No ganamos para sustos. A una pandemia global le han seguido desastres climáticos, inundaciones, un volcán, terremotos... Y ahora nos anuncian que está a punto ... de llegar el gran colapso. Y las televisiones a tope con ello, como si no tuvieran otra cosa que celebrar. Y nos dicen que el hijo fallecido de JFK iba a reaparecer vivo en un concierto de los Rolling Stones. ¿Estamos locos o qué? Todo tipo de programas, y no sólo el de Iker Jiménez, que ya se da por supuesto, se hacen eco de todo este tipo de apocalipsis: informativos, magazines y ese género mixto que mezcla información con opinión de unos tertulianos siempre en posesión de la verdad, sin dejar nunca de atacar al Gobierno, y si puede ser a gritos, mejor.
En lo del gran colapso fue la ministra de Defensa austriaca quién levantó la liebre, afirmando que hay un cien por cien de posibilidades de que llegue, la única duda es cuándo. Y, claro, todos los programas como locos a hablar de si las tormentas solares, de si el corte total de suministro eléctrico, con todo lo que eso conlleva en internet, transportes o el día a día. Y hala, todos a hacer acopio de alimentos. Pero, bueno, siempre es mejor esto que acaparar papel higiénico, como con la pandemia. Es curioso comprobar cómo la televisión nos condiciona la vida.
Lo más interesante del gran apagón, si es que llega, es que no se verá la televisión, y todos esos tertulianos que se autodefinen como analistas, se quedarán sin trabajo. Pero pensemos en algo positivo: ante la llegada del año 2000 se nos aseguraba que los ordenadores dejarían de funcionar por el cambio de dígitos. Muchas empresas desconectaron sus equipos y en otras sus técnicos hicieron guardia en aquella Nochevieja ante lo que podía ocurrir. ¿Que qué pasó? Pues nada de nada.
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