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Roglic con la plaza del Gas al fondo Maika Salguero

El viento de Bilbao trae la revancha de Roglic

Gana la 'crono' con 28 segundos de renta sobre Pogacar, su verdugo del Tour, mientras Yates y Landa resisten

Lunes, 5 de abril 2021, 18:02

Para las dos y media, hora de comer, Primoz Roglic ya había concluido su tarea. Había decidido salir de los primeros en la contrarreloj de Bilbao en previsión de que el viento fuera a más por la tarde. Aunque él justificó la decisión de otra manera: «Cuanto antes empiezas antes acabas». Irrebatible. Y certero.

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En 17 minutos y 17 segundos había repasado la geografía de Bilbao: 13,9 kilómetros desde la Basílica de Begoña, pasando por la subida a Santo Domingo, la atalaya de Artxanda y el vértigo bajando Enekuri hasta ojear el Guggenheim e irrumpir en la plaza del Gas, en la pared verde donde retumban los conciertos de la Aste Nagusia. El esloveno retuvo el mejor tiempo durante tres horas. Como -maldita pandemia- el público no podía pisar la zona de meta, Roglic tuvo todo el Parque de Etxebarria a su disposición mientras esperaba al resto. Un lunes al sol. Festivo. Con la ciudad a sus pies. Dispuso de tiempo de sobra para disfrutarla. Miraba y notaba cómo el viento soplaba cada vez más. Sonreía. Pero tenía un miedo, un escalofrío: Tadej Pogacar.

Hace sólo unos meses, Pogacar le arrebató de la mano la postal de París en la 'crono' final del Tour. Allí le ejecutó y le quitó el maillot amarillo que Roglic ya creía suyo. Doloroso para el perdedor. Devastador. Los dos eslovenos se reencontraban ayer en Bilbao y también con el reloj como árbitro. Roglic agarró la postal de Bilbao y esta vez Pogacar no pudo quitársela. Hubo revancha. Pogacar perdió 28 segundos. El viento jugó su papel. El joven esloveno hizo, tras su compañero McNulty, el segundo mejor tiempo en el tramo inicial, el de subida, pero sucumbió en las rectas venteadas de Artxanda, frente al soplo del mar. Se le notó espeso luego en la rampa del Gas. Sin gas. «Quizá he empezado demasiado fuete. Iba con miedo a que me diera el bajón», confesó. Esos 28 segundos, los mismos que cedió Adam Yates, y los 49 que perdió Landa son una promesa para organizar ataques en las etapas que vienen. Roglic tendrá mucha más tarea que en Bilbao.

La contrarreloj cabe en una pizarra. Números, ecuaciones, porcentajes... Decía el parte meteorológico que a las dos de la tarde el viento soplaría más suave que a las cinco. Aire del mar, de El Abra, que arrecia por la tarde. Los técnicos del Jumbo decidieron que Primoz Roglic saliera temprano. Aunque eso suponía que no se le viera en la retransmisión televisiva. Si ganaba, su triunfo se emitiría en diferido. Daba igual. Los dígitos mandan. En la pizarra aparecían platos de 58 y 60 dientes para volar en el descenso de Santo Domingo por Artxanda y Enekuri. Más cálculos. Para brillar en 17 minutos de esfuerzo máximo hay que desarrollar 6,5 ó 6,7 vatios por kilo de peso. Dos baterías en la piernas. Pero el número clave fue el '5'. El viento en contra había aumentado en 5 km/h cuando a las cinco de la tarde salió Pogacar de Begoña.

Gran 'crono' de Aranburu

Con tantos datos, la tiza ordenó en esa pizarra la primera clasificación de la Itzulia. Roglic le ganó la contrarreloj por dos segundos a McNulty, otro joven talento del equipo de Pogacar. Tras ellos la escuadra de Roglic (Jumbo) colocó a Vingegaard y Foss. Necesitará sus piernas en los próximos días para blindarse ante Pogacar y Yates, amenazantes a 28 segundos. Y frente a Landa, que pese a llevar días inactivo se defendió en su peor asignatura, la contrarreloj.

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Aranburu fue la sorpresa, noveno a 30 segundos, uno mejor que Schachmann. Los dos son favoritos en la etapa que viene, la de hoy en Sestao. Pello Bilbao se dejó 38 segundos, uno menos que Fuglsang y dos menos que Omar Fraile. Detrás quedaron Valverde (a 43), Carapaz (a 45), Buchmann (a 47) y Landa (a 49), que piensa ya en el tercer día, el que termina en la cima de Santa Lucía. Higuita se dejó 53.

En la parte de abajo de la pizarra aparecieron los nombres de los derrotados: Carthy (a 1.06), Ion Izagirre (a 1.09), Enric Mas (a 1.17), Guillaume Martin (a 1.29) y Chaves (a 1.38). Aunque aún todos aspiran a ser protagonistas en esta Itzulia que parece una continuación del pasado Tour, del duelo entre eslovenos.

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De los 15 a los 20 años, Pogacar creció con un deseo: quería que su compatriota Roglic ganara cualquier carrera en la que participara. Era un fan. Y lo era aún en la Vuelta a España de 2019, en la que el 'hermano mayor' terminó primero y el 'pequeño', tercero en su debut. Luego, el año pasado, todo cambió en el Tour. En la contrarreloj final, Pogacar remontó a Roglic, le aplastó. En la meta de La Planche des Belles Filles, el más joven tuvo que esperar cuatro minutos hasta que su rival llegó. Vio llorar de alegría a sus auxiliares y técnicos en el UAE. Pero aún le costaba celebrar el triunfo en el Tour. Pogacar necesitaba algo más. Roglic se le acercó y la abrazó. Eso era. El permiso del 'hermano mayor' para ser feliz.

La competición les obliga a ser cada vez menos amigos y más rivales. Pelean por el mismo botín. Ahora es la Itzulia. Y no están solos. Yates, Fuglsang, Carapaz, Valverde y Landa quieren intervenir en esta pelea entre eslovenos separados ayer por el viento.

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