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Roglic da en Arrate el primer golpe en la Vuelta
El esloveno, ganador de la ronda en 2019, gana la primera etapa, con Mas y Carapaz como rivales y con Valverde y Dumoulin a la baja
Hace un mes, Primoz Roglic perdió el Tour, la gran carrera, en la contrarreloj final. Cuando ya lo creía suyo, se lo quitó otro esloveno, ... Tadej Pogacar. Su imagen sentado en el suelo, con los brazos blandos y el casco torcido, era la de un hombre hundido. Y no. No lloró, al menos en público. Pasó esa agria página, ganó la Lieja-Bastogne-Lieja y ya es líder en esta Vuelta que ha comenzado en la cima de Arrate. Si hay algo más fuerte que las piernas de Roglic es su mente. De granito.
De septiembre de 2019 a octubre de 2020 el mundo ha cambiado por obra del coronavirus. Pero hay cosas que siguen igual. Roglic ganó entonces la Vuelta a España y ahora, tantos meses de pandemia después, acaba de vencer en la primera etapa en el Santuario de Arrate. Acabó hace un año vestido de rojo y así viste ya. Y tras solo leer el primer capítulo de la ronda, Roglic ya sabe que además de ser el líder de la Vuelta lo es de su equipo el Jumbo. Su compañero Dumoulin, al igual que Valverde, perdió un minuto. Mucho tan tremprano. Roglic también sabe ya quiénes serán sus rivales. Hay dos en especial, los dos que más se giraban para mirarle camino del Santuario de Arrate, Enric Mas y Richard Carapaz, que llegaron con él junto a Daniel Martin, Chaves, Grossschartner y Carthy. Lo último que le dijo Arrate a Roglic es que ni Froome, ni Pinot, ni Vlasov le discutirán nada. Eliminados a la primera.
Antes de salir desde Irún, la primera Vuelta otoñal guardó un minuto de silencio por las víctimas de la pandemia. La ronda ha sobrevivido al virus. Ahora tiene que llegar a Madrid. Los corredores del Bora llevaban una mascarilla con un saludo en euskera, 'Kaixo'. Saludo a nadie. Como todos, estaban recluidos tras las vallas. Sin público. A solas. No queda otra. La Vuelta, que es una fiesta popular, tendrá que vivir tres semanas a puerta cerrada en las salidas y las metas. La afición, eso sí, salió a ver pasar la carrera junto a sus portales. En este ambiente tan extraño, será la edición más triste de la historia, pero si sale adelante enviará un mensaje de esperanza.
Los ciclistas de la Vuelta empezaron a difundirlo deprisa. Enseguida se juntaron cinco dorsales en una fuga: Cavagna, Jauregui, Wellens, Sutterlin y Bol. Pudieron ser seis, pero el guipuzcoano Aritz Bagües llegó tarde y no pudo subirse a ese tren. Llovía y pegaba un viento templado y revuelto. Hojas muertas sobre el piso mojado. Y velocidad. Mala mezcla. A falta de 90 kilómetros y camino del alto de Udana, el colombiano Daniel Felipe Martínez, ganador del Dauphiné, acabó en el suelo. Se dolía el tobillo zurdo. Pudo reengancharse pero estaba tocado. En Arrate iba a perder sus opciones en la general. También corría condenada la fuga. El Jumbo (Roglic y Dumoulin) y el Movistar (Mas y Valverde) asumieron a la primera el mando de la Vuelta. Querían romperla en la etapa inicial, en la subida a Arrate. El objetivo era tachar rivales.
Enric Mas es candidato
A esa tarea se sumó el Ineos de Carapaz. Tras pasar Udana y Kanpazar, Amador desbrozó el pelotón en Elgeta, donde se incrustó el canadiense Woods en un bolardo. Otro adversario menos. Al Ineos no le importó sacrificar a Froome. No es su baza. Lo ejecutaron sus propios compañeros. Sin piedad. Sin memoria. Amador enfiló hacia Arrate. Le dio relevo Sosa. Empezaron a deshojar la carrera. Pinot ya no estaba. Vlasov se rendía. La Vuelta se reducía tanto que parecía en su tramo final y solo está al inicio. Fue entonces, en el tramo duro de Arrate, cuando el Jumbo de Roglic recuperó el mando. Kuss, el estadounidense de Durango, sigue al nivel del Tour. Ahogó a Valverde y a De la Cruz. Incluso tumbó a uno de los suyos, Dumoulin. Daba igual. La baza es Roglic.
Ahí se vieron las caras los seis que resistían: Kuss y Roglic, Mas, Carapaz, Martin y Carthy. Enric Mas se abría para pasar revista. Se le notaba seguro, cómodo. Ha sido quinto en el Tour y fue segundo en la Vuelta de 2018. Está a punto para dar el salto. También Carapaz dominaba la situación. Roglic no lo necesitaba. Ya tenía a Kuus. Les cogieron Chaves, Grossschartner y otro del Jumbo, Bennett. La escuadra holandesa aplastó el Tour y quiere hacer lo mismo en la Vuelta.
La subida a Arrate tiene la meta en descenso. Todos lo saben. El que entra primero en la curva final lo hace en la meta. A toda velocidad. Carthy quiso saltarse ese guion. No pudo. Kuss le vigilaba, controlaba a todos salvo a su jefe. Roglic apareció en el kilómetro final. Potente. Cogió unos metros y los defendió. Entró en el Santuario como había llegado a Madrid en 2019, como líder. Como si nada hubiera pasado en este tiempo en el que tanto ha sucedido.
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