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Ana Peleteiro descarga toda su rabia tras ganar el campeonato de Europa de triple salto. EFE
Ana Peleteiro, Campeona de Europa 2019 de triple salto, vuelve a volar
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Ana Peleteiro vuelve a volar

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La gallega, tras una sensacional final, se convierte en campeona de Europa de triple salto con récord de España incluído

Igor Barcia

BILBAO

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Domingo, 3 de marzo 2019

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El atletismo español vive de gritos en este Europeo de Glasgow. El de ayer de Óscar Husillos tras ser subcampeón en 400 metros reflejó la rabia acumulada después de un año de su descalificación en el Mundial de Birmingham. El de este mediodía de Ana Peleteiro al ser campeona, el de una atleta que ha recuperado el norte y la alegría por saltar después de unos años muy complicados que la pusieron contra las cuerdas. Solo la aparición en su vida de Iván Pedroso la ha permitido recuperar todas las cualidades y el talento que demostró en 2012 al convertirse en campeona de Europa junior. Ahora, seis años y medio después, la gallega ha revalidado el título en categoría absoluta tras ganar en Glasgow con un salto de 14 metros y 73 centímetros que además de darle el oro la convierten en plusmarquista de España tras romper la vieja marca de Carlota Castrejana.

Cuando se habla de la gran generación de atletas que vienen –Marta Vicente, Jael Bestué, Salma Pallaruelo, todas ellas presentes en Escocia–, nos olvidamos que Ana Peleteiro tiene tan solo 23 años y toda una vida atlética por delante. Pero es que irrumpió tan pronto, creó tantas expectativas y ha vivido tanto estos años que parece mucho más veterana. La suya es la historia de una atleta de enorme talento que estuvo a punto de perderse por tomar el camino equivocado. «A los 18 años, cuando me mudé a Madrid, viví una mala época. Faltaba alguién que me guiase», recuerda la gallega en aquel traslado a la Residencia Blume en busca de resultados que se convirtió en un camino sin salida para una atleta acostumbrada a otro sistema, a otro tipo de vida atlética.

Después de instalarse en Madrid pasó por Portugal y finalmente se encontró con el entrenador de su vida, el mito Iván Pedroso, en Guadalajara. Con el saltador cubano y su grupo de entrenamiento, Ana Peleteiro ha encontrado su zona de confort, el lugar donde estar centrada en el atletismo y donde cuenta con la competitividad que le dan grandes atletas como Yulimar Rojas o Nelson Evora.

Tras dos años con Pedroso, los resultados reflejan la evolución de la saltadora gallega. En 2017, su séptimo puesto en el Mundial de Londres la hizo comprender que podía pelear con las mejores saltadoras del mundo. Peleteiro estaba de vuelta, y lo ratificó al siguiente invierno, con un bronce en el Mundial de Birmingham. El pasado verano, llegó un nuevo bronce, esta vez en el Europeo de Berlín. La saltadora española se había acostumbrado a su nuevo hábitat, la pelea por el podio, y afrontó la presente campaña invernal dispuesta a todo. Y las cosas pintaban muy bien, con una gran marca de 14,51, hasta que sufrió una pequeña tendinitis en el pie izquierdo que le impidió acabar el concurso de la reunión de Madrid y participar después en el campeonato de España de Antequera pero llegó a Glasgow recuperada. «Si hago bien el salto no me molesta, y la cabeza está bien, que es lo importante», había dicho antes de su concurso.

Problemas

En la calificatoria esos contratiempos la hicieron sufrir, puesto que necesitó los tres saltos para estar en la final. «La gente no sabe que mi primer salto en un mes fue el martes», reconoció en zona mixta tras su oro, pero a pesar de todos los problemas, su trabajo físico dio resultados en la final. La gallega se había metido en ella con la cuarta mejor marca de las ocho finalistas: 14,15 metros. La marca de acceso directo a la final era 14,20 pero sólo tres atletas la alcanzaron: la ucraniana Olha Saladukha (14,40), campeona mundial y europea, la portuguesa Susana Costa (14,28) y la griega Paraskevi Papahristou (14,28).

La final registró un gran nivel desde el principio. Papahristou encareció la victoria en su primer salto, de 14,50 metros, y replicó la portuguesa Patricia Mamona con 14,43, mientras la española debutaba con dos nulos. En su tercer salto se puso en cabeza: 14,56 metros, ya el mejor salto de su vida –en sala o al aire libre– y a sólo 8 centímetros del récord nacional de Castrejana. Aun tenía centímetros en las piernas. En la cuarta ronda voló hasta esos 14,73 que dinamitaron la final. Ya no mejoró, no hacía falta, el oro era suyo. Por eso, tras lograrlo, Ana Peleteiro gritó. No era para menos. Llegar de nuevo a lo más alto le había costado casi siete años y mucho sufrimiento por el camino.

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