Froome: «Geraint es el líder y eso no es un problema para mí»
El cuatro veces ganador de la ronda gala dice que será «feliz» si gana su compañero
Al inicio del Tour, 'Purito' Rodríguez estuvo unos días con su equipo, el Katusha. Y dejó este comentario: «Hablo todos los idiomas, francés, italiano, español, catalán..., menos el que tengo que hablar, el inglés». Hace tiempo que el Tour de Francia se pronuncia en esa lengua. Primero la impusieron los americanos Greg LeMond y Lance Armstrong, y desde 2012 imparte clases el Sky. Con Bradley Wiggins tenía acento londinense, de un hooligan del Arsenal. Con Chris Froome llegó el tono de las colonias del Imperio. Un africano blanco. Y ahora la voz la pone un galés, Geraint Thomas, líder dela ronda gala con más de minuto y medio sobre su compañero Froome. Esta edición comenzó escuchando a Froome, silbado pese a ser absuelto de dopaje, y ahora está cada vez más pendiente de las palabras de Thomas. Hasta hace unos días repetía: «Froome es el líder el Sky». Ya no. Su discurso van cambiando, va tomando altura: «En 2015 no pensaba en la clasificación general. Hoy es diferente».
A menos de una semana del final y con los Pirineos en la puerta, se sabe quién es el líder del Tour, Thomas, que le saca 1.39 a Froome, 1.50 a Dumoulin, 2.38 a Roglic, 3.21 a Bardet, 3.42 a Landa, 3.57 a Kruijswijk y 4.23 a Quintana. Lo que no se sabe es quién es el líder del Sky. O sí. En el equipo más poderoso manda Dave Brailsford, su creador, el alfarero que talló con sus manos a un especialista del velódromo como Wiggins para convertirlo en el primer británico que gana el Tour. Luego ha conseguido cuatro ediciones más con Froome y ahora tiene dos bazas, Froome y Thomas, para mantener esa estela triunfal. «Lo importante es que gane el Sky. No importa con quién», dijo Braisford.
No es la primera vez que se enfrenta a un dilema así. En el Tour de 2012 no le tembló el gatillo. Froome, un recién llegado al que casi había descartado un año antes, era el más fuerte, pero tenía que ganar Wiggins. Brailsford lo impuso. Eligió al vencedor. Tal es su poder. No suele ser sencilla la convivencia entre dos líderes. En 1985, LeMond ayudó a Hinault a sumar el 'quinto'. El bretón le prometió devolverle el favor un año después. Ya. Pero llegó el Tour 1986 y el 'viejo' salvaje francés no pudo reprimir su ambición. Le hizo la vida imposible. Le torturó pese a ser su compañero de equipo. Y le avisó con una frase: «Ayudaré a LeMond con una condición, que sea digno del maillot amarillo». Es decir, que se lo gane. Que sea el mejor; mejor incluso que Hinault. LeMond lo fue. Hinault le escoltó sólo cuando comprobó que ya no estaba a la altura del joven americano. En el ciclismo sólo gana uno. Sólo puede quedar uno.
Thomas: «Estoy haciendo la carrera de mi vida»
Entonces, el Tour hablaba francés. Ya no. Hay que aprender inglés para traducir el contenido de la carrera. A Froome le frenó el arisco Wiggins en 2012. Ahora, es él el que ocupa el trono. Pero su reacción ante la posibilidad creciente de que Thomas sea el elegido es de calma, casi solidaria: «Seré feliz si un corredor del Sky llega de amarillo a París. Geraint es el líder y eso no es un problema para mí». Nunca hay motivos para insultar o agredir a un ciclista. Con Froome, aún menos. Nadie como él ha llevado el estigma de ser el número uno, una condición que en el Tour y en Francia siempre te hacen sospechoso. «Nos pitan porque ganamos», replica Brailsford, que es el encargado de morder en el Sky.
Con el paso de las etapas y las demostraciones de solidez de Thomas, es como si Froome asumiera el relevo. Son amigos, viven cerca, comparten entrenamientos. Thomas empieza a verse de amarillo en París. «Estoy haciendo la carrera de mi vida», constata. Tiene 32 años, uno menos que Froome. Viene, como Wiggins, de la pista. Sabe convivir con la presión: ha sido dos veces campeón olímpico de persecución. Presume de carácter galés, es aficionado al rugby y la cerveza. Desde 2013 se dedica de lleno al ciclismo de ruta. Ganó en 2016 la París-Niza y en junio ha conquistado el Dauphiné. Era el relevo de Froome si el africano hubiera sido sancionado por su caso positivo en la Vuelta a España. El Sky vino al Tour con dos planes. Y nadie se los ha roto.
Quedan tres días de montaña y la contrarreloj final. Thomas pedaleará en terreno desconocido. Nunca había llegado tan lejos. Froome, que lleva un año imbatido -Tour 2017, Vuelta 2017 y Giro 2018-, aspira a ser único: a encadenar en una misma temporada los triunfos en el Giro, el Tour y la Vuelta. Triple salto mortal nunca visto. Cuando vino a esta edición de la ronda gala temía a Dumoulin, a Nibali, a Bardet y al Movistar de Landa y Quintana, los que le disputaban el liderato del Tour. Lo que no esperaba es que le iba a costar más ser el líder del Sky. Si a Thomas no lo tumban los rivales del conjunto británico, Froome le escoltará hasta París. Para ganar el 'quinto', Froome necesita a Dumoulin, a Bardet y a Landa y Quintana.