Alcaraz también maravilla en Japón
El murciano se venga de Fritz en Tokio y suma ocho títulos esta temporada en su carrera hacia finalizar 2025 como número uno del mundo
Carlos Alcaraz no para. Parece aplicar aquella frase mítica de Luis Aragonés: «Y ganar, y ganar, y ganar, y volver a ganar. Eso es el ... fútbol, señores», dijo uno de los técnicos españoles más valiosos. Pero el jugador murciano está aplicándola también en el tenis. Ayer volvió a ganar otro título. Esta vez en su primera participación en el Open de Japón. Su triunfo número 67, su récord en una temporada, en la que acumula ocho títulos: 2 Grand Slam (Roland Garros y el US Open), 3 Masters 1000 (Montecarlo, Roma y Cincinnati) y 3 Masters 500 (Rotterdam, Queen's y Tokio). En la final venció por cuarta vez al estadounidense Taylor Fritz, por 6-4 y 6-4 en 1h33'.
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Las victorias de Alcaraz no son producto de una batalla intensa y de desgaste físico. No. Sus últimos triunfos abrazan la calidad, demuestran una creatividad enorme y descubren que este Alcaraz hoy en día es el mejor del mundo. Lleva tres meses en los que su superioridad sobre otros rivales es notoria. Juegue en la superficie que juegue, sea en tierra, en hierba o en dura. Sus golpes son maravillosos y entusiasman a todos los públicos del mundo, y desconciertan a los rivales.
Ante los japoneses se lució. En las semifinales proporcionó una gama especial de golpes, con una cuchara fantástica que dejó a Casper Ruud con cara de no creerse ni entender como Alcaraz había llegado a una bola cruzada y la había devuelto allá donde él no la esperaba. En la final de ayer en el espléndido Ariake Coliseum se dio el lujo de terminar el partido con dos dejadas consecutivas a cuál de ellas más espectacular.
Quizás esa cualidad de querer hacer en cada golpe algo diferente a lo que espera el rival es lo que destaca en mayúsculas al actual Alcaraz. Ese talento innato, que ha perfeccionado con un trabajo especial de su equipo, lo ha llevado otra vez a estar en lo más alto del ranking. También goza de una notable confianza, lo que lleva a que después de cada partido no tenga reparo alguno en declarar que probablemente está pasando por el mejor momento de su carrera: «Me estoy sintiendo bien siempre que salgo a la pista. Me creo capaz de cualquier cosa».
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Y no miente. Es sincero. Está disfrutando como nunca antes lo había hecho. Está gozando de un gran esplendor físico y tiene la mente clara para intentar inventar jugadas sorprendentes. Su servicio ha mejorado tanto que apenas ofrece oportunidades de rotura. En todo el torneo solo cedió un set, ante Casper Ruud en semifinales. Y frente a Fritz, con el que la semana pasada, en la Rod Lavar Cup, perdió su primer partido de cinco enfrentamientos, cedió un servicio en el segundo set. Aquí, Alcaraz pasó un momento dudoso: ganaba 5-1 y Fritz rompió el saque del español cuando sacaba para ganar el título con 5-2, y solo con 5-4 pudo encontrar eso que es tan difícil para cualquiera tenista: la fórmula para cerrar un partido. Y lo hizo con el atrevimiento de dos dejadas bárbaras, imposibles de llegar a ellas y devolverlas.
A la espera de Sinner
Es el actual número uno del mundo, y su principal objetivo es terminar el año en esa posición. De momento, ayer sumó 500 puntos más, y aventaja a Jannik Sinner, el otro jugador que está en otro nivel al resto de adversarios del circuito, en 2.760 puntos, pero el italiano juega hoy la final del Masters 1000 de China ante Learner Tien. Poco después de terminar la final de Tokyo, Carlos ha confirmado qeu no jugará el Masters 1000 de Shanghai, debido a sus problemas en el tobillo.
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El murciano se convierte así en el cuarto español que vence en Japón, después de Manolo Orantes (1977), David Ferrer (2007) y Rafa Nadal (2010).
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