El Real Madrid y el oficio de ganar
La escuadra de Laso rompe la roca blaugrana desde el poderío interior de Tavares y el pulmón incansable de Campazzo, y revalida el título liguero
Fin a la octava temporada de Pablo Laso al frente del Real Madrid y la cuenta ganadora del vitoriano sigue creciendo. El título de la ... Liga ACB continúa en manos de la escuadra blanca. La pasada campaña se impuso al Baskonia en la serie final con un 3-1 y ayer calcó el mismo balance en la cancha del Barcelona. El clásico se decanta del lado del equipo que más interiorizado tiene en los últimos tiempos el oficio de ganar.
Barcelona Lassa
Heurtel (2), Hanga (11), Claver (4), Oriola (4) y Singleton (12) -quinteto inicial-. Pangos (16), Ribas (4), Smits (3), Pustovyi (-), Kuric (8) y Tomic (4).
68
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74
Real Madrid
Campazzo (15), Rudy Fernández (12), Deck (-), Randolph (10) y Tavares (10) -quinteto inicial-. Causeur (10), Ayón (5), Carroll (4), Llull (-), Thompkins (6) y Taylor (2).
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PARCIALES: 21-24, 12-13, 14-18 y 21-19.
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ÁRBITROs: Conde, Peruga y Calatrava. Sin eliminados.
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INCIDENCIAS: Cuarto partido de la final de la Liga Endesa 2018-2019, disputado en el Palau Blaugrana. 7.301 espectadores.
No habrá quinto asalto a vida o muerte. El Real Madrid optó por negar un duelo más de vida a un Barcelona sacrificado, sudoroso hasta el extremo en la resistencia, pero que terminó fundido ante la capacidad de su rival para adaptarse a la atmósfera asfixiante vivida en el Palau. El Real Madrid virtuoso y preciosista de anteriores duelos de la serie giró hacia un perfil pétreo hasta el extremo. El equipo de Laso tomó buena nota de los problemas que había arrastrado en anteriores encuentros en una faceta clave como el rebote y se autoimpuso una rectificación rotunda. A partir de ahí, ese Real Madrid dependiente de su acierto exterior adquirió un volumen de fortaleza y equilibrio personificado en Walter Tavares. Desdibujado en el tercer encuentro, el caboverdiano recuperó su versión gigantesca, un muro intimidador en la zona con dos brazos interminables capaces de atrapar cualquier rebote o desviar mil y un balones.
Pero el techo de Tavares y sus 2,20 metros tuvieron que mirar hacia abajo para reconocer a ese jugador mínimo de talla (1,81 metros), pero dueño de un corazón baloncestístico descomunal. Facundo Campazzo, coronado MVP de la final, volvió a ser el hombre ubicuo e incansable. El argentino permaneció sobre el parqué 34 minutos sin apenas un gesto de fatiga y dispuesto a morir antes que pedir el cambio. Arrancó el duelo pegado al cuerpo de un Thomas Heurtel al que sacó por completo del carril anotador en el que se había mantenido en los últimos dos encuentros de la final. El francés no sumaría su primera canasta en juego hasta el inicio del último cuarto, minutos después de haber recibido una soberana bronca por parte de Svetislav Pesic. Le cayó el reproche del serbio tras descuidar la defensa de Causeur, que reabrió con cinco puntos consecutivos (45-52, minuto 28) la brecha que con tanto esfuerzo había suturado el Barça después de haberse visto diez puntos abajo mediado el tercer capítulo. Fue la última oleada blaugrana, abanderada por un Pangos sobresaliente y que trató de ser un Heurtel con menos humos y una cuota de puntos similar. El tercer cuarto se cerraba con un triple de Campazzo (47-55). Heurtel ya no era él mismo a pesar de abrir su cuenta anotadora y el Barcelona comenzaba a sentir los calambres del desgaste.
Ceguera culé
Para entonces, el argentino y Tavares dominaban la escena. La cuenta anotadora de los culés se paró después de dos tiros libres de Oriola (55-60, minuto 33) y no volvería a activarse durante los siguientes cinco minutos. Fue un desierto demasiado extenso, una eternidad que terminó de enterrar al Barcelona. Mientras el Palau aguardaba en vilo al momento en que Pesic decidiera levantar el castigo a Heurtel, el Real Madrid avanzaba hacia el quinto título liguero de la 'era Laso'. El balón era de todos en las filas merengues, lo que permitía a Campazzo ahorrar fuerzas. Tavares seguía creciendo bajo los aros e incluso vio cómo su compañero argentino la animaba a un último 'pick&roll' para cuadrar un parcial de 0-7 (55-67, minuto 38). El 'Facu', todavía capaz de pensar por mucho que el sudor le corriera a mares y el esfuerzo congestionara su rostro. Los dos triples de Hanga llegaban demasiado tarde. El Real Madrid ya no quería más sorpresas. Dominante ya, incluso en ese cenagal en el que tan cómodo parecía haber vivido el Barça, incapaz de otra resurrección y con Heurtel en el banco.
Más información
El base argentino, exprimido hasta el extremo, se ganó el premio de MVP de la final
Galardón
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