Tengo una amiga que durante el confinamiento nos ha deleitado con tutoriales de cómo poner un pañuelo en la cabeza, les parecerá una chorrada pero la verdad que ha sido la mar de entretenido. Además de sus vídeos, que siempre iban con información extra sobre quién era Simone de Beauvoir o las 'Sinsombrero', por poner un ejemplo, nos retaba a hacer nuestra propia versión y pasábamos la mañana. Siempre saludaba con un '¡Hola Cuarenteners!' Y nos hacía parte de su comunidad, del grupo. Durante un ratito sabías que estabas formando parte de algo.
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Me imagino que será algo parecido a lo que sienten los seguidores de un club de fútbol. Solo lo imagino porque, como ustedes saben, yo no soy seguidora de ninguno y me produce cierto repelús ese amor desorbitado a los colores de una camiseta.
¿Por qué les cuento yo esto? Pues porque he caído en la cuenta de que no sé qué habrán hecho estos señores durante la cuarentena. ¿De qué habrán hablado? ¿Cómo habrán conseguido conectar con sus sentimientos, sacar su rabia? ¿Cómo habrán sustituido los abrazos en el campo cuando su equipo mete gol? ¿A quién habrán insultado cuando pitaban falta en su casa?
Sé que en el campo existe un sentimiento de comunión, de pertenecer, de hermanamiento. Sé que muchos señores esperan como agua de mayo el día de partido para dejarse sentir, darse permiso para expresar, ocupar su cuerpo, hacerse grandes y demostrar sentimientos. Me preocupan dos cosas: cómo habrán copado con sus emociones y por qué no son capaces de afrontar sus sentimientos si no es fútbol mediante.
No me vengan ahora con que la abuela fuma y 'not all men'... que nos conocemos. La mayoría de los hombres que conozco son incapaces de lidiar con sus emociones, no saben qué les está pasando, no se paran a respirar y sentir y eso es una gran desgracia para ellos y para las que estamos a su alrededor que tenemos que enfrentarnos a nuestras emociones y las de nuestros vecinos. Así que sí, me preocupan los señores que no han ido al fútbol estos tres meses y me inquieta cómo lo habrán vivido sus parejas, sus criaturas, sus compis de yoga...
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No he visto ningún movimiento alternativo de señores organizándose para expresar libremente lo que sienten, reivindicando un espacio para ser y expresar. No ha sido un clamor en Twitter los señores gritando que necesitaban expresarse, que estaban revueltos, que no sabían lo que les estaba pasando..., pero tengo que decir que sí he visto una tímida luz chispeando en las redes. Un blog nuevo que hasta el momento solo tiene una entrada, en el que un señor, ¡sí, un señOR! se pregunta: ¿De qué huimos los hombres? ¿Qué me asusta tanto? ¿Qué me impide y nos impide a los hombres estar donde verdaderamente necesitamos estar, ocupando nuestro lugar con responsabilidad?
Y ojalá estas preguntas se hicieran tan famosas como la bajada de salarios de los 'futbolistos' después de la pandemia. Ojalá, los hombres dedicando 5 minutos al día a parar, respirar y averiguar qué está pasando en sus vidas. Ojalá los comentarios después del partido fueran alrededor de los sentimientos y no de las mejores jugadas.
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