Los mimbres que han devuelto al Amorebieta al fútbol profesional

El Amorebieta lo ha vuelto a hacer. Después del ascenso logrado en Badajoz y su posterior caída a los infiernos, el cuadro vizcaíno empató este sábado contra el Bilbao Athletic y regresa al fútbol profesional, salta otra vez a Segunda División. Los azules se han ganado a pulso el poder disfrutar de una nueva aventura en la División de Plata. Vuelven a una categoría en la que pelearon hasta el final contra todo y contra todos, y esta vez quieren que sea con mayor solidez, como sólidos son los mimbres que les han devuelto al fútbol profesional.

Aquella primera experiencia en Segunda División sirvió para profesionalizar el club en muchos aspectos, tanto organizativos como a nivel deportivo. Una evolución que ha sido más que palpable pero que no ha hecho que el Amorebieta pierda esa esencia de club tradicional en el que los pasos que se dan son cortos pero firmes. Esa ha sido y sigue siendo la gran base sobre la que se asienta el proyecto de los zornotzarras.

Estar alejado del ruido mediático que rodea a otras entidades, no sentir esa presión extra por tener que conseguir tal o cual objetivo… Son losas de las que el Amorebieta se libra y eso le ha facilitado enormemente su labor. Para cuando algunos se han querido dar cuenta de que los zornotzarras iban muy en serio a por el ascenso ya ha sido demasiado tarde para ellos.

Cierto es que el arranque timorato de competición protagonizado por los de Haritz Mujika les sacó de muchas quinielas. No era para menos. El Amorebieta tuvo que reinventarse el pasado verano, reconstruir casi desde cero la plantilla, una confección que estuvo lastrada por un proceso electoral que dilató en exceso los tiempos. Tanto que al primer entrenamiento acudieron tan solo trece jugadores, incluyendo cuatro chicos de la cantera. El trabajo de Asier Goiria para elegir los mimbres, pescando aquí y allá, dejando de lado la filosofía de jugar solo con euskaldunes, fue minucioso.

También lo ha sido el de Haritz Mujika para dar la cohesión necesaria al grupo y moldearlo a su gusto. El técnico de Pasajes ha sabido manejar con tino el equipo. Bajo el mantra del partido a partido y no mirar más allá del objetivo más inmediato, los azules han ido quemando etapas con éxito. Del irregular arranque que les dejó como colistas en la séptima jornada a salir de la zona roja en la undécima. Desde ahí, el crecimiento ha sido imparable. El primer gran arreón les llevó a encadenar nueve partidos sumando. Hasta que llegó el derbi ante la Real Sociedad B en Urritxe. Aquel partido, en inferioridad desde el minuto dos y que acabaron perdiendo en el tiempo de descuento, supuso un antes y un después. Un punto de inflexión absolutamente decisivo. Pese a la derrota, el vestuario salió enormemente reforzado.

Con la excepción de la salida de Urko Izeta rumbo a Lezama, el Amorebieta solventó con éxito los cantos de sirena que envolvieron a varios de sus efectivos en el mercado invernal, algunos procedentes incluso de equipos de una Segunda División en la que ahora volverán a jugar los vizcaínos. No sólo eso, sino que también se reforzó con acierto. El foco se lo llevó el joven Julen Jon Guerrero, una cesión labrada en silencio con la cantera del Real Madrid. Una apuesta arriesgada pero que ha dado sus frutos, muy beneficiosa para todas las partes.

Durante la segunda vuelta, el Amorebieta ha sido un rodillo. Cada partido ganado hacia crecer la fe y la confianza de un equipo que se ha desempeñado como tal. Sin grandes individualidades, sin estridencias, pero mostrando una enorme solidaridad en el verde que les ha permitido superar cada piedra del camino.

El empuje de la afición también ha sido más que relevante para poder alcanzar el objetivo del ascenso. Un premio que sabe mucho mejor que el anterior por poder contar con ese apoyo incondicional en la grada, ya no solo en Urritxe, también en cada desplazamiento. Lo vivido en Zubieta, en Calahorra, en Las Gaunas, con más de seiscientos hinchas zornotzarras, y en una Lezama teñida de azul, demuestra la comunión entre el equipo y un pueblo volcado con los suyos.

Este flamante Amorebieta ya de Segunda División no sólo ha ido dejando rivales por el camino sino que también ha ido batiendo casi todos los registros en una segunda vuelta sensacional: mejor equipo local, mejor visitante, el que más veces abre el marcador, el menos goleado, mejor racha de victorias en su feudo, también en el cómputo global de Primera Federación… Y todavía queda una última jornada por delante en la que ahora más que nunca podrán disfrutar del trabajo bien hecho.