Todo se andará... naturalmente
La 'startup' Nómada mejora la realidad virtual con una plataforma que permite moverse de forma natural en todas las direcciones
iratxe Bernal
Sábado, 10 de octubre 2020, 00:48
Si quienes crearon la neocueva de Altamira para que todos pudiésemos admirar las pinturas paleolíticas, sin que nuestro trajín afectara a las originales, hubiesen tenido acceso a la tecnología de hoy probablemente habrían optado por llevarnos a cualquier sala del Museo Arqueológico y colocarnos unas gafas de realidad virtual. Y puede que algún día lo hagan, porque la tecnología ya está ahí y, además, mejora para afinar la experiencia de usuario.
En esa parte trabaja por ejemplo Jaime Comes, fundador de Nómada, una 'startup' que ha desarrollado el prototipo de una «plataforma omnidireccional» que genera la sensación de que te mueves por el espacio virtual de una manera natural. Él es un arquitecto que ya en los años de Universidad modelaba sus diseños en 3D y que en cuanto supo de la realidad virtual, se compró uno de los primeros modelos de gafas que salieron al mercado. «Estaba muy bien, te dejaban 'meterte' en los diseños, pero había un poco de fricción porque tú no podías moverte por ese escenario o paisaje, y si lo hacías era a través de un mando de control tipo 'joystick'. Es decir, que para andar lo que movías eran las manos y no las piernas», recuerda.
Aquel sistema le pareció «un poco limitado», y el verano en que terminó la carrera creó un prototipo de plataforma que permitiera el movimiento natural que echaba de menos. «Llamarlo prototipo es muy benévolo. Siempre me han gustado las maquinitas, así que hice una plataforma escala hámster», ríe.
Jaime Comes se ocupa de la parte mécanica mientras Innovae desarrolla el software
Asociación estratégica
Prescindir del 'joystick'
El caso es que el modelo, por pequeño que fuera, permitía el desplazamiento en cualquier dirección sin necesidad de comandos de control. Y no sólo hacía posible prescindir del 'joystick'; además lograba que ese movimiento fuera normal. «Ya hay otro tipo de plataformas en las que la persona se desliza, generalmente usando un calzado especial. Pero para usarlas primero tienes que aprender a moverte adecuadamente, a deslizarte, igual que cuando aprendes a patinar sobre hielo», aclara.
Entonces supo de una incubadora donostiarra especializa en proyectos relacionados con la realidad virtual, Eywa Space. Allí, «la maquetita» gustó y se animaron a poner el primer capital para crear la 'startup' y hacer un verdadero primer prototipo en el que ya pudiera subirse una persona. Comes se instaló durante un año en San Sebastián, donde con una impresora 3D creó una plataforma que ya podía soportar 60 kilos. «Al margen de que en la fabricación no se hiciera de una manera muy profesional, lo que el prototipo sí dejaba claro era la vigencia de la tecnología; alguien podía moverse sobre ella con total naturalidad y tener una verdadera sensación de realidad virtual», explica.
Para describirlo lo más sencillo es imaginar la unión de una cinta de correr y las orugas de tracción de un tanque. En la primera, andas o corres como lo harías sobre cualquier otra superficie. El movimiento es natural aunque no avances. La cinta va pasando una y otra vez por el rodillo, pero siempre con un ritmo ajustado al tuyo. Con este mismo sistema, la plataforma creada por Comes lograría que el usuario tuviera la sensación de movimiento hacia delante o incluso hacía atrás, pero sólo en una dirección. Sólo podríamos desplazarnos en línea recta.
¿Cómo hacer que podamos desplazarnos a los lados con esa misma naturalidad? Pensemos ahora en los carros de combate y sus orugas. Es decir, eslabones unidos unos a otros gracias a un cinturón flexible. Un eslabón sucede al precedente en una cadena sin fin que sirve para distribuir el elevado peso del vehículo, permitiéndole desplazarse por terrenos en los que unas ruedas de gran tamaño se hundirían. Aquí, esos eslabones se mueven al compás del usuario y lo que hacen es cubrir los movimientos hacia los lados. De modo que, resumiendo mucho, la plataforma logra ser «omnidireccional» al unir una serie de cintas de correr a modo de orugas de tanque.
La 'startup' necesita un año para ultimar un nuevo prototipo antes de iniciar la comercialización
Desarrollo
Que no parezca un tanque
Curiosamente, «ahora el esfuerzo está en hacer que no parezca un tanque», ríe Comes. Es decir soportar más peso dejando en la mitad los 60 centímetros de altura que tiene este segundo prototipo y lograr que los lados midan un metro y sesenta centímetros. Él se ocupa de la parte mecánica del proyecto, mientras el software que une la plataforma a las gafas corre por cuenta de Innovae, la empresa especializada en el desarrollo de soluciones basadas en realidad aumentada y realidad virtual para la Industria 4.0, que es la promotora de Eywa Space, socia de la 'startup'.
«Creemos que si contamos con financiación podemos finalizar la puesta a punto en un año y pasar ya a la comercialización», asegura Comes, que presentará el proyecto los días 20 y 21 en la quinta edición de B-Venture. Este evento, convertido ya en el mayor foro de emprendimiento del norte de España, está organizado por EL CORREO con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao; y la colaboración del Puerto de Bilbao, BStartup de Banco Sabadell, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.
Nómada Omnimotion
Desarrollo y comercialización de plataformas omnidireccionales para el acompañamiento de experiencias de realidad virtual
Videojuegos, márketing e industria
La realidad virtual tiene ya numerosas aplicaciones conocidas en los videojuegos, la publicidad o incluso en las visitas a museos, donde nos permiten recrear cualquier recorrido. Todas ellas serán mejorables cuanto más natural sea la sensación final del usuario, algo a lo que dan especial valor en otros sectores, como la industria, que la puede emplear en la formación de los operarios. En las fábricas se utiliza por ejemplo para que los operarios que van a incorporase a una cadena de montaje lleguen a su puesto conociendo realmente el ritmo del trabajo. Lo malo es que previamente han de aprender a desenvolverse en un entono virtual que incluso les puede marear.