El forofo ignorante
El forofo ignorante está muy mal visto. Es un personaje denigrado al que los millones de expertos que hay por el mundo le observan con ... esa mezcla de resignación y displicencia que se reserva a los seres inferiores. No tienen ni idea. Me refiero a esos expertos. Y es que pocas cosas hay más gratificantes que seguir a un deportista o a un equipo con la pasión pura del ignorante, es decir, sin cálculos previos ni prejuicios absurdos, disfrutando de la emoción loca que produce el desconocimiento. Volví a comprobarlo la noche del domingo siguiendo a Jon Rahm en la última jornada del US Open. Comencé a ver la retransmisión en el hoyo 5 y las cuatro horas siguientes fueron un espectáculo integral.
El forofo ignorante es alguien paradójico y poliédrico. Los hay optimistas y pesimistas. Entre estos últimos algunos lo son por naturaleza, los eternos cenizos, mientras que otros lo son por estrategia preventiva. No creen realmente que las cosas vayan a ir mal sino que se preparan para el dolor posible haciendo presagios funestos. Este cronista ha caído muchas veces en esta debilidad. Sin ir más lejos el domingo viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos en Torrey Pines. Cuando Rahm falló sus putts para birdie en los hoyos 15 y 16, me temí lo peor y me fui preparando mentalmente para el disgusto de que el golfista de Barrika quedase segundo. Un comentario de los narradores de Movistar aludiendo a los segundos puestos de Louis Oosthuizen en varios grand slams me levantó el ánimo. Me lancé a la wikipedia y lo confirmé: el sudafricano era un golfista excepcional pero también una especie de Poulidor.
Me alegré. Faltaría más. Porque el forofo ignorante es también un ser despiadado que desea lo peor deportivamente para los rivales de su ídolo. Hay que ser sinceros. El desenlace del US Open estaba apretadísimo mediada la última jornada. Había una docena de jugadores con opciones de título. Algunos muy peligrosos. Aparte de Oosthuizen, estaban McIlroy, De Chambeau, Mackenzie Hugues, Koepka... Cómo negar, por tanto, que cada vez que les veía en el 'tee' de salida les deseaba a todos ellos un tiro desastroso que se les fuese a los acantilados, al agua, al parking o al ramaje del árbol más frondoso, como le sucedió a Hugues en el hoyo 11. Cómo negar que en los 'greens' cruzaba los dedos para que se les escapasen los putts. Y cómo negar, en fin, que cuando todos los rivales de Rahm menos el sudáfricano se iban cayendo por el precipicio, como los porteadores en las películas de Tarzán, la satisfacción rebosaba.
No hace falta decir que el forofo ignorante es también un sentimental, un ser entregado a la causa que sufre como un bellaco. Tras celebrar por todo lo alto los excepcionales 'birdies' del golfista de Barrika en los dos últimos hoyos y empezar a sospechar con ilusión que el golf quizá le premiase tras lo ocurrido en The Memorial, la espera hasta que Oosthuizen terminó su recorrido se hizo eterna. Qué nervios. Por fortuna, todo acabó bien. Para nosotros, el forofo ignorante y sus compañeros, de la mejor manera posible cuando Rahm recordó al amigo periodista que había perdido. Y es que, en ese momento, ninguno de nosotros pudimos dejar de pensar en 'Corti' sonriendo de oreja a oreja, feliz, desde algún lugar muy alto.
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