Se rompió el hechizo
El Parejas prosigue su andadura. La tercera jornada ya es historia. El frontón no ha cambiado su perspectiva. La Covid-19 lo ha trastocado todo. ... No hay público ni corredores de apuestas. Están los justos. Los indispensables. Hace unos meses era impensable esta situación. Sin embargo, la vida sigue. Es lo que hay.
El partido programado para el lunes en Azpeitia centraba el foto de la jornada pasada. En escena dos parejas que gozaban con la vitola de imbatibilidad. Elezkano II y Zabaleta contra Altuna III y Mariezkurrena. Dos delanteros habilidosos, predispuestos a bordar el rizo de lo imposible, y dos zagueros con una pegada larga y pertenecientes a la cofradía de los cañoneros.
Había despertado una inusitada expectación. No era para menos. Era un cuarteto de armas tomar. La cátedra, esos sabios que marcan los pronósticos, adelantaron como favoritos al delantero de Zaratamo y su guardaespaldas de Etxarren. No se equivocaron. Se impusieron (22-15) en un partido en el que siempre, de principio a fin, mostraron su superioridad. Desde que se puso la pelota en juego fue José Javier Zabaleta el que impuso su juego total. Con unos zarpazos demoledores abrió un hueco impresionante en los cuadros largos. Esta circunstancia tuvo un efecto que resultó determinante. El II de los Elezkano gozó de muchas más oportunidades que su rival de turno, luciéndose con un abanico de remates, desequilibrando el fiel de la balanza.
Zabaleta, a sus 29 años, se ha convertido en el gran cacique de la zaga. Ha cogido el hilo de los partidos a la perfección y supera sin miramientos a sus oponentes. Lo suyo fue un repertorio. Mandó con sus intensos pelotazos. Cubrió cancha a destajo, bajando a taponar huecos cuando fue necesario y metiendo mucha pólvora a sus envíos con ambas manos.
Altuna III estuvo desbordado. Fuera de sitio. Con muchas prisas y alterado por toda la tormenta que se cernió sobre su cabeza. Hubo pasajes durante el encuentro que perdió concentración. Desnortado y queriendo comerse la pelota a bocados. Su escudero no jugó ni bien ni mal. Supo estar. Soltó unos latigazos amplios y bien dirigidos, que vienen a constatar que su futuro resulta muy halagüeño.
Danel Elezkano estuvo pletórico. No bajó la guardia en ningún momento. Sin miramiento alguno a la hora de ir a por uvas. Expansivo con su zurda, con unas paraditas al 'txoko' diabólicas, y abriendo de gancho muy bien a la raya de la contracancha. Se le ve muy bien compenetrado con su compañero. Muy cómodo. Sin concesiones. Sin fisuras. Demostrando que es un hombre con el que hay que contar. Y la vida sigue. Eso sí, la segunda pelota de los vencedores fue exagerada.
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