La capitana del equipo de parabaloncesto de Afganistán pide «paz» para ir los Juegos

El deporte les ayudó a seguir adelante durante los años del conflicto y ahora, a las puertas de que Estados Unidos y Afganistán firmen un acuerdo histórico tras 18 años de guerra, temen que un posible retorno de los extremistas talibanes les obligue a dejar el baloncesto y les impida ir a los Juegos Paralímpicos. Nilofar Bayat, capitana del equipo femenino de parabaloncesto de Afganistán, pide «paz» para poder seguir jugando en el Centro Ortopédico del Comité Internacional de la Cruz roja en Kabul.

La joven de 26 años sufrió una lesión de la médula espinal cuando tenía dos años. Un misil colisionó contra su casa matando a su hermano, y Bayat vio limitada su capacidad para correr o saltar. No obstante, las dificultades no le han impedido estudiar, conseguir un trabajo y amar el baloncesto. Sus compañeras tienen historias parecidas, y o bien resultaron heridas durante la guerra o la falta de acceso a medicamentos terminó generándoles complicaciones. «Espero que la situación de Afganistán mejore para poder entrenar tranquila, hacer mi trabajo y tener una vida mejor», confiesa la capitana.

Graduada en la escuela de Derecho y mecanógrafa, comenzó a jugar a baloncesto con el equipo coordinado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) hace ocho años. Las personas con discapacidad afrontan un estigma social en Afganistán y también deben hacer frente a calles, a edificios inaccesibles y la falta de recursos de salud y rehabilitación. El CICR estima que hay más un millón y medio de discapacitados en el país tras 18 años de guerra.

«La gente ve la discapacidad como una limitación para los hombres pero un defecto en las mujeres, lo que hiere mucho a estas chicas. Vivir en Afganistán es duro para una mujer, en especial si tiene discapacidad», afirma Bayat, quien considera que el parabaloncesto le ha ayudado a mejorar la confianza en sí misma. Su equipo ha competido en internacionales en Indonesia y Tailandia y ya cuenta con tres medallas en su palmarés, y Bayat pide paz para que no se repita el ascenso al poder de los talibanes extremistas. Las mujeres tuvieron prohibido acceder a la educación, trabajar o abandonar sus hogares sin un familiar hombre entre 1996 y 2001 y estas jóvenes no quieren ver truncados sus sueños.