En el spot de las 'Guerreras' para el reciente Mundial, el lema era «es momento de creer». El objetivo era claro, conseguir estar entre las siete primeras selecciones para garantizar el Preolímpico de Tokio 2020. Las jugadoras y técnicos no sólo creyeron, sino que superaron las expectativas consiguiendo llegar a la final y acariciar el oro. La selección ha vuelto a mostrar esa identidad que tan buenos resultados dieron entre 2008 y 2014. Esos valores de lucha, trabajo, humildad, compañerismo, perseverancia… han aparecido reiteradamente en todo el torneo. Su defensa activa y con variaciones, su ataque con diferentes recursos tácticos, y una excelente dirección técnica han hecho llegar al pódium a este magnífico 'equipo'.
Publicidad
Durante un Mundial pueden aparecer momentos de euforia, de bajón anímico, de cansancio o de rabia, y su buena administración puede resultar clave para el balance final. España ha tenido estas situaciones y las ha superado con éxito: con una primera fase con 5 victorias que podían llevar a la euforia; una derrota con Rusia que podía generar dudas y tocar el ánimo de las jugadoras; jugar la final suponía el décimo partido, con lo que acarrea de cansancio físico y psíquico; dependían del resultado de Montenegro para estar en semifinales, pero ellas habían hecho sus deberes, y demostraron con rabia que estaban en semifinales por merecimiento y lograron vencer a la todopoderosa Noruega.
Esta medalla de plata debe dar confianza para resultados futuros, abriendo una nueva época. Este subcampeonato me recuerda a la primera medalla de plata que conseguimos en el Europeo de 2008, que fue seguido por un magnífico ciclo de resultados. Ojalá puede repetirse esa historia, e incluso superarlo con un oro. Pero no olvidar esos valores que han llevado a este éxito, haciendo hincapié en la humildad y trabajo.
Felicitar a jugadoras, cuerpo técnico y Federación por el magnífico resultado, y sobre todo por CREER en el Balonmano Femenino.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión