Landa entrega la cabeza de Roglic a Carapaz en el Mortirolo
El alavés remolca al líder para cazar a Nibali y, juntos, alejan minuto y medio a Roglic, que pierde casi todas sus opciones en Ponte di Legno, donde gana Ciccone
Si alguien quiere quitarle el Giro a Richard Carapaz tendrá que pasar por encima de Mikel Landa y el Movistar. El Mortirolo dictaminó la agonía ... de Roglic, el derrotado de la etapa 'reina'. Al esloveno primero le atacó Nibali. Le desvistió. El siciliano valiente expuso sobre el asfalto vertical del Mortirolo la debilidad de Roglic. Y luego, Landa se echó sobre la espalda a Carapaz y le llevó hasta donde por delante goteaba sudor y coraje Nibali. Juntos subieron y bajaron la mole y tiraron bajo la lluvia hasta la meta de Ponte di Legno, donde ya había ganado el mejor de la fuga, el italiano Ciccone. Roglic, rodilla en tierra, cedió casi minuto y medio. Ya no tiene a tiro de contrarreloj a Carapaz. Ya no le vale con defenderse. Ya no es su Giro. Carapaz manda en la general con 1 minuto y 47 segundos sobre Nibali y 2.10 sobre Roglic, al que acecha Landa, cuarto a 3.15, el ciclista que, de nuevo, subió el Mortirolo a medio gas, sin libertad, supeditado otra vez a otro líder. Parece su sino.
Y parece el Giro de Carapaz, a quien amenaza como único rival Nibali y que, para su suerte, tiene a su servicio al más fuerte en la montaña, Landa. Cuando el alavés termine su vida deportiva podrá narrar sus triunfos y, sobre todo, las victorias que ayudó a otros a conseguir. El destino y su mal rendimiento contra el cronómetro se empeñan en hacerle correr con cadenas en las cumbres, siempre al servicio de otro corredor de su equipo. Antes de Fabio Aru (Astana) y Chris Froome (Sky) y ahora de Carapaz (Movistar).
No hay músculo que olvide el Mortirolo. Es como un martillo que te aporrea las piernas durante tres cuartos de hora. Mikel Landa, sin embargo, notaba que en una tarde velada por la niebla ardía uno de sus mejores recuerdos. Del Giro 2015. Del Mortirolo, claro. Ahí estuvo junto al mejor Contador. Le tuteó. Y hasta le batió luego en la meta de Áprica. También aquel día tuvo trabajo extra en este coloso mineral. Landa tiró de Fabio Aru, tuvo que esperarle y remolcarle hasta que una arrancada de Contador le obligó a dejar solo al italiano. Un rato de libertad. Y lo aprovechó para salir a por el triunfo.
En este Giro no está el madrileño. Nadie, ni siquiera Nibali, tiene esa capacidad para reventar una carrera. Y Landa, cuarto ya en la general, cumplió su papel, renunció a sí mismo y defendió el liderato de su compañero Carapaz. Le escoltó en la subida junto a Pedrero y le llevó, con la ayuda de Amador, en el tramo final hasta Ponte de Legmo para distanciar a Roglic. Landa y todo el Movistar blindaron la maglia rosa de su líder ecuatoriano. El mejor escalador y el mejor equipo protegen el 'rosa' del ecuatoriano. «Ahora estoy más tranquilo», dijo en la meta Carapaz. Depende de sí mismo. Tiene ese privilegio.
Sin el Gavia, la etapa no tuvo nieve. Su lugar lo ocuparon el Mortirolo, la niebla y la lluvia. Al Mortirolo, a esas cifras que asustan, 12 kilómetros a casi el 11% de desvivel, el Giro llegó con Ciccone y Hirt en fuga junto a gregarios que hacían de avanzadilla como Pello Bilbao (fiel a 'Superman' López), Juul Jensen y Nieve (de Yates), Amador (de Carapaz y Landa) y Caruso y Antonio Nibali (de Vincenzo Nibali). El grupo de los favoritos abrió la montaña seis minutos por detrás. La victoria, aunque aún no se sabía, era ya para Ciccone pese a que cometió en la cima un error infantil. Como le costaba ponerse el chubasquero, lo arrojó al suelo. Pagó esa rabieta en el falso llano hasta la meta. Temblaba. Aun así, ejecutó al checo Hirt, uno de esos ciclistas sin colmillo que para ganar necesita correr solo.
El instante que llenó toda al etapa corría por detrás. Nibali hizo honor a su biografía. Vio el pedaleo mecánico de Roglic y desató la carrera. Lanzó su mirada adelante, cuando aún el Mortirolo no era dominio de la niebla. A Roglic todo se le hizo oscuro. El Movistar, con Pedrero, Landa y Carapaz, no se alteró. Manda en el Giro. Landa puso orden. Se quitó las gafas, pasó una mano por la frente. Miró delante. A Nibali. Miró atrás. A Roglic y Majka, que suplicaban. Miró al lado. A 'Superman' López y a Carapaz. «Vamos». Llevó al líder ecuatoriano hasta Nibali y, entre todos, cavaron la zanja donde se iba a perder Roglic, entonces remolcado por Yates.
Era un Giro de caras desteñidas. El descenso helado y de cristal del Mortirolo añadió gregarios que iban en fuga al grupo de Carapaz, Landa y Nibali. La pelea entre el siciliano y el Movistar quedaba aplazada para los tres días de montaña que aún aguardan. En ese momento se trataba de cortarle la cabeza a Roglic, el mejor contrarrelojista. Landa, con su renuncia, se la entregó a Carapaz en la meta de Ponte di Legno. Para atar este Giro, el Movistar sólo tiene un asunto por resolver, Nibali, un campeón que no se dobla. O le rompes o te mata.
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