Criptoactivos, la tormenta perfecta
Análisis ·
¿Estamos ante un escenario que huirá de los evangelistas del ramo y exigirá grandes transformaciones en la concepción y trazabilidad de estas monedas imaginarias?El notable desplome -un 50%- que han sufrido recientemente los precios de Bitcoin o de Ethereum, los principales criptoactivos tradicionales, que juntos acaparan el 61% ... del valor de las aproximadamente 20.000 criptomonedas activas, no debe ocultar la crisis sufrida por otro tipo de instrumentos digitales que gozan presuntamente de un subyacente, de un determinado valor intrínseco, menos conocidos, pero igualmente sometidos al veredicto de su valor y viabilidad.
Trataremos así la siniestralidad que ha acompañado días atrás a unos criptoactivos que ruedan en idéntica tecnología puntera blockchain que Bitcoin y que reciben el nombre de 'altcoins', una combinación de 'alternative' (alternativa) y 'coin' (moneda), término usado para incluir a aquellos criptoactivos distintos de Bitcoin, Ethereum y otros.
La diferencia entre ambos colectivos, los tradicionales y los 'altcoins', es que estos últimos aspiran a contener la desmesurada volatilidad de Bitcoin ligando la paridad de su valor a una referencia externa. De ahí que también reciban el nombre de 'stablecoins' o monedas estables, ya que prometen mantener estable el valor del criptoactivo en una variedad de modos y maneras, según el activo colateral que utilicen para estabilizar el valor de su gadget. Tether, Terra y TrueUS son algunas de las 'stablecoins' más populares. Algunas se ligan al dinero fiduciario de curso legal, como el dólar de los Estados Unidos, otras se vinculan al precio del oro u otros metales preciosos, o 'commodities' como el precio del petróleo. Otras terceras están criptocolateralizadas, es decir, usan criptoactivos terceros para su colateral. Finalmente, unas cuartas no utilizan reservas, pero controlan su propia oferta a través de un algoritmo, esencialmente un programa informático que sigue una fórmula predeterminada. De esta manera ofrecen presuntamente garantías de su valor a sus compradores.
Los aires de libertad con que nacieron los criptoactivos conllevan la nula protección de los inversores
Dicho lo cual, el precio de Terra, una 'stablecoin' algorítmica, se ha desplomado días atrás un 99%, cayendo de 1 dólar a 0,11 dólares. Estamos hablando de activos que a principios de mayo tenían un valor de circulación de 50.000 millones de dólares y que hoy se acercan a cero. No sería muy de extrañar que este siniestro significase el derrumbe o la redefinición radical de los 'stablecoins' algorítmicos.
En otra dimensión, el valor global de Tether, el mayor 'stablecoin' del planeta, ligado colateralmente al dólar USA, ha caído un 9%. La salida de fondos provocó el que la cotización del Tether pasase de valer 1 dólar a 95 céntimos de dólar. Parece poco, pero es mucho, porque hablamos de un activo garantizado. Es algo así como si nos comunicasen de nuestro banco que los 100.000 euros que tenemos en la cuenta corriente solo valen 95.000.
Varias son las razones que han conducido a la reciente debacle de los criptoactivos. La primera es la creciente interconexión entre este mundo y el de las bolsas de valores, en especial de las tecnológicas. El índice S&P 500 pierde en el año un 17,7%, lo que representa la segunda peor caída en las 95 primeras sesiones de año desde 1932. Nvidia y Facebook han recortado un 50% y Netflix y Shopify un 80%. El Nasdaq, más mimético con los criptogadgets, ha perdido en seis meses un 28%, aunque siga representado la mitad de desplome que el 50% de Bitcoin o de Ethereum.
Una segunda explicación es que carecen del pretendido escudo inflacionario que los fans del gremio han proclamado repetidamente sin fundamento preciso. Sin cobertura de este y otros riesgos, los analistas han exigido una mayor transparencia de las contrapartidas de estos artilugios y han encontrado más secretismo y más dificultades de las esperadas, en especial en el segmento de las 'stablecoins'.
Un tercer argumento, crucial, radica en la falta de regulación del sector. Los aires de libertad y descentralización con los que nacieron los criptoactivos llevan como contrapartida su mala reputación moral y nula protección de los inversores. Sobre todo, los criptoactivos despiden un notable tufo piramidal. Los que están animan vivamente a invertir a los que no están para mantener los precios, pero eso es Ponzzi puro y duro. Crear una ciudad financiera sin semáforos en las calles solo puede promover el caos rodado.
¿Estamos, en consecuencia, ante un escenario que huirá de los evangelistas del ramo y exigirá grandes transformaciones en la concepción, crecimiento y trazabilidad de estas monedas imaginarias, de este humo críptico?
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