Muere Federico Martín Bahamontes, el primer español en ganar un Tour de Francia
Apodado 'El Águila de Toledo', el legendario ciclista ha fallecido a los 95 años | El genial escalador logró con su talento innato ganar la Grande Boucle en 1959, un hito en un país que iniciaba el camino hacia la modernidad
El ciclista toledano Federico Martín Bahamontes ha fallecido este martes a los 95 años de edad, tal y como ha confirmado el alcalde de Toledo, ... Carlos Velázquez, en sus redes sociales. Apodado 'El Águila de Toledo', ha sido uno de los siete ciclistas españoles que han conseguido alzarse con el Tour de Francia a lo largo de la historia de la competición.
Bahamontes, que hasta los 93 años apenas había pisado un hospital, tuvo que ser ingresado en 2022 en un centro sanitario de Valladolid por la rotura de una vértebra. Sufría osteoporosis. Una de sus hijas, Victoria, le convenció para dejar Toledo y trasladarse a Valladolid. El ganador del Tour en 1959 no era el mismo desde el fallecimiento en 2018 de su esposa, Fermina, tras 62 años de matrimonio.
Durante la recolecta de datos y testimonios para la biografía que acaba de publicar sobre Federico Martín Bahamontes, el escritor y periodista británico Alasdair Fotheringham visitó en Rentería a uno de los gregarios del ganador del Tour en 1959. Luis Otaño recibió así al visitante: «Te apuesto lo que quieras a que Federico te ha cobrado dinero por dejarte escribir su biografía, ¿a que sí?». Antes de recibir la respuesta, el antiguo corredor guipuzcoano se giró hacia su esposa y le dijo: «¿No te había dicho yo?». El genial escalador que debutó en el Tour en 1954 y que, cinco años después, se convirtió en el primer español que se imponía en la Grande Boucle dejó esa imagen entre los que compartieron con él aquella época. Ese relato íntimo contrasta con su retrato público. Bahamontes y su victoria en la ronda gala fueron la prueba del cambio en un país que se alejaba del hambre e iniciaba un tiempo de desarrollo.
En 'El Águila de Toledo', Fotheringham recoge la impresión que causó Bahamontes cuando llegó al ciclismo. «La primera vez que me crucé con Bahamontes fue haciendo la mili, en los campeonatos militares de Toledo. De repente, pedaleando a mi lado me encuentro a este chico tan escuálido, vestido como un indigente. Nos dejó atrás», contaba Miguel Poblet. El perfil que del toledano hizo Jesús Loroño resultó más crudo: «Estaba tirado debajo de un árbol, lamiendo un trozo de tocino y con pinta de vagabundo». Esa imagen es de 1953, sólo un año antes de que Bahamontes asombrara en su primer Tour. En 2013, a punto de cumplir 85 años, la revista Magazine, de 'L'Equipe', le nombró mejor escalador de la historia. «¿Habría votado a otro?», le preguntaron en esa publicación. «No», contestó tajante. «Es el palmarés el que habla». Sus 53 puertos coronados en cabeza, sus seis títulos de la montaña...
La de Bahamontes es una historia exagerada. En el éxito y en la derrota. Del principio hasta el final, en 1965, en su áspera despedida del Tour: el 30 de junio, en la décima etapa, había llegado el penúltimo a la meta de Bagnéres-de-Bigorre, en los Pirineos. Julio Jiménez, vecino y enemigo, ganó aquel día. A 'Fede' le hirvió la sangre. Y atacó desde la salida por el Aspet en la jornada siguiente. Jiménez, Poulidor, Gimondi, Janssens... Todos se organizan para cazarle. Tiran y tiran y no le cogen. Casi agotados tras una larga persecución reciben la noticia de que Bahamontes se ha retirado. A su manera. Se había escondido en unos matorrales y, tras dejar pasar al pelotón que iba en su busca, se subió de puntillas al 'coche-escoba'. Es fácil imaginar su sonrisa pícara allí oculto mientras todos sudaban en su caza. Así se fue del Tour.
Para tratar de entender su figura hay que rebobinar y ver cómo había llegado a la Grande Boucle. Desde el hambre. Nació en Val de Santo Domingo (Toledo) en 1928, ocho años antes del inicio de la Guerra Civil. En julio de 1936, toda la familia penaba en un campo de refugiados en la Ciudad Universitaria de Madrid. «Vivíamos como los gitanos, bajo unas lonas. Había miles de personas allí», recuerda Bahamontes. Su padre, Julián, logró luego un trabajo acarreando provisiones en la estación de Atocha. De eso vivían, de lo que el padre conseguía robar. 'Fede', que nunca pudo ser niño, se colaba en el parque del Retiro para reunir algo de leña. Cuando cesaron los bombardeos y el conflicto, Julián buscó el pan como picapedrero. Su hijo iba con él al tajo. Con 11 años.
Era un niño viejo. Subía a los camiones de verduras y se llevaba lo que podía. «Piel de naranjas, pan rancio, brotes de vid, fruta podrida y gatos... todo eso he comido», recordaba el exciclista con 95 años recién cumplidos. También sacaba alguna peseta suelta con la venta, como chatarra, de bombas sin estallar que desenterraba en las trincheras de Toledo. «Apenas había comida para nadie. Mi madre conseguía algún churrusco de pan y algunas cebollas, los hervía en agua y eso era lo que cenábamos», le contó a Fothenringham. Una infancia así, buscando comida a diario, se pega al alma como una cicatriz. De ahí su obsesión por el dinero. Pese al paso del tiempo, no ha olvidado el precio de cada cosa o producto que compró.
A la bicicleta subió también por necesidad. Necesitaba un vehículo para transportar, de forma ilegal, harina y verduras. El estraperlo fue su modo de vida. Ni así sorteó la miseria. Enfermó. El tifus. Se quedó en apenas 45 kilos. Se le cayó su pelo liso y cuando le volvió a crecer era ya ondulado. Salvó la vida, pero un médico le dijo que sus pulmones estaban afectados. Para siempre. Que no hiciera esfuerzos. Bahamontes, como casi siempre, desobedeció. Con un par de colegas del estraperlo se apuntó a su primera carrera ciclista. La segunda ya la ganó con su peculiar avituallamiento: un plátano y un limón. Los comió con piel. Y pronto comprobó que con aquel deporte ganaba más que su padre picando piedra o en la siega. Era el camino a seguir para calmar el hambre.
Esa lucha por sobrevivir convirtió a 'Fede' en un personaje difícil para sus compañeros. Bernardo Ruiz, el primer español que subió al podio del Tour, lo definió así: «¿Fede? Jamás le agradeció nada a nadie. Como escalador era magnífico, pero no sabía usar la fuerza. Un día te ganaba, pero al siguiente no hacía nada. Me resultaba imposible comprender qué le pasaba por la cabeza». Quizá su infancia. Bahamontes ganó un Tour y pudo haber ganado más: fue segundo, tercero y cuarto. Las victorias eran suyas y las derrotas, de sus gregarios. «Jamás se dignó a dar las gracias», apuntó Luis Otaño.
Rey de la montaña
Si no venció antes en la Grande Boucle fue porque no se lo propuso. Su meta era el reinado de la montaña. Eso cambió justo antes de la temporada 1959. Durante una cacería con galgos en Toledo, Fausto Coppi le ofrece un contrato para fichar por su equipo, el Tricolfilina. Y le pone una meta que 'Fede' ni se había planteado: ganar el Tour. Coppi le convenció. Pero el Tour se disputaba entonces por selecciones nacionales. El equipo de España, dirigido por Dalmacio Langarica, tuvo que afrontar su propia guerra civil. Loroño y Bahamontes no podían ni verse. Langarica eligió al toledano y dejó en casa al vizcaíno.
A 'Fede' no le bastó eso. Tampoco se fiaba de Antonio Suárez, ganador de la Vuelta. Quizá por eso, para dejar claro su liderato, Bahamontes atacó en la primera etapa del Tour 1959. Nadie lo esperaba. El caso es que alejó a varios rivales y, sobre todo, a Suárez. Aun así, no estaba tranquilo. Y volvió a atacar en la segunda jornada, en cuanto supo que Suárez había vuelto a quedarse descolgado. Las peleas internas eran un hábito en la selección española, aunque en aquella ocasión les benefició un guerra todavía mayor, la que se había desatado en el combinado francés. Cuatro supuestos líderes, Anquetil, Bobet, Geminiani y Riviére, aspiraban al primer cajón del podio de París. Les separaban muchas cuentas pendientes.
En eso, llegaron la montaña y el calor. Los mejores aliados de 'Fede'. Voló sobre el Tourmalet con la única compañía de su gemelo luxemburgués, Charly Gaul. Pero no se exprimió. Guardó fuerzas. Por una vez, Bahamontes calculaba. Ya no era el loco de las cumbres que se paraba en la cima a comer un helado. Esperó a que llegara su día. Llegó. En la decimotercera etapa. En el horno del Macizo Central. Fuego sobre el Tour camino de Aurillac. Gaul cayó en esa hoguera. Y el equipo de Francia se partió. Guerra entre hermanos. Anquetil y Anglade, francés integrado en un equipo regional, ayudaron a Bahamontes a hundir a Bobet y a Riviére. El toledano se acercaba al liderato y, lo mejor para él, ese día abandonó Suárez. Desde la distancia, España vivía pendiente de las aventuras del 'Águila'. Un país con la oreja pegada a la radio.
Bahamontes arrolló en la cronoescalada al Puy-de-Dôme. Redujo la lista de adversarios a uno, el francés Anglade. Salió a por él en los Alpes, en la etapa de Grenoble, y con la ayuda de Gaul. Los dos escaladores se repartieron aquella jornada. El luxemburgués levantó los brazos y el español se vistió de amarillo. Quedaba otro capítulo alpino por el valle de Aosta. Y allí, Riviére y Anquetil sumaron sus fuerzas a las de Bahamontes y sepultaron las opciones de su compatriota Anglade, quien había atacado en el empapado descenso del Petit-Saint-Bernard. El galo puso contra las cuerdas al toledano, poco hábil cuesta abajo. Al español lo rescataron Anquetil y Riviére, quienes no querían que un francés de un equipo regional se llevara la carrera más grande del mundo.
Un día después, Bahamontes dejó atrás a Anglade en el duro puerto de Forclaz y cogió ventaja de sobra para afrontar con tranquilidad la contrarreloj final. El Tour de 1959 era suyo. Cuando, ya en París y con el ramo de flores al hombro, le pidieron que enviara unas palabras a sus seguidores en Toledo, soltó: «Díganle al alcalde que sería un buen momento para que me diera ese terreno para hacerme una casa que me había prometido si ganaba». Así fue el primer Tour de un español de aquella España que escapaba del hambre como podía, incluso a pedales.
Homenaje de sus vecinos
El alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, ha anunciado que el Ayuntamiento decreta dos días de luto «como muestra de dolor y reconocimiento de todos los toledanos» a la figura de Bahamontes. «Con profundo pesar, lloramos la pérdida de Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, un referente del deporte que ha llevado el nombre de nuestra ciudad a lo más alto. El primer español en ganar el Tour de Francia forma parte de la historia del deporte en nuestro país, con más de 74 victorias a sus espaldas», indica Velázquez en sus redes sociales.
Recuerda el primer edil que Bahamontes es Hijo Adoptivo de la ciudad de Toledo. «Admirado y querido, Fede nos ha emocionado con sus extraordinarias escaladas». Añade en su mensaje que «gracias a él todos ganamos el Tour. Nuestro más sentido pésame a sus seres queridos. Descanse en paz», remata.
En mayo de 2018 la ciudad de Toledo rindió homenaje a su más aclamado ciclista en un acto que contó con Miguel Indurain, Carlos Sastre, Óscar Pereiro y Pedro Delgado, ganadores todos ellos del Tour de Francia. Bahamontes subió desde el Paseo de la Vega hasta el Miradero en un coche descapotable a fin de rememorar ese mismo trayecto que realizó tras ganar el Tour de Francia en el año 1959. El recorrido terminó en el Miradero, donde se descubrió la escultura que Javier Molina Gil esculpió para la ocasión y que representa al ciclista escalando en una posición de máximo esfuerzo.
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