La brecha en Euskadi entre el paro femenino y el masculino escala a máximos desde 2005
La incorporación masiva de mujeres al mercado laboral en la crisis y su escasa presencia en sectores como la industria explican la diferencia
Ana Barandiaran
Lunes, 30 de abril 2018, 01:06
El paro femenino ha sido tradicionalmente muy superior al masculino. Así era hasta que estalló la gran crisis. La masiva destrucción de puestos de trabajo que se produjo entonces afectó especialmente a sectores como la construcción y la industria, con mayor presencia de hombres. Eso hizo que la tasa de desempleo de las mujeres llegara a ponerse por debajo de la de los varones. Pero con la recuperación económica se está volviendo a la desigualdad del pasado. El paro femenino se situó en el primer trimestre del año en el 12,5% y el masculino en el 10,1%, según los datos de la PRA elaborados por el Eustat. La diferencia es de 2,4 puntos, la mayor desde 2005.
A esta brecha en la cola de Lanbide se suman otras como, por ejemplo, que ellas están más afectadas por la temporalidad y el trabajo a tiempo parcial y que son mayoría en las ocupaciones peor remuneradas; en consecuencia, sus salarios son inferiores a los de los hombres en un 24%. Las reivindicaciones contra estas desigualdades centrarán en gran medida el mensaje de los sindicatos para el Primero de Mayo, después del enorme éxito que tuvieron las movilizaciones feministas del pasado 8 de marzo. El otro gran foco de protesta está en las pensiones, aunque el reciente acuerdo entre el PNV y el PP para revalorizarlas según el IPC puede restarle atención.
La reversión
La brecha de género tiene muchas causas y difícil solución. Antes de que golpeara la crisis, en 2008, el paro estaba en mínimos, aunque la tasa en el caso de las mujeres era algo superior a la de los hombres, un 4% frente al 2,9%. Conforme la recesión fue avanzando y los despidos multiplicándose, las colas ante Lanbide fueron creciendo. Los varones se llevaron la peor parte en la primera etapa hasta el punto de que, en 2013, la tasa de paro de ellos superaba a la de ellas en casi dos puntos. Tras llegar a un pico de desempleo de casi el 17%, el mercado laboral comenzó a recuperarse de forma clara a partir de 2015 y los hombres volvieron a tomar ventaja.
En términos absolutos y siempre según la PRA, el número de mujeres en paro creció de forma imparable desde las 17.600 hasta las 84.100 entre 2008 y 2015. Es un incremento de 66.000 personas, inferior al de los hombres, de 77.200. Pero una vez se inició la recuperación, el desempleo bajó más entre los varones. La reducción acumulada es de 39.000 en ese colectivo frente a 22.000 en el caso de las mujeres.
En el primer trimestre de este año las paradas sumaban 61.800 (Lanbide eleva la cifra a 72.000) frente a 54.700 desempleados. Esas son las cifras absolutas (el numerador), pero la tasa de paro las pone en relación con la población activa, es decir, las personas con edad de trabajar y que quieren hacerlo.
Es muy importante tener esto en cuenta para entender la evolución de la tasa en el caso de las mujeres. Y es que, por un lado, la crisis disparó el número de desempleadas y, por otro, llevó a muchísimas mujeres a incorporarse al mercado laboral, en gran medida para sostener a sus familias.
De esta forma, la población femenina activa ha crecido de forma considerable. En el primer trimestre de 2018 esa fuerza laboral la engrosaban 493.500 féminas, casi 54.000 más que hace una década. De ahí que la tasa de paro llegue al 12,5%.
En los hombres, sin embargo, la población activa ha caído en la última década (42.500) debido a que el impacto de las jubilaciones es mucho mayor en ellos. Y al encogerse el denominador, es más fácil que baje la tasa de paro masculina.
Otro de los motivos que explican el peor comportamiento del paro femenino radica en que las mujeres están poco presentes en sectores que están generando empleo como la industria y la construcción. Es algo especialmente evidente en el último año (primer trimestre de 2018 en relación al mismo periodo de 2017), cuando, según la PRA, creció con fuerza la ocupación en esos dos ámbitos y se destruyeron puestos de trabajo en los servicios, donde ellas son mayoría.
No obstante, conviene hacer este tipo de análisis con más perspectiva temporal y observar, por ejemplo, todo lo ocurrido en la década. En la industria, hubo unas destrucción de más de 70.000 empleos entre 2008 y 2014, que afectó especialmente a los hombres. Sin embargo, ellos acaparan ahora el 80% de los 19.400 puestos de trabajo que se han generado en la recuperación. La actividad manufacturera se está comportando muy bien en los últimos años y está dominada por los hombres. En la construcción sucede exactamente lo mismo. Los 4.400 recuperados han sido copados por hombres.
Los hombres, ligados al ciclo
Los servicios, donde predominan las mujeres, presentan una evolución diferente. Es el único sector en el que ya hay más ocupados que al principio de la crisis, cerca de 20.000, y, en este caso, la gran beneficiada es la mujer, aunque no es suficiente para compensar . «Un estudio que hicimos para España revela que los hombres responden mucho más al ciclo. En consecuencia, en los momentos de recuperación son ellos los que abandonan el paro con mayor facilidad», explica la catedrática de Economía Sara de la Rica.
Esta distribución por sectores tiene muchos efectos perjudiciales para las mujeres. Para empezar, en los salarios. Los sueldos en la industria superan en Euskadi los 3.000 euros mientras que en los servicios no llegan a los 2.200. «Además las mujeres trabajan en actividades más castigadas por la precariedad, en muchos casos con contratos temporales y a tiempo parcial. Por eso, perder ese empleo es mucho más fácil. No hace falta un ERE. Basta con que se extinga el contrato», apunta Leire Txakartegi, responsable del Área de Igualdad de Género del sindicato ELA.
Cabe la esperanza de que la avalancha de OPEs que se avecina suponga un impulso para el empleo femenino, porque ellas predominan en el sector público. «Lo que pasa es que la mayoría de las que se presentan ya estaban trabajando ahí, aunque con contratos de interinidad», recuerda Estibaliz Montero, de CC OO- Euskadi. Por ahora la brecha está en los 2,5 puntos. Habrá que ver hasta dónde se amplía.