El Real Madrid reaccionó como si fuera Vinicius
France Football, organizador del Balón de Oro, ha tenido la pésima idea de no premiar al futbolista ungido por el dedo blanco. «El Balón de ... Oro deja de existir para nosotros», proclamaron el lunes desde la casa blanca, cancelando a continuación una programación de cinco horas en torno al trofeo preparada para la ocasión por la televisión del club, la misma que emite videos denunciando los errores en su contra, reales o imaginarios, de los árbitros designados para dirigir sus partidos.
La historia tiene su puntito de surrealista. Empezó cuando se hizo correr la especie de que este año Vinicius sería el ganador del galardón, mucho antes de que los cien expertos que votan hubieran emitido su dictamen. Los que adelantaban la victoria del brasileño apuntaban sus argumentos: ha ganado la Champions League y la Liga. Había otros futbolistas, como Rodri sin ir más lejos, que también han ganado títulos importantes, la Premier con el City y la Eurocopa con su selección, por ejemplo, pero fueron ninguneados por el agitprop blanco: Vinicius va a ganar porque sí, porque lo decimos nosotros.
Era tanta la seguridad con la que tertulianos de guardia y madridistas a tiempo completo anunciaban el triunfo del brasileño, que acabaron creyéndose su propio discurso, a fuerza de ser rebotado una y otra vez como un eco entre ellos mismos. Vamos, que el pronóstico se convirtió en sentencia no solo en sus cabezas sino también en la del propio interesado y en las de los responsables del Real Madrid. Se entiende así el desconcierto, la incredulidad y, finalmente, el berrinche, cuando se enteraron de que los que decidían de verdad cometieron el delito de no pensar como ellos. De pronto los cien votantes se convirtieron poco menos que en cien pelagatos de países del tercer mundo que no tienen ni idea de esto o, lo que es peor, en agentes ocultos al servicio de la UEFA en su cruzada contra el Madrid.
Hace tiempo que el Real Madrid se ha convertido en una máquina de propaganda que emite sus mensajes amplificados por un ejército de corifeos que colaboran muy gustosamente en la creación de una realidad virtual a la medida. Y lo hacen con una eficacia digna de mejor causa. En cuestión de horas se pasó de la proclamación virtual de Vinicius como Balón de Oro a la indignación coral por el incumplimiento de su propia profecía.
La metedura de pata del Real Madrid ha sido de proporciones bíblicas, como se lo han hecho saber los medios de los cinco continentes. Los que decidieron boicotear con su ausencia la gala del Balón de Oro en París, le hicieron un flaco favor a la institución con una reacción tan infantil como prepotente. Pasadas unas horas, dio la impresión de que se dieron cuenta de su error e hicieron correr la versión de que, en realidad, fue el propio Vinicius quien, despechado, decidió no acudir, encontró el respaldo de Ancelotti y el club, lejos de decidir nada, se limitó a amparar a sus profesionales anulando el viaje.
Pero esta versión dejaría todavía en peor lugar si cabe al club y a sus responsables. El madridismo incondicional podría hasta entender y justificar una reacción extemporánea de un Madrid herido en su orgullo; lo que no tiene recorrido es que la institución se pliegue a los caprichos o los impulsos de uno de sus jugadores, por muy importante que sea. Enumerar los casos en los que el Real Madrid ha proclamado que la institución está por encima de cualquier futbolista para poner fin a su carrera con la camiseta blanca, desde Di Stéfano hasta Sergio Ramos, daría para un libro.
Lejos de mantener la compostura exigible a una entidad de tanta trascendencia, el Real Madrid entero se ha mimetizado y ha actuado como suele hacerlo Vinicius cuando las cosas no le salen en el campo o un árbitro no se rinde a sus caprichos: pataleando, protestando y culpando al mundo de los errores propios. En definitiva, a base de consentirle los caprichos y reírle las gracias, todo el club se ha convertido en una especie de remedo del brasileño.
Decía el himno del Real Madrid aquello de que «cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano». Evidentemente, ha hecho muy bien reemplazando el cántico. La letra del viejo himno era ininteligible para el madridismo actual.
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