Tres skaters españolas patinan hacia Tokio 2020
La gaditana Andrea Benítez, la barcelonesa Mar Barrera y la gallega Julia Benedetti han visto cómo su pasión se ha convertido en un deporte olímpico
Judith Romero
Sábado, 7 de diciembre 2019
Se manejan como nadie encima de la tabla, aman las cuatro ruedas y dominan un deporte que, además de un componente físico, requiere un gran control mental para evitar caídas. Durante un tiempo los skaters fueron vistos como vándalos, pero la inclusión de este deporte entre las disciplinas olímpicas para los Juegos de Tokio 2020 podría desterrar para siempre estas ideas preconcebidas. Andrea Benítez, Mar Barrera y Julia Benedetti son tres de las skaters españolas que luchan para lograr una plaza para competir por el oro en el país nipón en las modalidades 'street' y 'park', en el caso de Benedetti.
«Siempre había sido un deporte de hombres y cuando empecé apenas éramos tres o cuatro, pero en los eventos de skate femenino ya llegamos a reunirnos entre 70 y un centenar», celebra la algecireña Andrea Benítez. A sus 25 años, ha vuelto a clasificarse en el top 20 mundial durante el Skate Total Urbe Open de Río de Janeiro. «En Brasil ha ido mejor que en Rusia y estos resultados me motivan a seguir adelante», afirma. Siempre había admirado a los atletas olímpicos y nunca pensó que podría convertirse en una. «He pasado mucho tiempo durmiendo en sofás de amigos y costeándome las competiciones por mi cuenta, pero desde que el skate se ha convertido en un deporte olímpico me ha cambiado la vida», reconoce Benítez.
La Real Federación Española de Patinaje tiene registradas alrededor de 550 licencias de skaters en todo el país, algo relativamente nuevo para un deporte que se popularizó en los noventa. Para la barcelonesa Mar Barrera, de 24 años, todo empezó como un método de transporte. «De pequeña me apasionaba todo lo que tuviera ruedas, las bicis, los patines… usaba el skate para ir al colegio cogida de la bicicleta de mi madre», recuerda. Su verdadera afición comenzó a los 13 años en el Arco del Triunfo de la ciudad condal, donde comenzó a frecuentar a un grupo de chicos. «Empecé a entrenar con ellos y pronto les pillé. No me resultaba difícil aprender los trucos, me encantó y desde entonces no he parado. El skate me hace muy feliz», confiesa.
En sus orígenes el skate estuvo mal visto y cuestionado como sucede con otros deportes urbanos como el breakdance, que planea su aterrizaje olímpico para París 2024. «Es un deporte nacido en la calle, una forma de expresarse en libertad, y hay quien lo percibe como un acto de vandalismo, nada más alejado de la realidad», afirma Benítez, quien cree que la representación de los skaters en las películas han hecho un flaco favor a este deporte. Eso sí, espera que las Olimpiadas ayuden a cambiar esta percepción. Además, la forma de aprender skate está evolucionando. Un ejemplo de ello es la coruñesa Julia Benedetti. A diferencia de Barrera y Benítez, la joven de 15 años se ha formado en la escuela de skate Maroña tras empezar como un hobbie a los diez años, algo impensable hace dos décadas. «Mi hermano tenía un skate en casa y lo utilizaba cuando no había olas y no podía ir a hacer surf», explica.
Sacrificio y disciplina
Si Barrera y Benítez buscan barandillas, escaleras, bordillos y todo tipo de elementos urbanos por los que deslizarse -lugares idóneos denominados 'spots-, Benedetti compite en la modalidad 'park', que implica patinar en una instalación provista de rampas. «Es como una piscina, y llevamos rodilleras y casco por lo que pudiera pasar», apunta la joven, quien llegó a rompetse el brazo en una ocasión. Sus compañeras de 'street', en cambio, compiten sin ningún tipo de protección. Barrera, que comparte sus trucos en Instagram, reconoce haberse golpeado en varias ocasiones practicando este deporte.
«Tengo golpes y cicatrices. Quienes patinan en rampas se ponen casco para evitar lesiones graves. Ahora que soy más mayor no veo porqué no nos protegemos más», plantea. Benítez agradece que, con su entrada en la Selección Española, recibe asesoramiento y se toma más en serio los entrenamientos físicos que compagina con el skate. «Empecé hace cuatro años, tengo que tener cuidado y evitar lesiones porque sufro una escoliosis del 50%», señala la joven, quien aprendió entrenando en Chiclana, Málaga y Cádiz viendo vídeos en cámara lenta junto a su padre. «Elissa Steamer fue mi referente, antes no había apenas mujeres skaters», subraya.
Para Barrera, tener posibilidades de ir a los Juegos ha significado dejar de entrenar cuando le apetecía y autoimponerse una disciplina propia de deportistas
Benítez forma parte de la asociación Asíplanchaba, «una plataforma para quienes planchan algo más que camisas», organizadora de la mayoría de eventos de skate femenino. Acaba de cumplir diez años. «Me he planteado como objetivo estar en Tokio 2020, a ver lo que pasa. Empecé a competir a los 15 años, quedé segunda de Europa en Copenhague y le cogí el gusto a competir, pero no tenía ayudas ni esponsors. Considero que lo he tenido más difícil por ser mujer», denuncia la gaditana que compagina su pasión con sus estudios de Ingeniería eléctrica en un duro año preolímpico. Para Barrera, profesora de skate para niños, tener posibilidades de acudir a Tokio 2020 ha significado dejar de entrenar cuando le apetecía y autoimponerse una disciplina propia de los deportistas «que desconocía hasta ahora». «Hay mucho nivel pero lucharé hasta el final para estar en los Juegos», coinciden estas tres reinas de la tabla.