El emprendimiento vasco no despega
A pesar del esfuerzo público y privado numerosos factores lastran el sector de las 'startups', clave para la competitividad
Tener una buena idea empresarial sirve de poco si no se cuenta con el talento capaz de desarrollarla y un ecosistema de inversión que ... apueste por ella y que le permita crecer en escala. Un caduco sistema de educación lastra la creación de un talento que no sobra; una sociedad del bienestar aversa al riesgo y temerosa del fracaso incentiva el acomodamiento; y el abundante capital existente peca de conservadurismo. Así, el emprendimiento vasco se ve constreñido y carece de los elementos requeridos para despegar. A pesar de todo ello, se impone la autocomplacencia.
Son las conclusiones más críticas a las que llegan en Euskadi los inversores en 'startups', empresas nacientes con marcado componente tecnológico que suelen buscar nuevos modelos de negocio y de carácter disruptivo. Pedro Muñoz-Baroja las resume. «Tenemos una cultura del emprendimiento del siglo XX». Sabe de qué habla. En 2015 cofundó BerriUp, la primera aceleradora de empresas privada de Euskadi -invierte 50.000 euros y proporciona asesoramiento a cambio del 10% de las acciones-, y tres años después hizo lo propio con Easo Ventures, la primera sociedad vasca de capital riesgo destinado a financiar 'startups', que actualmente gestiona un fondo de 18,5 millones y que acaba de lanzar otro con el que espera captar hasta 30 más. «El mercado se mueve veloz y nosotros pecamos de lentitud».
Según el informe sobre el ecosistema del emprendimiento español de Mobile World Capital, en 2018 había 4.115 'startups'. Madrid y Barcelona concentran más de la mitad con 1.235 y 1.197 respectivamente, lógico teniendo en cuenta su población y peso en el PIB. No obstante, el tercer puesto está ocupado por Valencia con 261 compañías y Bilbao aparece en cuarta posición con sólo 60.
Según el Observatorio de 'Startups' de Bankinter, el año pasado Euskadi sólo recibió 17,76 millones de los 1.104 que se invirtieron en 'startups' españolas. Es un volumen que supone un retroceso del 43,6% sobre 2019 y que representa apenas el 10% del capital que fue a Valencia. Sin duda, es una representación muy por debajo del peso demográfico y económico del País Vasco.
En busca de 'unicornios'
Pero no todo es negativo. Bilbao aparece en el informe de MWC como 'capital en crecimiento', y Jon Uriarte destaca que se están dando pasos en la buena dirección. No en vano, él cofundó el fondo All Iron, que maneja 110 millones de euros, con el fin de ayudar a que otros emprendedores tengan el éxito que cosechó con Ticketbis -una plataforma de compraventa de entradas-.
«Al principio no tuve agallas para emprender y acabé de asalariado. Pero al final, con Ander Michelena, dejé Morgan Stanley y creamos la empresa. Nos expandimos rápido a nivel internacional y en cinco años teníamos 500 empleados y un negocio de 100 millones de euros», recuerda. En agosto de 2016, eBay pagó unos 165 millones por Ticketbis, una de las mayores operaciones de este tipo en España, y sus socios establecieron el Grupo All Iron. «En aquel momento, en Euskadi era muy difícil financiarse. Ahora no tanto», señala.
Joseba Sagastigordia, director del Centro de Promoción de la Corporación Mondragón, es de la misma opinión. Asegura que «hay mucho más dinero que proyectos» y que eso provoca que se sobrevaloren. Encabeza el Mondragón Fondo de Promoción, iniciativa público-privada que gestiona 15 millones y que financia sobre todo 'startups' de corte industrial, que pueden crear sinergias con las cooperativas e incluso acabar convirtiéndose en una de ellas.
Diferentes modelos de inversión
-
Venture Builder: Crea 'startups' para oportunidades de negocio.
-
A largo plazo: La inversión es rentable a partir de 7 años.
-
Proyectos: Han creado cinco empresas en dos años.
-
'Business Angel' : Invierte su propio capital en proyectos.
-
Emprendedor: Va más allá de la inversión y se involucra en los proyectos.
-
Sectores de futuro: Invierte en 'blockchain' y criptomonedas.
El capital no es siempre fácil de encontrar en Euskadi. «En parte, es debido al efecto del terrorismo. Los inversores tienen un perfil bajo, así que es difícil saber qué puertas tocar. Eso impide que surjan oportunidades como en San Francisco, porque en Euskadi entras en un bar y no te habla nadie. Además, aquí el dinero es muy conservador», indica Ander Rozas, un emprendedor que se formó en la Mondragón Team Academy, creó una empresa, la vendió, y ahora es socio de Nexus, que pone la semilla de las 'startups'.
Sagastigordia se muestra optimista, pero reconoce que la falta de necesidad es un lastre. «Los ingenieros reciben ofertas antes de acabar la carrera. Si ya tienes trabajo es más difícil que pienses en arriesgarte», afirma. «Falta ambición. Muchos piensan, si se vive tan bien, ¿para qué voy a complicarme», concuerda Javier Etxebeste, fundador de Mercurius Early Investment y especializado en inversiones en plataformas de clasificados y comercio electrónico. «Vivimos en una cultura acomodada, en la que el objetivo es ser funcionario», añade Eneko Knörr, uno de los principales 'inversores ángel' de Euskadi, que comenzó a apostar por empresas nacientes tras vender Hostalia y que se curtió en Silicon Valley. El objetivo de todos los inversores es crear un 'unicornio', las codiciadas 'startups' valoradas en más de mil millones de dólares.
El bache de la formación
En cualquier caso, Knörr señala que la clave del emprendimiento está mucho antes del momento en el que uno se decide a montar una empresa: en el sistema educativo. «El modelo está anticuado y no impulsa el emprendimiento. Hace falta formación moderna y práctica», señala, lamentando que, ante una Europa rezagada, los avances tecnológicos sean ahora cosa de Estados Unidos y China.
Miguel Ramos, socio fundador de la 'venture builder' AI Power, lo ve igual. «He estudiado Empresariales, una carrera que no crea emprendedores sino empleados. Emprender es más que ser un empresario. Con la excepción de la de Mondragón, las universidades siguen funcionando como hace 40 o 50 años». «Las instituciones apoyan mucho el emprendimiento e invierten cada vez más para fomentarlo, pero hace falta que la educación lo impulse como polo de generación de riqueza, lo mismo que sucedió durante la revolución industrial vasca. Hay talento, pero no está bien formado. Hay más palabra que acción», sentencia Ramos. «En Informática, antes salían 600 graduados al año. Ahora, 60. Hace falta talento STEM (ciencias y tecnología)», apostilla Knörr, que invierte actualmente en 'blockchain' y criptomonedas.
Fondos vascos
BerriUp
-
Pionero: El primer fondo vasco ha invertido en 30 empresas.
-
Modelo: Invierte 50.000 euros a cambio del 10% de las acciones.
-
Capital: Gestiona 18,5 millones y espera sumar otros 30.
All Iron
-
Negocio: Surge tras la sonada venta de Ticketbis a Ebay.
-
Tres líneas: Capital riesgo, inmobiliaria y hotelera.
-
Volumen: Gestiona activos por valor de 110 millones de euros.
AI Power trata de suplir estas carencias con un modelo de inversión interesante. «Identificamos oportunidades en el mercado y buscamos a las personas adecuadas para crear una empresa que desarrolle ideas que nos permitan aprovecharlas», explica Jon Blázquez, otro de sus socios. «Hay gente con talento y malas ideas que se pega contra una pared durante años. También hay gente con buenas ideas y sin talento. Acompañamos en el emprendimiento a través de un programa de preincubación que se nutre en las universidades, entre gente desempleada e incluso entre directivos; y otro de incubación, en el que somos inversores fundacionales y hacemos de mentores».
Es un modelo opuesto al de las incubadoras y las aceleradoras, que invierten en equipos ya creados. «Somos una cantera de emprendedores. No es fácil. Euskadi carece de cultura y de industria del emprendimiento. Los padres tampoco quieren ver a sus hijos desarrollando ideas arriesgadas. ¡Qué andas, vete a CAF a trabajar!, les dicen», asevera Ibon Mintegui, también socio de AI Power. «Hay que trabajar duro y mucho tiempo para cambiar eso», concluye. Knörr coincide: «Creo que la imagen del empresario vasco emprendedor es un mito. Pero permite que desde fuera nos vean mejor de lo que somos en realidad».
Credibilidad vasca
Precisamente, la solidez y la confianza que generan los proyectos vascos se cuentan entre las fortalezas del ecosistema emprendedor de Euskadi. «Aquí vendemos menos humo y más hierro. Somos más serios y no buscamos financiación si no estamos seguros de que tenemos algo sólido entre manos, y eso se aprecia fuera», asegura Rozas. «Eso sí, en Euskadi somos más de 'hardware' que de 'software', porque el ecosistema industrial facilita escalar ese tipo de proyectos», añade.
Que no haya excesivas 'startups' también puede ser una ventaja. «Si encuentras un buen equipo, será mucho más fácil fidelizarlo que en Madrid o Barcelona, donde las empresas se roban talento. La rotación del personal es menor», subraya Knörr. El problema es que la mayoría de los proyectos mueren en sus inicios, y es necesaria una abundancia para que uno o dos tengan el éxito rotundo que los inversores requieren para compensar las pérdidas de otras empresas. «Hay que apostar por 15 para encontrar dos que funcionen y hay mucha presión para que crezcan de forma exponencial. Si en 18 meses no han duplicado o triplicado su valor, adiós», apunta Etxebeste.
Por eso, Muñoz-Baroja señala que «hay que correr mucho para quedarse en el mismo sitio y aún más para ganar». Desafortunadamente, Euskadi no pisa el acelerador con el mismo brío que otras regiones, y Ramos no descarta que Andalucía acabe adelantándose. Para Uriarte lo más importante es «analizar dónde estamos sin hacernos trampas y decidir dónde queremos estar, teniendo en cuenta que somos pequeños».
La demografía no juega a favor. Y tampoco la dependencia que el País Vasco tiene de grandes corporaciones como Iberdrola o Petronor. «Si se caen o se marchan veríamos el verdadero agujero que tapan ahora», afirma Knörr, para el que resulta vital evitar que el talento huya. «Tenemos que insistir en la gestión financiera que permita crecimientos inorgánicos como el que ofrece la compra de empresas, porque tenemos que crecer en volumen», añade Muñoz-Baroja. «Espero que el mundo educativo se centre más en las necesidades del mundo digital, que haya más ayudas fiscales, y que en cinco años tengamos cinco nuevas empresas vascas de éxito», apostilla Etxebeste.
Aprender de los ejemplos de Estonia y Tel Aviv
Es difícil encontrar lugares que hayan creado ecosistemas de emprendimiento vibrantes y que puedan servir de ejemplo para Euskadi. Jon Uriarte, cofundador del fondo All Iron, señala a Estonia como uno de ellos: «Es un país con la mitad de población del País Vasco que partía de una posición mucho peor y que ahora es una referencia europea en el sector de las 'startups', que ya les ha generado cuatro 'unicornios' (empresas valoradas en más de mil millones de dólares)». Además, una docena ha superado los cien millones. «Una de las claves de ese éxito está en la creación de talento en las áreas de ciencia y tecnología», recalca Uriarte.
Tel Aviv, con menos de medio millón de habitantes, es otro caso de estudio. «Ha creado un ecosistema muy rico gracias a los sectores de la seguridad y la tecnología. Por pura supervivencia los israelíes tienen una mentalidad emprendedora. Así que un estudiante muchas veces monta una empresa antes de ir a la universidad o a la mili», explica Joseba Sagastigordia, del fondo para 'startups' del grupo cooperativo Mondragón. «Desde lo público, el Gobierno se pone detrás de la iniciativa privada. Si una empresa invierte 50, el Gobierno invierte otros 50», destaca Pedro Muñoz-Baroja, cofundador de BerriUp. «Es vital entender cómo funciona la economía digital», apostilla.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.