sólo afecta a México, donde el sueldo medio ronda los 8 dólares, aunque en algunas zonas no llega ni a los tres dólares. El motivo de esta condición es que, gracias a ella, EE UU puede atraer un mayor porcentaje de fabricación, justo lo que Trump busca.
El ministro de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, aseguró que el 70% de los vehículos que se fabrican en México cumple las nuevas reglas de origen, aunque hay muchas dudas sobre cómo afectará la cláusula salarial. «Supone un gran reto para el sector de ese país», advierten en Allianz. Por contra, en Solunion afirman que en «México hay margen para subir los salarios sin afectar demasiado a la competitividad». En la misma línea, Oskar Goitia, vicepresidente de Mondragon Automoción, cree que «los salarios seguirán subiendo allí, como ya lo están haciendo».
Casualmente, Goitia se encuentra estos días en Detroit, la ciudad que fue la cuna del automóvil en EE UU y que ha sufrido el azote de la desindustrialización. «Pero aquí ahora sólo se habla de Aretha Franklin, no del acuerdo», se ríe. En su opinión, el pacto supone «una necesaria actualización del de 1994» y no va a producir alteraciones para los próximos cuatro o cinco años porque a ese plazo «todo está ya planificado». Después ya se verá. En el caso de las empresas de Mondragón Automoción, que cuentan con nueve plantas en México y nula presencia en EE UU, admite que se contempla la posibilidad de desembarcar en el país de Trump.
CIE Automotive es otra de las compañías vascas de automoción que ha apostado muy fuerte por México, con nada menos que diez plantas allí, si bien también tiene una fuerte presencia en EE UU, donde el año pasado compró Newcor. Fuentes de la compañía aseguran que el acuerdo es una buena noticia porque «elimina parcialmente la incertidumbre que provocó Trump cuando fue elegido», una valoración muy similar a la que hace Gestamp.
Pero nadie quiere echar las campanas al vuelo. Para empezar, no se descarta que el presidente de EE UU vuelva a la carga con su plan de imponer aranceles a los automóviles procedentes de Europa, lo que sería una gran golpe para Alemania, uno de los principales clientes de la industria vasca. Los temores se han acrecentado después de que Trump tachara de insuficiente la oferta de la Comisión Europea de eliminar las tasas que aplica la UEa los coches estadounidenses. Lo dicho, con Trump nunca se sabe.
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