Así se recupera un ciclista después de una etapa de 164 kilómetros
EL CORREO asiste al masaje de recuperación de Markel Irizar, corredor del Trek, tras la conclusión de la dura jornada de este jueves en la Vuelta al País Vasco
Después de una etapa de 164 kilómetros los ciclistas necesitan descansar el cuerpo y la mente. La hora del masaje es ese impas, el ... momento que sirve para rebajar tensiones y relajar los músculos. También la mente: «Vamos corriendo a todas parte y esto nos sirve para bajar la velocidad. Junto con la cena es el mejor momento del día», destaca Markel Irizar. EL CORREO acompaña al corredor en una de estas sesiones durante la Vuelta al País Vasco.
Son las siete de la tarde y en una de las habitaciones de hotel donde descansa el equipo Trek-Segafredo, Igor Díez Pereda se esfuerza en masajear las piernas de Irizar. Ha sido un día duro, con una etapa en la que ha llovido durante cuatro horas. «Te puedes creer que me han dicho 'bueno, tú como eres vasco estarás acostumbrado…'», le comenta Markel entre broma y broma.
El equipo cuenta con cuatro fisioterapeutas. A cada uno se le asignan dos corredores, pero es habitual que Igor y Markel formen equipo. «Antes de cada vuelta nos reunimos y siempre digo que quiero que me toque con él», reconoce Igor. Y es que el ritual, que favorece la recuperación del corredor después de cada etapa, tiene también un componente psicológico: «Nos sirve para desconectar. Además, en el caso de Igor, llevamos ya diez años trabajando juntos y nos conocemos a la perfección», destaca Irizar.
Athletic, música y Fito
Trabajan los músculos, pero también hablan de sus hobbies: «Igor me pone al día de lo que cómo le va al Athletic y le cuento cosas que a lo mejor no cuento a mis amigos», destaca el corredor. ¿Hay algo de lo que no hablen? «No me suele gustar hablar de ciclismo...», confiesa Markel. Mientras, el portugalujo Igor va aliviando las tensiones acumuladas en sus piernas durante la etapa. Empieza por arriba, por el cuádriceps y pasa a los gemelos. Después le da la vuelta y trabaja los gluteos, la espalda y, en ocasiones, las cervicales. «Si la jornada es dura acumulan mucha tensión», apunta el masajista.
Es habitual que la hora se alargue con la charla y les suele acompañar la música de Fito: «Nos encanta a los dos y al final perdemos la noción del tiempo». Los dos amigos se lo pasan en grande juntos y hasta quedan para ir a San Mamés. «Hay algunos corredores que se pasan toda la hora con el móvil, pero a mí me gusta hablar y pasar el rato con un amigo», reconoce Irizar. Su masajista lo conoce y sabe dónde está su umbral del dolor, por lo que nunca le hace daño. «Junto con la cena, este es el mejor momento del día».
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