El último adiós a La Haceria
Las excavadoras borran el pabellón que acogió el primer centro cultural de Zorrozaurre. Tras 21 años se ha reubicado al norte de la isla
El derribo estaba anunciadísimo, pero para quienes dieron vida al primer centro cultural de Zorrozaurre no es fácil asomarse al solar vacío. El pabellón de ... Haceria, que fue primero la Serrería Fernández, luego el primer txoko cultural con acceso a internet en Bilbao y después el hogar de ZAWP y de sus variadas iniciativas, llevaba diez meses desocupado tras 21 años de actividad cultural. Ahora no quedan más que los cascotes. «Nos da mucha pena», reconocen los miembros de la asociación Haceria Arteak, que tiene su origen en aquellos antiguos alumnos de la Escuela de Música, Danza y Artes Escénicas Juan Antxieta de Deusto. En 1998 alquilaron el viejo pabellón e inauguraron la sala.
La pena se debe, en parte, a que con el confinamiento ni siquiera han podido despedirse y documentar el final. Pero sobre todo a que entre esas paredes han pasado y creado muy buenos momentos, todos ellos surgidos del empeño por echarle al patrimonio industrial abandonado «una mirada artística, cultural y transformadora» que ha permitido «generar oportunidades en el 'mientras tanto' del plan urbanístico». ZAWP se ha reubicado en La Calde -al norte de la isla, en la calle Pintor Zuloaga- con material llevado desde la sala Haceria. Ahora están a la espera de recuperar una normalidad plagada de mercados, clubes de baile y de música, talleres, exhibiciones y eventos.
«Un público específico»
El que no tiene sitio para seguir programando lo que en su día se definió como el 'off-off Bilbao', por el carácter alternativo de las propuestas, es el actor, dramaturgo y director Richard Sahagún. Durante cinco años se encargó de la oferta teatral de Haceria y llegaron a montar una compañía con la que pusieron en pie varias obras que ahora pueden verse en YouTube, en el canal de Sahagún.
«Era un espacio de creación libre y de compromiso social, una oportunidad teatral de gran libertad. Emocionalmente, saber que ya no está es un palo», dice. Sobre todo, porque no parece que vaya a haber hueco para algo parecido en la isla. «Yo he preguntado mucho y no he obtenido respuesta del Ayuntamiento. Siento pena, siento vacío y siento rabia. Creo que se está dejando fuera de todo a un público muy específico».
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