Rahm: «Sería increíble saltar a San Mamés con la chaqueta verde»
El vizcaíno se reivindica tras su victoria en el Masters: «Este año he conseguido cosas que muchos pensaban que no podía lograr»
Jon Rahm jugó la semana pasada el Heritage, prestigiodo torneo del PGA Tour, pero su cabeza y su corazón todavía estaban en el Masters, donde ... dio un recital para sumar el segundo Grande de su carrera y abrir las puertas del cielo del golf. Le costó, y mucho, al vizcaíno 'aterrizar' en el campo de Carolina del Sur porque todo lo que hacía le recordaba a los tees, las calles y los greenes del Augusta National, invadido por miles de aficionados que se rindieron ante su clase magistral. El mejor jugador del ranking mundial salió del santuario con la chaqueta verde y recogió de esa manera el testigo de su idolatrado Severiano Ballesteros, de José María Olazabal y de Sergio García, los otros compatriotas que se encumbraron en este rincón de Georgia. «Lo que he conseguido es impresionante y la ambición perdura, por supuesto, pero hay que recordar que esto es muy difícil», subrayó este martes el de Barrika en un encuentro telemático desde Estados Unidos con varios medios de comunicación españoles.
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Rahm aún no tiene la fecha del primer evento en el que podrá lucir la emblemática prenda del Masters. La tendrá en su poder un año antes de devolverla, una regla más de una entidad apegada a las tradiciones y a las liturgias y que sin embargo siempre va adelantada al resto cuando hay que adoptar decisiones de calado. Pero lo que sí tiene claro es que le encantaría poder traerla a Bilbao y ofrecérsela a los seguidores del Athletic y por extensión al resto de vizcaínos en La Catedral. «Sería increíble saltar al centro del campo de San Mamés con ella puesta. A ver si cuando vaya allí coincide que hay algún partido y se puede hacer», deseó. Ferviente hincha del equipo rojiblanco, sigue con interés todo lo que le rodea y ha sido su primer embajador para conmemorar el 125 aniversario de su creación. De hecho, la vuelta de la semifinal de Copa frente a Osasuna le pilló en martes en Augusta, en plena vuelta de prácticas para reconocer el terreno. «Me vais diciendo cómo va la cosa», bromeó con los periodistas antes de ejercitarse en el exigente recorrido con Olazabal y Sergio García.
Un 9 de abril nació el genio de Pedreña. Un 9 de abril ganó el Masters el castellonense. Y un 9 de abril lo hizo también Rahm, que acabó tan agotado física y mentalmente tras la decisiva cuarta vuelta del domingo que poco después de medianoche ya estaba en la cama. Prácticamente no pudo dormir porque la «adrenalina» todavía estaba en su máximo apogeo y se dedicó a recordar algunos momentos de su partido estelar con Brooks Koepka, como sus espectaculares salidas de los hoyos 12 y 13, en pleno Amen Corner, y su sublime tiro a green en el 14. El rugido del público después de este golpe mágico se escuchó desde Atlanta.
«La verdad es que no sé cómo no se habla más de ese golpe. Era dificilísimo, por el ángulo y porque había árboles que me molestaban tanto antes de golpear la bola como en la llegada al green», proclamó con media sonrisa al otro lado de la pantalla antes de detenerse también en la evocación del tee del 17, desde donde impactó una bola que voló por un 'túnel' estrecho como pocos antes de caer en el centro de la calle.
Su memoria es prodigiosa. Es capaz de resumir a la perfección la jornada completa. Y no sólo cuando habla de sus golpes, sino también de los de sus contrincantes. La concentración, dijo, resultó fundamental para rematar la faena. También estar siempre precavido, «saber que aunque lleves cuatro golpes de ventaja Koepka puede hacer cuatro birdies e igualarte». No hay deporte más cambiante que el golf. Puedes ganarlo y perderlo todo en un parpadeo si se confunde la comodidad con la relajación.
Vestuario de los campeones
El próximo año será muy diferente para Rahm en Augusta. Llegará como campeón en curso, ejercerá de anfitrión en la cena de los campeones –ya ha adelantado que apostará por la gastronomía vasca para agasajar a los invitados– y también se cambiará en el vestuario reservado a los profesionales que han lucido alguna vez la chaqueta verde. Pudo verlo el domingo de la victoria y se dio cuenta de que cabía la posibilidad de que habilitaran su taquilla junto a la de Seve. «Yo he hecho la petición, a ver qué pasa».
Y es que la conexión del vizcaíno con el cántabro es evidente a pesar de representar a dos generaciones muy diferentes. El de Pedreña fue el pionero y gracias a él el golf empezó a popularizarse desde los años 80 en España. Rahm es su heredero ideal y forma parte de una camada claramente influenciada por Tiger Woods que ha profesionalizado la disciplina hasta el máximo hasta convertirse en deportistas totales. El lunes 10 de abril, cuando el vizcaíno despertó en la casa que le sirvió de hogar durante el Masters, vio un fotomontaje en una portada en el que salía con Ballesteros. «La miré una vez y me emocioné. Después volví a verla, miré a Kelley (su esposa) y me eché a llorar. La cara se me llenó de lágrimas. Todas las emociones me cayeron en ese momento», admitió en su comparecencia.
Su familia –Kelley y sus hijos Kepa y Eneko– es fundamental para él porque casi siempre le acompañan en los viajes y eso le permite establecer un corte entre el trabajo y la vida en casa. «Me permite desconectar del golf y eso me ayuda», señaló. Este 2023 es para enmarcar, con cuatrio victorias en apenas cuatro meses. Quiere el British Open. «Este año he conseguido cosas que muchos pensaban que no podía conseguir», reivindicó.
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