A la Bilbao-Bilbao le gusta el Vivero
La clásica cicloturista, que se celebra el 24 de marzo, apuesta de nuevo por 3 recorridos, incluido el más duro, que fue el preferido en 2018
Ahora que el sol se ha adueñado de febrero y parece haber trasladado este mes de frío a la primavera cuesta recordar el pasado invierno, ... que resultó lluvioso, gris y desapacible. El mal tiempo es enemigo del cicloturismo. Los aficionados reducen sus salidas y se refugian en los rodillos, en el ciclismo bajo techo que gotea sudor. Aun así, la organización de la Clásica Cicloturista Bilbao-Bilbao se atrevió hace un año a incluir la subida al Vivero en su recorrido, que no había variado apenas en treinta años de vida. Dio a los participantes tres opciones: un itinerario corto, de 85 kilómetros, más el tradicional de 115 y un más largo, de 125 con la ascensión final al Vivero. Pues bien, este último camino fue el que más aceptación tuvo. Unos 3.500 inscritos lo eligieron, por 3.000 del trazado habitual y 500 del viaje más breve.
A la Bilbao-Bilbao le gustó la novedad del Vivero. Y, claro, vuelve en 2019. La cita es el próximo 24 de marzo, domingo. Será de nuevo la gran fiesta del cicloturismo. La clásica bilbaína forma parte ya de la tradición de esta modalidad. Es el banderazo de la temporada y el modelo perfecto de la fusión entre ciclismo y turismo. Nada que ver con otras pruebas que parecen competiciones encubiertas. La Bilbao-Bilbao conserva la esencia lúdica del cicloturismo con la que nació en 1988.
La edición número 31 repetirá formato y horarios. Partirá entre las ocho y las nueve de la mañana -en turnos cada quince minutos- desde el Puente de Deusto para rodar paralelo a la ría por la margen derecha hasta el Puente Colgante. De ahí, a Plentzia, Andraka, Unbe y el avituallamiento en el Parque Tecnológico de Zamudio. Allí terminará la zona común a las tres rutas.
«Fue una sorpresa»
Los que quieran esquivar las subidas a Morga y el Vivero tirarán por el Txorierri hacia Galdakao y Bilbao. Recorrerán 85 kilómetros, que no está nada mal para estas alturas del año. Además, este invierno ha sido clemente. De sol. De bicicletas. Los cicloturistas están entrenados; algunos hasta lucen ya piernas bronceadas.
Los que opten por los dos caminos más largos pasarán por Artebakarra, Mungia, las rampas de Morga, Larrabetzu y se dirigirán hacia Galdakao por Erletxes. Ahí está el último cruce. Cada participante decide: o ir ya hacia la Gran Vía de Bilbao y cubrir 115 kilómetros o girar hacia las curvas del Vivero antes de bajar a la capital vizcaína y pedalear 10 kilómetros más. Por lo visto el año pasado, esta opción será la mayoritaria. Al cicloturista le gustan los retos. Seguro que alguno del los que en 2018 esquivó el Vivero decide esta vez afrontarlo. No es un muro. Bien asfaltado, mantiene una dureza media asequible: tiene 4,5 kilómetros en el primer tramo, una falso llano de dos kilómetros y de nuevo trema al final durane kilómetro y mdio. Es una cuesta para disfrutarla. Eso sí, en los músculos ya habrá acumulados 100 kilómetros.
«Para nosotros fue una sorpresa que el año pasado la opción más popular fuera la del Vivero. Ya teníamos previsto mantener ese recorrido, y más ahora al ver esa respuesta de los cicloturistas», subraya Philippe Govaert, uno de los responsables de la prueba. El Vivero ha llegado para quedarse.
Txikon 'se prepara' para la clásica ciclista en el K2
Álex Txikon es un buen aficionado al ciclismo. Otra manera de enfrentarse a la montaña. Ahora se encuentra en el campo base avanzado del K2, en el Himalaya. Se ha impuesto la misión de coronar esa cima en invierno, algo que nadie ha conseguido. Desde allí ha enviado un vídeo a la organización de la Bilbao-Bilbao para «animar» a los aficionados a apuntarse a la prueba. «Estoy en el campo base del K2, un poco más alto que el Vivero -bromea-. Os espero a todos en la Bilbao-Bilbao. No os la perdáis».
Álex Txikon tiene previsto asaltar la cima del K2 en marzo. La cita con el cicloturismo es el día 24 de ese mes. En teoría, podrá estar en la salida. «No sabemos si para cortar la cinta o si se animará a hacer el recorrido», comentan desde la organización de la Bilbao-Bilbao. Si al final se cumplen los planes del alpinista y llega a tiempo para la clásica, lo hará tras su peculiar preparación en altitud. Su reto es colosal. El K2 es el único 'ochomil' que nunca ha sido conquistado en invierno. Si Txikon alcanza la cima se convertirá en el primer alpinista de la historia que alcanza la segunda montaña más alta del mundo sin oxígeno artificial y en invierno. La Bilbao-Bilbao y el Vivero le esperan luego.
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